“Pasaje Tres Sargentos”: su historia
Existe en la Capital Federal un pasaje denominado “Tres Sargentos” que se extiende solamente por dos cuadras. Averiguando sus orígenes lo que obtuve sobre sus orígenes lo siguiente: Si uno camina por la calle San Martín en dirección a Retiro, tras cruzar la Avenida Córdoba, a media cuadra se abre un callejón de pintorescas características- la cortada “Tres Sargentos”.
Antiguamente fue allí el Zanjón de Matorras, que como su nombre lo sugiere, era un canal de desagüe donde los vecinos arrojaban la basura, con la esperanza de que una lluvia se la llevara al río. En 1879 se rellenó este zanjón que corre casi paralelo a la Av. Córdoba. El mismo tiene hoy solo dos cuadras y corre entre San Martín hasta Leandro N. Alem.
Este zanjón era parte de lo que en la antigua Buenos Aires se llamaban “Terceros”. El limite Sur era un pequeño arroyo llamado Zanjón de Granados y se lo conocía como “Tercero del Sur” y es el que nos interesa.
Este arroyito nacía en el cruce de Independencia y Avenida Entre Ríos y desde allí corría hacia el Este y desembocaba en un pequeño delta en el Río de la Plata. De manera que el Pasaje Tres Sargentos era lla parte final del curso de agua, ahora entubado.
El nombre de Tres Sargentos proviene de un suceso de nuestra historia que fue la Batalla de Vilcapugio en lo que se denominaba el Ato Perú (hoy Bolivia). Esta batalla se libró el 1º de octubre de 1813 en el Partido de Oruro (Provincia de Chuquisaca.
Luego de los triunfos de Tucumán y Salta por el Ejército del Norte al mando del general Manuel Belgrano sobre el Ejercito Realista, el gobierno de Buenos Aires le encomendó a Belgrano continuar su campaña en el Alto Perú, quien por entonces se encontraba enfermo de paludismo y con un ejercito que no estaba en condiciones de realizar esa campaña, con reclutas nuevos y una deficiente artillería por la escasa cantidad de mulas para transportarla. Además el coronel Baltasar Cárdenas que tenía a su mando 2.000 indios mal preparados y mal armados. Contaba también con las fuerzas de Cochabamba a las ordenes del coronel Cornelio Zelaya, restos de la tropa vencida en Huaqui, por lo que su moral no era muy alta.
Belgrano era optimista porque estaba en conocimiento de que el ejercito realista también carecía de mulas suficientes para el transporte de la artillería.
Su idea del combate a librar, era atacar frontalmente a las tropas del general De la Pezuela y procurar envolverlo con sus dos alas en un movimiento de pinzas.
VILCAPUGIO
A fines de septiembre, el ejército de Belgrano arribó a la pampa de Vilcapugio, lugar plano que se prestaba al desempeño de la caballería y se ajustaba a su plan, pero los españoles no estaban. Estaban al Sur de Vilcapugio a unos 40 kilómetros y por esa razón lograron interceptar al coronel Cárdenas y sus indios cortando la comunicación con las tropas de Buenos Aires en Cochabamba, logrando apoderarse de los documentos con las instrucciones secretas de Belgrano.
De la Pezuela tenía dos opciones: esperar los ataques de Belgrano y Zelaya pero entendieron que ese plan los llevaría a la larga a la derrota. Contra lo que se podía suponer optó por la segunda opción y llegar por las montañas a Vilcapugio para presentar batalla.
Sin embargo y a pesar de la sorpresa de Belgrano, las secciones veteranas del Ejercito del Norte contuvieron e hicieron retroceder al ala izquierda y centro del ejercito realista al extremo que De la Pezuela daba por perdido el combate. Lo mismo creyó Belgrano, pero un toque de reunión a destiempo, mas la llegada de un escuadrón de caballería realista al mando del coronel Saturnino Castro confundió a los argentinos quienes se desbandaron. Esa circunstancia dio el tiempo a los realistas para reorganizarse y apoderarse de toda la artillería cayendo prisionero su comandante José Beraldes Polledo y poder sumar a la artillería propia para seguir cañoneaqndo a las pocas tropas que no se habían desbandado.
Ante este desastre, el mismo Belgrano subió a un cerro y con la bandera en alto hizo tocar a reunión a su tropa. Solo acudieron 300, entre ellos Diaz Vélez, Gregorio Perdriel, Lorenzo Lugones, Diego Balcarce y Gervasio Dorna.
Por la noche Belgrano emprendió la retirada. El balance del combate no podía ser peor ya que contabilizó 1.500 bajas, 400 fusiles y casi toda la artillería. Díaz Vélez tomó rumbo a Potosí recogiendo por el camino a los dispersos de Vilcapugio. Belgrano con el resto de sus hombres se ubicó sobre el flanco izquierdo del enemigo. Asi trataba de reorganizarse para seguir, de acuerdo a las instrucciones que tenía de Buenos Aires de seguir la Campaña al Alto Perú.
Belgrano sabía la noche sería su aliada para salir de esa ratonera. La noche iguala todo porque nadie ve nada. Silenciosamente inició la retirada (que con luz hubiera sido un desbande cañoneados por el enemigo) sin ser detectados.
Luego de una jornada de marcha fue incorporando dispersos, pero a Belgrano le preocupa carecer de referencias sobre las posiciones del enemigo. Al tercer día de marcha acamparon en Macha. Allí recibió la incorporación de patriotas locales que le proveyeron alimentos.
TAMBO NUEVO Mientras se reorganizaban, Belgrano ordenó tareas de reconocimiento a una patrulla al mando del teniente Gregorio De la Madrid, cuatro soldados y un guía indígena. El grupo consiguió acercarse a unos 400 metros de un campamento enemigo llamado Tambo Nuevo donde había unas casas de adobe custodiados por un centinela y 50 caballos. Esa noche se produjo una intensa nevada. Alli sorprendieron a una patrulla realista que marchaba en la nieve. Estos fueron sorprendidos y capturados en medio de la nevada y enviados a Macha. Cuando estuvieron en presencia del general Belgrano los prisioneros, este reconoció a dos de ellos, un cabo y un soldado raso como parte del ejercito realista que al mando del general Pio Tristán se habían rendido en la Batalla de Salta. Estos hombres habían jurado no volver a empuñar las armas contra el ejercito nacional. Belgrano ordenó que fueran fusilados inmediatamente por la espalda, por perjuros. Sus cuerpos fueron decapitados y las dos cabezas enviadas a Lamadrid que custodiaba el campamento de Tambo Nuevo. Después de dejar a Lamadrid la macabra carga, capturaron al centinela que dormitaba en medio de la nevada y los tres entraron donde dormían 10 realistas a los que intimaron la rendición por estar rodeados, en caso contrario serían pasados a degüello. Asi se consideraron los realistas y se rindieron, aunque uno consiguió escapar. Continuaron hacia Macha con sus prisioneros. Los tres soldados fueron ascendidos por Belgrano con el título honorífico de Sargentos de Tambo Nuevo Se llamaban José María Gómez, Juan Bautista Salazar y Santiago Albarracín.
El soldado realista que escapó les sirvió magníficamente, porque creyó que realmente estaban rodeados por una fuerza de 200 soldados revolucionarios, por lo que resolvieron retirarse a Condo, donde estaba el general De la Pezuela. La retirada de los españoles permitió a las tropas de Diaz Vélez reunirse con Belgrano en Macha. También la caballería de Lamadrid ocupó el sitio donde se libró la Batalla de Vilcapugio y enterrar a los patriotas muertos. También colocar picas con las cabezas de los ajusticiados..
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