Concordia recibirá la Misión Diocesana de Verano 2026
Del 4 al 12 de enero de 2026, la ciudad de Concordia será escenario de una intensa experiencia de fe y compromiso comunitario con la llegada de 240 misioneros provenientes de toda la diócesis, en el marco de la Misión Diocesana de Verano. Bajo el lema “Misioneros de esperanza entre los pueblos”, la propuesta reunirá a hermanos y hermanas de las cuatro zonas pastorales, a los que se sumarán participantes de las diócesis de Gualeguaychú, Paraná y Santa Fe.
La misión se desarrollará en diez comunidades parroquiales de la ciudad: Nuestra Señora de Pompeya, Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora del Valle, Nuestra Madre de la Merced, San Pedro, Nuestra Señora de Fátima y Nuestra Señora de Itatí. A estas se incorporan este año la Catedral, San Francisco e Inmaculada Concepción, ampliando así el alcance territorial y pastoral de la iniciativa.
Durante esos días, los misioneros recorrerán los barrios, visitarán los hogares y compartirán celebraciones y encuentros con niños, jóvenes y adultos, con el objetivo de fortalecer los vínculos comunitarios y llevar un mensaje de cercanía, escucha y esperanza a cada familia.
Uno de los momentos más significativos de la Misión Diocesana de Verano será la participación en la Clausura Diocesana del Año Jubilar, que tendrá lugar el lunes 6 de enero a las 20:00 en la Catedral de Concordia. La celebración estará presidida por el obispo diocesano, monseñor Gustavo G. Zurbriggen, y concelebrada por sacerdotes y diáconos junto al pueblo fiel. Este acontecimiento se presenta como un fuerte signo de comunión y misión para toda la Iglesia local.
La iniciativa se enmarca en las metas pastorales que la diócesis se ha propuesto para los próximos años: ser una Iglesia en salida, que escuche y acoja a todos, y que abrace, acompañe y otorgue un rol protagónico a los jóvenes.
En la recta final de los preparativos, el equipo de Animación Misionera trabaja de manera articulada con las comunidades parroquiales para conocer sus realidades concretas y adecuar las propuestas a las necesidades de cada barrio. La misión se plantea, así, como un camino de cercanía y escucha, donde la tarea evangelizadora se vive como un proceso compartido de fe y esperanza, en diálogo permanente con la vida cotidiana de la comunidad.

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