Hipertensión en jóvenes: una enfermedad silenciosa que se puede prevenir
Cada vez más frecuente entre los 19 y 25 años, la presión arterial elevada preocupa a los especialistas. La detección temprana y los hábitos saludables son claves para evitar complicaciones futuras.
La hipertensión arterial, comúnmente asociada a los adultos mayores, está apareciendo con mayor frecuencia en adolescentes y jóvenes de entre 19 y 25 años. Así lo advirtieron las doctoras Karina Greco, directora de Atención Primaria de la Municipalidad, y Yanina Roman, directora de la Asistencia Pública, en diálogo con el diario El Heraldo. “El problema es que los jóvenes no suelen consultar. Y al no hacerse controles, es difícil llegar al diagnóstico. La hipertensión no da síntomas al principio, por eso la llamamos una enfermedad silenciosa”, explicó Greco.
Según señalaron las profesionales, el sobrepeso, la obesidad y el sedentarismo son factores directamente relacionados con la presión alta en este rango etario. “Se trata de un círculo: menos actividad física significa más obesidad, y con eso aumenta el riesgo de hipertensión. A esto se suman los malos hábitos de alimentación y la predisposición genética en quienes tienen padres hipertensos”, detalló Roman.
Prevención desde los 18 años
Las especialistas remarcaron que los controles de presión deben comenzar a partir de los 18 años, incluso en personas jóvenes y aparentemente sanas. “Si hay antecedentes familiares de hipertensión, el riesgo es mayor. Pero eso no significa que sea inevitable: con buenos hábitos se puede prevenir que aparezca en la adultez”, subrayaron.
El diagnóstico se realiza de manera sencilla y económica con el tensiómetro y el estetoscopio, aunque debe hacerse correctamente y en varias ocasiones para confirmar valores elevados.
Consecuencias a futuro
No controlar la presión en la juventud puede traer complicaciones graves a mediano y largo plazo. “La hipertensión sostenida puede dañar el corazón, el cerebro y los riñones. Infartos, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia renal son algunas de las consecuencias”, alertó Greco.
Hábitos que hacen la diferencia
Las doctoras coincidieron en que el principal tratamiento preventivo está al alcance de todos. Una alimentación saludable, reduciendo el consumo de sal, productos envasados, ultraprocesados, gaseosas y pastelería, es fundamental. A eso se suma la actividad física regular, que no necesariamente implica un gimnasio costoso: con caminar al menos 30 minutos diarios de manera sostenida ya se obtienen beneficios. Y junto a ello, los controles médicos periódicos, especialmente en jóvenes con antecedentes familiares, resultan claves para detectar y revertir a tiempo la hipertensión. “Los jóvenes creen que la presión alta es cosa de adultos, pero no es así. La mayoría de los casos se pueden evitar o revertir con cambios en el estilo de vida. Y cuanto antes se empiece, mejor”, remarcaron. Además, recordaron que los centros de salud municipales cuentan con médicos generalistas, clínicos y nutricionistas que trabajan en conjunto para orientar a los pacientes y acompañar en la adopción de hábitos saludables. “Hay que tomar conciencia desde la juventud. La enfermedad cardiovascular sigue siendo la principal causa de muerte en Argentina, y la hipertensión es un punto de partida que podemos prevenir”, concluyeron.
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