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    León XIV: “El tesoro está en el corazón, no en las cajas fuertes terrenas”

    "No somos máquinas, tenemos un corazón; o mejor dicho, podríamos decir, somos un corazón", dijo el Papa durante la audiencia general en la Plaza de San Pedro. El papa León XIV criticó los sistemas económicos actuales que ponen el beneficio por encima de la vida, invitando a valorar la dimensión espiritual y las relaciones humanas.

    18 de diciembre de 2025 - 17:00
    León XIV: “El tesoro está en el corazón, no en las cajas fuertes terrenas”
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    "El verdadero tesoro no está en las arcas de la tierra, no está en las grandes inversiones financieras, nunca tan temeraria e injustamente concentradas como hoy, idolatradas a costa sangrienta de millones de vidas humanas y de la devastación de la creación de Dios", denunció durante la audiencia general de este miércoles 17 de diciembre en la Plaza de San Pedro.
    León XIV advirtió, ante miles de peregrinos, sobre el riesgo de que los seres humanos se conviertan en "máquinas", perdidos en un "torbellino" de actividades que no llenan el corazón, y criticó duramente la concentración de la riqueza financiera.
    "El verdadero refugio del corazón no reside en la posesión de los bienes de este mundo, sino en alcanzar aquello que puede colmarlo por completo: Dios, que es Amor", afirmó.
    No somos máquinas, somos corazones
    Refiriéndose al pasaje del Evangelio de San Mateo sobre acumular tesoros no en la tierra sino en el cielo, León XIV señaló que una característica de la vida humana es el movimiento constante, que a menudo se transforma en el ajetreo de los asuntos cotidianos. 
    "Debemos asumir muchas responsabilidades, resolver problemas y afrontar dificultades. Jesús también se involucró en los asuntos humanos, sin escatimar esfuerzos, sino entregándose hasta el final", señaló León XIV.
    Añadió, sin embargo, que demasiada actividad, en lugar de hacernos sentir realizados, se convierte en un "torbellino vertiginoso que nos roba la paz y nos impide experimentar plenamente lo que es verdaderamente importante en nuestra vida".
    El Papa observó que al final de nuestros días a menudo nos sentimos vacíos. Respondiendo a su propia pregunta sobre por qué sucede esto, el Papa respondió: "Porque no somos máquinas, sino que tenemos un corazón, y más aún, podemos decir que somos un corazón".
    Inversiones a costa de vidas humanas
    Siguiendo al evangelista Mateo, el Papa invitó a reflexionar sobre la importancia del corazón en el contexto de la afirmación de Jesús: "Donde esté su tesoro, allí estará también su corazón".
    "Es, por tanto, en el corazón donde se custodia el verdadero tesoro, no en las cajas fuertes terrenas, no en las grandes inversiones financieras, que hoy, como nunca antes, se concentran loca e injustamente, idolatradas a costa sangrienta de millones de vidas humanas y de la destrucción de la creación de Dios", afirmó el Santo Padre.
    La inquietud del corazón conduce a Dios
    Para evitar caer en la desesperación y la falta de sentido que afligen incluso a los aparentemente exitosos, el Papa recordó el significado del adjetivo "inquieto", que San Agustín usó para describir el corazón humano en su famosa afirmación: "Porque nos creaste para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti".
    Según el Papa, esta inquietud es signo de que nuestro corazón no se mueve de forma caótica, sin rumbo y sin dirección, sino que se orienta hacia su objetivo último, que es "volver a casa".
    Tu vecino te pide que lo mires a los ojos
    "El verdadero refugio del corazón no reside en la posesión de bienes terrenales, sino en alcanzar aquello que lo llena por completo, es decir, el amor de Dios, o mejor dicho, de Dios que es Amor", dijo el Papa. 
    "Este tesoro, añadió, sin embargo, solo se encuentra amando al prójimo que encontramos en el camino: hermanos y hermanas de carne y hueso, cuya presencia conmueve e interpela nuestros corazones, invitándolos a abrirse y a entregarse como don. El prójimo nos pide que reduzcamos el ritmo, que lo miremos a los ojos, a veces que cambiemos de planes, quizás incluso de rumbo".
    Enfatizó que el corazón humano no puede vivir sin esperanza, sin la conciencia de que fue creado para la plenitud, no para la carencia. Y este corazón no se decepcionará "si entra en el dinamismo del amor para el que fue creado". (AICA)

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