4 de septiembre: Día del Inmigrante
Heredé la capacidad de soñar de mis abuelos INMIGRANTES de la lejana Ucrania, colonizados en agosto de 1908 en la colonia Santa Isabel, Entre Ríos. Ellos fueron: Paternos: Adolfo Gorskin y Rebeca Hiskin. Maternos: Isaac Nijamkin y Teresa Borisonik.
Solían reflexionar que se debe obtener el sustento de la tierra, como indica la biblia, y dignamente alimentar la familia.
Trajeron su identidad, los rollos de la sabiduría y, entre las manos curtidas de tanto desesperar, unas semillas y los pasos de danza para alegrar las futuras cosechas.
Llegaron al Mar Dulce como a un nuevo Ararat donde inventar la patria prometida en un camino de hombres.
Sembraron la tierra y la ciudad con salmos y con buena letra, y fueron campesinos, obreros, cuentapropistas, visionarios de toda empresa, poetas, músicos, pioneros para nuestros tiempos.
Y los pioneros no se apagan en un parpadeo de sol!!
Siguen viviendo en la historia y el recuerdo de cada uno de nosotros, en la fe, en el humor, en el gesto solidario, y en la esperanza nuestra de cada día.
Cito al premio Nobel de literatura del año 1950, Bertrand Russell:
“Este tiene que ser un mundo en el cual el cariño pueda obrar libremente, el amor este purgado del instinto de la dominación; la crueldad y la envidia hayan sido disipadas por la alegría y el desarrollo ilimitado de todos los instintos constructivos de vida que la llenen de delicias espirituales. Un mundo así es posible. Espera solamente que los hombres quieran crearlo.”

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