Fines del siglo XV, el mundo se agranda
He mencionado en una nota anterior los conocimientos náuticos de Cristóbal Colón, a lo que debe agregarse el primitivo instrumental, comenzando por el principal o sea el reloj de arena, luego la brújula y el cuadrante, que es el que se ve en la foto, que era un antecesor del sextante. Con este simple instrumento que, como se ve, consistía en un péndulo, que al observar a la misma hora la posición solar o de alguna estrella brillante, se podía establecer la latitud de la embarcación mirando la graduación en el cuadrante, marcado por el péndulo.
Es posible entonces que estos hayan sido los instrumentos utilizados por el portugués Bartolomé Díaz, o Bartolomeu Días en portugués.
Este navegante que condujo la expedición que circunnavegó África fue la fase final de los viajes iniciados por el príncipe Enrique el Navegante en Segrés al sur de Portugal, donde este fundó una escuela de estudios geográficos de mapas medievales, el uso de la brújula en alta mar y contribuyó al diseño de una carabela para la exploración de la costa africana a partir de 1418.
Las exploraciones africanas de Portugal, le brindaron grandes beneficios, como el mayor conocimiento geográfico y el comercio con la costa de Guinea, como la trata de esclavos y este vil comercio les proporcionó enormes riquezas. Más adelante, con la ascensión al trono portugués de Juan II en 1481, se dio nuevo impulso a la exploración y para 1486, Diogo Cao había llegado al Cabo Cruz y al Cabo Negro un poco más al sur, en la desembocadura del río Congo.
Cabe decir que la aspiración mayor de Europa era el comercio con Oriente, desde que, a través de Marco Polo se conocieron las especias que provenían de allí. Los países europeos conocieron la pimienta, el comino, la canela y el té
Un solo cargamento de estos preciados condimentos, valía una gran fortuna y enriquecía de por vida a quien lograse traerlas. Sin embargo, allí precisamente radicaba el problema. La flota otomana desde la caída de Constantinopla en 1453, controlaba el Mediterráneo oriental y meridional, cerrando la ruta a Oriente o el denominado “Camino de la especiería”
La situación de Castilla : En 1479 se firma entre Portugal y los reinos de Castilla y Aragón, el Tratado Alcacovas – Toledo poniendo fin a la Guerra por la Sucesión de Castilla, y dividiendo la exploración del Atlántico otorgando a Castilla la posesión de las Islas Canarias y a Portugal las Islas Azores, Madeira y Cabo Verde y Castilla aceptaba la exclusividad de tierras “descubiertas y a descubrir” por Portugal al Sur de Guinea. Nada dice sobre un límite fijado en un paralelo. Los reyes Isabel y Fernando hicieron cumplir a sus súbditos los términos del Tratado. Con licencia del rey de Portugal pudieron seguir comerciando con Guinea, de manera que no se estableció una línea demarcatoria para actividades comerciales.
Si bien quedaron por ese Tratado protegidas las exploraciones portuguesas en las costas de África, habiendo arribado al Golfo de Guinea, al que los portugueses denominaron “Costa de las fiebres” o “Costa de los esclavos”, en esta zona se produce un fenómeno de carácter permanente, que es la falta de vientos. En efecto, es esa una zona sin vientos, lo que les impedía seguir recorriendo las costas africanas más allá del Golfo de Guinea.
Pero en 1486, don Juan II puso al mando de Bartolomé Díaz una pequeña flota de 2 carabelas de 50 toneladas y una nave más chica que los acompañaba con agua y alimentos, alentado porque Diogo Cao había logrado llegar al Sur, hasta la desembocadura del río Congo, partiendo de Lisboa en julio de 1487. El 8 de diciembre de ese año llegó al Golfo de Conceicao en Namibia, mereciendo ese nombre por haber llegado el día de la Inmaculada Concepción. Bartolomé Díaz al zarpar de lo que es hoy Porto Alexandre, Angola dejó atrás el barquito de abastecimientos para que no entorpeciera la navegación y pudiera reabastecerlos al regreso. Pero para el mes de diciembre, Díaz ya había superado el punto alcanzado por Diogo Cao. Como avanzaban muy lentamente, se alejaron de la costa hacia el Oeste buscando vientos, cosa que lograron durante un tiempo, pero luego los tomó una borrasca que los sacó mar afuera; los barcos trazaron un amplio arco perdiendo de vista las costas de África, y cuando amainó la tormenta que duró varios días, viraron hacia el Este en busca del continente sin hallarlo. Tuvieron que poner rumbo al Norte hasta encontrarlo (habían logrado el objetivo de Portugal de rodear el cabo Sur de África). Ahora quedaba abierto el camino hacia el ansiado Oriente. Bartolomé Díaz denominó al cabo al Sur de África “Cabo de las Tormentas”. Sin embargo, no prevaleció ese nombre. Juan II consideró tétrico ese nombre y lo denominó “Cabo de Buena Esperanza”.
Aunque Díaz quería seguir viaje, los demás oficiales y el resto de la tripulación se negaron porque fueron de la opinión unánime de regresar a Portugal, por lo que tuvo que aceptar el criterio mayoritario y regresar. Pusieron una demarcación en el Cabo y pusieron luego rumbo al Norte. Arribaron a su barco de suministros en julio, tras nueve meses de ausencia y supieron que seis de los nueve tripulantes habían muerto en enfrentamientos con los nativos. El pequeño navío estaba podrido por gusanos, así que descargaron las provisiones necesarias y lo quemaron en la playa. Arribaron a Portugal en diciembre de 1488 tras una ausencia de dieciséis meses.
Este viaje tendría gran importancia futura, no solamente por tener la exclusividad del comercio con Oriente para los portugueses monopolizando el comercio de las especias y el té de Ceilán, sino que le serviría como antecedente para su reclamación en el descubrimiento de América, que será motivo de otra nota.

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