La paradoja argentina: dólar a la baja, pero el país cada vez más caro en dólares
En el complicado panorama económico argentino, uno de los fenómenos más desconcertantes es la contradicción aparente entre la caída del valor del dólar libre (de mercado) y la creciente percepción de que el país se ha convertido en uno de los destinos más caros del mundo, cuando se mide en dólares. Esta paradoja refleja la complejidad de la economía nacional, producto de la interacción de diversos factores macroeconómicos que, a primera vista, parecen contradecirse.
El Dólar Bajo y el Atraso Cambiario: En los últimos años, el gobierno argentino ha implementado una serie de medidas para controlar el tipo de cambio oficial, buscando evitar una devaluación descontrolada del peso frente al dólar. En este marco, el peso ha sufrido una devaluación que no ha estado a la par de la inflación interna. Este fenómeno se denomina atraso cambiario, es decir, cuando el tipo de cambio oficial se mantiene por debajo de lo que debería estar si se ajustara por inflación y otros factores económicos.
El atraso cambiario genera efectos mixtos en la economía. Por un lado, hace más competitivas las exportaciones argentinas, pues los productos nacionales se vuelven más baratos para los compradores internacionales. Por otro lado, incrementa el costo de las importaciones, lo que ejerce presiones inflacionarias adicionales. Esta desalineación entre el tipo de cambio oficial y la inflación interna crea distorsiones que afectan tanto a consumidores como a inversores.
La inflación en Argentina, que superó el 211 % anual en 2023, actúa como el principal motor del aumento de precios. No obstante, cuando se mide el costo de vida en dólares, la devaluación del peso no logra compensar la rapidez de la inflación interna. Como resultado, aunque el tipo de cambio oficial haya disminuido en términos nominales, el poder adquisitivo de los salarios y el costo de los bienes y servicios siguen una tendencia alcista, haciendo que vivir en Argentina sea cada vez más caro en dólares.
Esta situación genera una contradicción: aunque el dólar baja frente al peso, el costo de vida en el país aumenta cuando se mide en dólares. Los turistas o aquellos que comparan precios desde el exterior se enfrentan a la realidad de que, a pesar de un tipo de cambio favorable en pesos, los precios de productos básicos y servicios como alimentos, transporte o vivienda están a niveles similares o incluso superiores a los de otros países de la región.
Un claro ejemplo de esta paradoja ocurrió hace unos meses en nuestra propia ciudad, cuando miles de turistas uruguayos, atraídos por el favorable tipo de cambio en Argentina, aprovecharon la diferencia de precios para realizar compras y disfrutar del turismo, lo que generó una leve reactivación económica en la ciudad. Sin embargo, este fenómeno cambió drásticamente cuando, de un día para el otro, el atraso cambiario en Argentina hizo que los precios, en términos de dólares, se encarecieran considerablemente. Esto provocó que los productos y servicios en Argentina perdieran competitividad frente a la economía uruguaya, ya que, al quedar más caros en dólares, dejó de ser atractivo para los uruguayos seguir viniendo a nuestro país. Esta disminución abrupta de las visitas reflejo cómo las variaciones del tipo de cambio pueden alterar rápidamente las decisiones de los turistas.
Una forma de poder apreciar como esta nuestro país caro en dólares basta ver el Índice Big Mac, que es un indicador económico creado por la revista The Economist en 1986, que permite comparar el poder adquisitivo entre diferentes países utilizando el precio de una hamburguesa Big Mac de McDonald’s como referencia. Este índice se basa en la teoría de la paridad del poder adquisitivo (PPA), que sostiene que en un mercado eficiente, el mismo bien debería tener un precio similar en diferentes países cuando se expresa en una moneda común. Según este índice, Argentina ocupa el segundo lugar en América Latina en cuanto al costo de un Big Mac. En la última medición, el precio en Argentina es de aproximadamente USD 5,32, lo que refleja una sobrevaluación significativa del peso argentino, considerada la sexta más alta del mundo frente al dólar.
Un aspecto interesante de la actual situación es la estrategia económica del presidente Javier Milei. Durante su campaña, Milei defendió la dolarización de la economía y calificó al peso argentino como un “excremento”. Sin embargo, la política aplicada hasta ahora ha llevado a una apreciación del peso, lo que ha contribuido a que Argentina se haya vuelto más caro en dólares.
Milei y su equipo advierten que, si el tipo de cambio sigue donde está hoy, la inflación en dólares podría superar el 110% en 2024. En sus propias palabras: “Si a principios de año necesitabas 100 dólares para pagar la luz, para fin de año necesitarás entre 200 y 210 dólares”. Muchos economistas sostienen que este tipo de cambio, con el atraso cambiario actual, no beneficia ni a los productores nacionales ni a los exportadores. La economía está condenada a sufrir un estancamiento hasta que se corrija esta desalineación, lo que probablemente llevará a una devaluación del peso y un posterior repunte inflacionario.
La paradoja de un tipo de cambio bajo y un país caro en dólares no es exclusiva de Argentina. Un ejemplo similar lo encontramos en Turquía, que durante años sufrió una devaluación de su moneda, la lira, mientras la inflación interna aumentaba vertiginosamente. A pesar de que la lira se devaluó frente al dólar, el costo de vida dentro de Turquía, especialmente en bienes y servicios básicos, siguió creciendo. Los turistas y observadores extranjeros podrían haber percibido a Turquía como un destino barato por la devaluación, pero los residentes locales vieron cómo los precios se disparaban, dejando claro que la devaluación no beneficiaba al poder adquisitivo interno.
O sea, la paradoja argentina, en la que el dólar baja pero el país se vuelve más caro en términos internacionales, es el resultado de una combinación compleja de factores económicos, como la inflación, las políticas cambiarias y los impuestos internos. Aunque a primera vista parezca una contradicción, la realidad es que, en contextos de alta inflación y controles cambiarios, la economía local puede volverse más cara, incluso cuando el tipo de cambio nominal disminuye.
Para revertir esta situación y mejorar la competitividad del país, Argentina debe implementar políticas que alineen el tipo de cambio con la realidad inflacionaria interna. Esto permitiría un ajuste en los precios y restauraría la confianza en la economía, tanto para los consumidores como para los inversionistas. De lo contrario, la economía continuará siendo vulnerable a las distorsiones, lo que obstaculizaría el crecimiento económico y la atracción de turistas o inversiones extranjeras. La corrección del tipo de cambio y el control de la inflación son pasos fundamentales para asegurar un futuro económico más estable y próspero para Argentina.
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