Juan José Castelli, el orador de la Revolución de Mayo
Juan José Antonio Castelli nació en el seno de una familia de la elite porteña el 19 de julio de 1764. Sus padres fueron el médico veneciano Ángel Castelli Salomón que arribó a Buenos Aires en 1743 y de María Josefa Villarino, hija de un hacendado y pariente de la familia Belgrano. Tuvieron 8 hijos de los cuales, Juan José fue el primogénito, quien comenzó sus estudios en el prestigioso Real Colegio de San Carlos para luego, continuarlos en el Colegio Monserrat de Córdoba, cuyo motivo era una disposición familiar estipulando que uno de los hijos del matrimonio debía ser sacerdote.
Su padre falleció en octubre de 1785, por lo cual abandonó su carrera religiosa para estudiar derecho en la Universidad San Francisco Javier de la ciudad de Chuquisaca. Se recibió en 1788, regresando a Buenos Aires para abrir un estudio jurídico, siendo matriculado por la Real Audiencia de Buenos Aires en 1791.
Castelli tuvo una vida social intensa, fue miembro de una pequeña elite que ostentaban el poder económico y político de Buenos Aires, entre los que podemos mencionar a los hermanos Rodríguez Peña, Hipólito Vieytes y Juan Martín Pueyrredón. En 1794, se casó con María Rosa Lynch y tuvieron seis hijos (4 varones y dos mujeres).
Manuel Belgrano y Castelli eran primos. El creador de la bandera fue designado como secretario perpetuo del Consulado de Buenos Aires. Desde ese lugar, trató de posicionar a Castelli como secretario interino del mismo. Años después en mayo de 1800, Juan José fue confirmado como regidor tercero del Cabildo, luego de una objeción realizada por Martin de Älzaga, a causa del conflicto en auge entre los partidarios del libre comercio y quienes defendían los intereses españoles. A pesar de obtener el apoyo de Cornelio Saavedra para el cargo, Castelli declinó al mismo.
Castelli escribió en el Telégrafo Mercantil Rural que fue el primer periódico editado en el Río de la Plata y luego, en el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio. Castelli fue un abogado honorable, culto, erudito y su estudio jurídico uno de los más prestigiosos de la ciudad.
En 1806 murió su madre, siendo el heredero de una importante fortuna, de la cual invertiría en una fábrica de ladrillos, mudándose a una chacra en el actual barrio de Núñez. Se sumó a la resistencia criolla en las invasiones inglesas, a pesar de que fue partidario del plan independentista de Francisco Miranda, apoyado solapadamente por los ingleses que tenían intereses económicos en el Virreinato para vender sus mercancías.
Napoleón invadió España y el poder peninsular comenzó a resquebrajarse, abriendo un incipiente camino que llevara a los criollos a la ansiada independencia. Hubo un ofrecimiento escrito por Castelli a la hermana de Fernando VII, la infanta Carlota Joaquina, quien tenía derechos legítimos para que ejerciera la regencia de las colonias americanas. Carlota intuyó que el plan de los ex partidarios de Miranda era instaurar una monarquía constitucional y los denunció al Virrey Liniers. Detuvieron a Pueyrredón, Saturnino Rodríguez Peña y a Diego Paroissien, vasallo del rey de Inglaterra.
Hubo un juicio a los detenidos, siendo Castelli abogado defensor del inglés. En el mismo, expresó que el ofrecimiento a Carlota Joaquina buscaba un regente que reemplazara a Fernando, con el fin de darle legitimidad al régimen colonial por haber caducado el poder del rey debido al triunfo de las tropas francesas. Además, argumentó sobre la doctrina de la retroversión de la soberanía de los pueblos que sustentaba que las posesiones americanas pertenecían al rey, pero no eran parte de una colonia y que una Junta Central no podía tener legitimidad sobre esos territorios.
El movimiento de mayo de 1810 no respondió a plan alguno, fue el resultado de una suma de acontecimientos internos e internacionales, sumado a la conjunción de importantes figuras públicas que llevaban consigo el gen independentista. Castelli fue el orador de la revolución y Moreno la pluma. Ambos formaron un excelente tándem, que según el historiador Julio Cesar Chaves en “Castelli, el adalid de Mayo” eran: “Apasionados al extremo, leales hasta el sacrificio con el amigo o el correligionario, e implacables en su oposición al enemigo; decisión firme, santa, al servicio de una causa imponderable y noble; valor moral, conciencia de la responsabilidad; energía, tenacidad e indeclinable resolución en el servicio: Juan José Castelli y Mariano Moreno”.
En Córdoba estalló una contrarrevolución, que no respondió en forma positiva las normas emanadas por el gobierno porteño. El ejército estuvo al mando de Ortiz de Ocampo, quien apresó a los cabecillas, pero no los ultimó. La Junta presidida por Saavedra, pero instigada por Mariano Moreno mandó a Castelli para hacer cumplir con las exigencias impuestas y reemplazar a Vieytes. Castelli cumplió implacablemente con la orden de la Junta, fusilando a Liniers, al gobernador de Córdoba, entre otros, el 26 de agosto de 1810.
La próxima misión de Castelli fue encabezar el Ejército Auxiliar al Alto Perú con el fin de llevar la revolución, solidificarla y aniquilar los restos armados realistas. La primera victoria de armas patriota fue en Suipacha el 7 de noviembre de 1810, pero siete meses más tarde, el 20 de junio de 1811 se produjo el desastre en Huaqui con la huida masiva de las tropas criollas.
Este hecho supuso el destierro de Castelli quien soportó un juicio en su contra por su responsabilidad por la derrota patriota. A principios de1812, comenzó a sentir fuertes molestias en su boca, hasta que finalmente fue diagnosticado con cáncer de lengua.
El juicio prosiguió, la defensa de Castelli fue realizada por Bernardo de Monteagudo y Nicolás Rodríguez Peña. Se le sumaron cargos y sospechs como si “mantuvo trato carnal con mujeres, o si se entregó al vicio de bebidas fuertes o al juego”.
El orador de la revolución murió el 12 de octubre de 1812, siendo enterrado en la Iglesia de San Ignacio, sin recibir honras oficiales. Su viuda, se vio en la necesidad de vender su chacra para honrar diferentes deudas. Su causa por la derrota en Huaqui no tuvo sentencia debido a su prematura muerte, mientras que el jefe militar en el Alto Perú, Antonio González Balcarce fue absuelto.
Castelli fue una figura prominente de los primeros años, en los cuales se comenzó a delinear una idea de país. Fue olvidado por muchas generaciones, acusado de haber sido jacobino e implacable con los enemigos. Según Nicolás Rodríguez Pena: “Castelli no era feroz ni cruel, Castelli obraba así porque estábamos comprometidos a obrar así todos. Lo habíamos jurado y hombres de nuestro temple no podían echarse atrás…nosotros seremos los verdugos, sean ustedes los hombres libres”.
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