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    El ocaso de Manuel Belgrano después del desastre de Vilcapugio

    El otrora Padre de la Patria Manuel Belgrano (a partir de las décadas del 30 y 40 del siglo pasado fue desplazado por José de San Martín) fue uno de los hombres más relevantes y comprometidos por los ideales de un país en plena construcción, dejando en segundo plano sus intereses personales en pos del bien común.

    25 de octubre de 2025 - 22:30
    El ocaso de Manuel Belgrano después del desastre de Vilcapugio
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    Belgrano realizó en España estudios sobre derecho en las universidades de Salamanca y Valladolid, graduándose en 1793. Durante su formación de abogado, se apasionó por la economía política, que estaba influenciada por las ideas económicas europeas. En aquella época, el estudio de la economía estaba incluido en las carreras de derecho, por lo que los juristas eran considerados como economistas. 
    Al regresar a Buenos Aires, se desempeñó como Secretario Perpetuo del Consulado de Comercio, desde donde difundió sus ideas económicas a través de publicaciones como las “Memorias del Consulado” y el periódico Correo de Comercio.
    Las circunstancias imperantes de mayo de 1810, lo llevaron a empuñar las armas, a pesar de sus exiguos conocimientos en las artes militares. Condujo la expedición militar al Paraguay. En su travesía hacia tierras guaraníes fundó dos pueblos: Mandisoví y Curuzú Cuatiá. La campaña culminó en un fracaso rotundo desde los puntos de vista militar y político, ya que la derrota impidió incorporar a la provincia paraguaya a la causa patriótica. Las batallas de Paraguarí y Tacuarí marcaron la retirada de las tropas comandadas por Belgrano, que, a pesar de ello logró retirarse con el respeto de sus adversarios, quienes consideraron su comportamiento intachable.
    En Buenos Aires, le esperaba un proceso judicial por la derrota militar absuelto de culpa y cargo, ya que sus subordinados declararon en favor de sus acciones militares y morales.
    Posteriormente, sus hitos más importantes fueron la creación de la Bandera Nacional, izada por primera vez, el 27 de febrero de 1812; el Éxodo Jujeño, cuando comandó la retirada del ejército y la población de Jujuy, para evitar que las fuerzas realistas tomaran la ciudad y sus recursos y las cruciales victorias en las Batallas de Tucumán y Salta.

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    Vilcapugio y Ayohuma
    El 1 de octubre de 1813, ocurrió el “desastre de Vilcapugio” en la segunda Campaña al Alto Perú, en el cual el ejercito del Norte a su mando fue derrotado por las fuerzas realistas a cargo de Joaquín de la Pezuela. La madrugada del 1 de octubre, el ejército realista sorprendió a las tropas patriotas en la pampa de Vilcapugio. 
    Las fuerzas patriotas, compuestas por unos 3500 hombres, intentaron repeler el ataque realista. La caballería criolla inicialmente logró contener la ofensiva realista, y por un momento la batalla pareció victoria para el Ejercito del Norte, pero un error en la señalización del clarín provocó el desorden y la huida de las tropas patriotas cuando el triunfo era posible. Pese a los intentos de Belgrano por revertir la situación, sus fuerzas no pudieron reponerse del desbande. El desenlace de la contienda sería una importante derrota para el bando patriota, que perdió a muchos hombres y gran parte de su armamento. 
    El 14 de noviembre de 1813 se desarrolló la Batalla de Ayohuma con una nueva derrota militar que marcaría la perdida patriota del Alto Perú y el control de las minas de Potosí. 
    Luego de las dos derrotas mencionadas precedentemente, Manuel Belgrano fue relevado del Ejército a su mando. Fue enviado a Europa en misión diplomática con el fin de buscar apoyo para la independencia, sin que pudiese lograr resultados positivos. Regresó para participar en el Congreso de Tucumán de 1816.
    Pasó los últimos meses de su vida en el norte, en Tucumán, enfermo y en una situación de extrema pobreza. A pesar de su debilitado estado de salud, su vida en 1819 se caracterizó por su dedicación a la causa patriota, aunque también tuvo la oportunidad de conocer a su hija, Manuela Mónica del Corazón de Jesús, nacida de su relación con María de los Dolores Helguera.
    Belgrano murió en la pobreza extrema el 20 de junio de 1820 en su casa de Buenos Aires, donde había nacido. La causa de su fallecimiento fue un edema, como consecuencia de una insuficiencia cardíaca agravada por las enfermedades que padeció, como paludismo y sífilis. La autopsia también reveló un tumor en el epigastrio, un hígado y bazo agrandados, riñones desorganizados, pulmones colapsados y un corazón hipertrofiado. 
    La jornada de su defunción es recordada como el “Día de los Tres Gobernadores”, cuando Buenos Aires tuvo efímeramente tres titulares del poder ejecutivo: Ildefonso Ramos Mejía, el Cabildo de Buenos Aires, y Estanislao Soler. Su funeral fue modesto, tapado por las difíciles circunstancias anteriormente descriptas, pero un año después se le realizó un funeral cívico en su honor.
    Belgrano es un prócer vigente, un ejemplo para los argentinos que procuran que valores nobles sean llevados a la práctica por los hombres y mujeres públicos, ilusionándose con un país mejor.

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    Juan Ignacio Garasino
    Juan Ignacio Garasino
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