A Un Año de Milei: El Desafío de Equilibrar Crecimiento y Desigualdad
En diciembre de 2024, se cumple un año del gobierno de Javier Milei en Argentina, quien asumió con la promesa de transformar profundamente la economía nacional. Con su propuesta de dolarización, la eliminación de impuestos a las exportaciones y una drástica reducción del tamaño del Estado, la administración de Milei ha generado grandes expectativas en ciertos sectores económicos, mientras que otros enfrentan serios desafíos.
Al primer año, es posible identificar claramente a los ganadores y perdedores de las reformas económicas, mientras se plantea una interrogante central: ¿podrá este modelo lograr una verdadera inclusión de todos los sectores de la economía y evitar una mayor conflictividad social y económica?
Los sectores ganadores:
El sector financiero es, sin duda, uno de los principales beneficiarios de las reformas propuestas. La medida de dolarización, si bien implica una pérdida de soberanía monetaria, elimina el riesgo cambiario para los ahorristas y empresas, proporcionando estabilidad a una economía que históricamente ha sufrido de fuertes fluctuaciones de su moneda. Este cambio puede atraer inversiones extranjeras, dado que la desregulación del movimiento de capitales facilitaría la entrada de fondos internacionales.
El sector agroindustrial ha recibido con optimismo la promesa de eliminar las retenciones a las exportaciones. Esta medida aumentaría la competitividad de los productos argentinos en los mercados internacionales, mejorando los márgenes de los productores y fortaleciendo las economías regionales. A pesar de la complejidad de la transición, los productores esperan aprovechar las condiciones favorables para expandir sus exportaciones.
Por otro lado, los sectores de energía y minería también parecen estar entre los grandes ganadores de las reformas. La reducción de las regulaciones en áreas clave como la minería, y el fomento de un ambiente más amigable para la inversión privada, podrían reactivar proyectos de exploración y explotación de recursos naturales. La llegada de inversiones extranjeras a estos sectores podría, además, generar empleo y desarrollo económico en regiones tradicionalmente marginadas.
El cambio en la política económica también favorece a las empresas exportadoras y al sector tecnológico. La eliminación de impuestos y la simplificación de la carga impositiva se presentan como una oportunidad para las empresas que se orientan al mercado internacional. La estabilidad que ofrecería el dólar también resulta un atractivo para las empresas tecnológicas, que podrían ver un escenario más claro para crecer, innovar y expandirse a nivel global.
Los sectores perdedores:
Sin embargo, no todos los sectores están celebrando los primeros meses de la gestión de Milei. Los sectores dependientes de la protección arancelaria y aquellos que dependen del mercado interno son algunos de los grandes perdedores.
Las industrias manufactureras, que hasta ahora se habían beneficiado de un régimen proteccionista, podrían enfrentar una competencia desleal de productos importados más baratos. Esto podría forzar a muchas empresas a reducir personal o incluso cerrar sus puertas, aumentando la desigualdad en el acceso a empleos formales y afectando la capacidad de producción nacional.
En este mismo sentido, las pymes y los trabajadores del sector informal se encontrarán en una situación difícil. Con menos subsidios y un entorno de mayor competencia, muchas pequeñas y medianas empresas podrían verse obligadas a desaparecer, dejando a una parte significativa de la población laboral en la precariedad.
Los sectores de servicios públicos, como la energía, el transporte y el agua, también podrían enfrentar serios desafíos. La propuesta de privatización de estos servicios y la liberalización de tarifas, en la búsqueda de eficiencia, podría llevar a aumentos en los precios de bienes y servicios básicos.
Esto afectaría especialmente a los sectores más vulnerables, creando una mayor división entre quienes pueden acceder a estos servicios y quienes no, generando una mayor resistencia social, sobre todo entre aquellos sectores de la población que ya se encuentran en situaciones económicas precarias.
Además de los sectores mencionados, los trabajadores en relación de dependencia se presentan como otro de los grandes perdedores en este primer año de gestión de Milei, especialmente en relación con la inflación. La inflación sigue siendo un obstáculo significativo para los trabajadores, quienes enfrentan un incremento constante de los precios de los bienes y servicios básicos, sin que los salarios logren acompañar este ritmo. Así, muchos empleados formales pierden capacidad de compra, generando un ciclo de empobrecimiento para aquellos que no tienen acceso a los sectores más dinámicos de la economía.
¿Un Modelo Sostenible?
En medio de estos ganadores y perdedores, surge la gran interrogante: ¿podrá el modelo económico de Milei generar una verdadera inclusión de todos los sectores de la economía? A medida que los sectores más competitivos se benefician de un entorno económico más liberal y dolarizado, los sectores más vulnerables podrían quedar rezagados, incrementando la precariedad de las pequeñas y medianas empresas y de los trabajadores informales.
Si bien las medidas pueden promover el crecimiento de ciertos sectores de la economía, se necesita una estrategia que garantice que los sectores más afectados no queden atrás.
En conclusión, el primer año de gestión de Milei ha mostrado que el país se encuentra en una encrucijada: un rumbo hacia una economía más competitiva y abierta, pero también un escenario repleto de desafíos para aquellos sectores que deben adaptarse rápidamente o enfrentar la exclusión. Si la política económica logra equilibrar las necesidades de los ganadores con las de los perdedores, evitando un aumento de la conflictividad social y económica, será posible avanzar. De lo contrario, las desigualdades podrían profundizarse, amenazando la ya frágil estabilidad política y económica del país.
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