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    Victoria y el Berlín posterior a la Segunda Guerra Mundial

    ENTRE PÁGINAS Y PANTALLAS

    23 de agosto de 2025 - 17:30
    Victoria y el Berlín posterior a la Segunda Guerra Mundial
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    El final de la Segunda Guerra Mundial trajo como consecuencia, entre otras cuestiones la división de Berlín, la que había sido sucesivamente la capital del Reino de Prusia, del Reich alemán (hasta el final de la Primera Guerra Mundial), de la República de Weimar (entre las dos Guerras Mundiales) y del Tercer Reich, en la Alemania Nazi.
    Los cuatro países que conformaron el sector aliado se hicieron cargo de Berlín luego de la caída del régimen Nazi. Francia, Inglaterra y los Estados Unidos en 1948 conformaron, en la parte occidental de Berlín, lo que se conoció como la República Federal de Alemania y el este de la ciudad terminó siendo la capital de la República Democrática Alemana, bajo dominación soviética.
    La convivencia entre los dos sectores que establecieron lo luego fuera conocido como guerra fría fue paulatinamente enmarañándose, hasta que el 13 de agosto de 1961 se construyó el muro que separó a Berlín en los dos bandos con la consiguiente deshumanización para los habitantes de la ciudad, que en su mayor parte se encontraban impedidos de transitar de un lado a otro, bajo riesgo de perder su vida.
    Algunos libros recrearon esos años, pero en su mayor parte desde la edificación del muro focalizando la acción en la incursión de los espías, partícipes necesarios para la disputa de la conflagración.  Así, entre otros, John Le Carré, seudónimo de David John Moore Cornwell, miembro del cuerpo diplomático inglés (en realidad el M16 o SIS, el servicio secreto o servicio de inteligencia británico) hasta el 1964, año en que  publicó “El espía que vino del frío”, ambientado en el Berlín con el muro recientemente construido. En 1965, Martin Ritt dirigió la película homónima, basada en la novela de Le Carré e interpretada por Richard Burton como el agente británico Alec Leamas.
    Sin embargo, no hay muchos libros de ficción que reflejen la vida en Berlín en el intervalo entre el final de la Segunda Guerra y la instalación del muro, el comienzo de la guerra fría o la disputa del botín por parte de los vencedores. 
    Victoria, reciente novela de Paloma Sanchez-Garnica, ganadora del Premio Planeta en el año 2024 (el más importante en lengua castellana -dotado de un millón de euros), es una de las pocas que alude a ese período con una ficción que combina la cotidianeidad dramática de los berlineses en una ciudad destruida y sus habitantes sumidos en la miseria, con las intrigas, confabulaciones y riesgos que los sectores dominantes imponían sumiendo también en ello a parte de la población.
    La historia hace centro neurálgico en Victoria Kiesler, joven alemana que ha estudiado criptología y diseñado un sistema de cifrado de mensajes pergeñado con el profesor Seegers, pero sobrevive cantando en el club Kassandra de su amiga Charlotte. Al comienzo de la novela vive con su hermana Rebecca y su hija Hedy. El padre de su hija era, el coronel Von Ribbeck, un oficial alemán, que había sido encarcelado por los rusos al final de la guerra. El capitán Robert Norton es un exagente del FBI que cumple funciones en el Servicio de Seguridad de los Estados Unidos en Alemania, luego de una tragedia familiar en su país natal por la cual perdió a su hijo en un incendio provocado por miembros del Ku Klux Klan entre los que estaban su propio cuñado. 
    Otro personaje es Dimitri Lugovoy, jefe de la policía secreta soviética que se involucra con Rebecca, lo que distancia a las dos hermanas. Victoria desconfía del ruso, mantiene una relación con Norton a quién le confía el sistema de encriptado que venía desarrollando y con el que se unirá en Nueva York, más adelante. 
    Por un lado, aparece entre las dos hermanas las diferencias entre funcionalidad e ideología. Victoria busca con pragmatismo salir de la miseria a que se ven sometidas en esa Berlín, donde incluso ella y su hermana habían sido violadas por oficiales soviéticos. Rebecca, que incursiona en la zona este, y, en parte por influencias de Lugovoy, adhiere a las ideas socialistas, adoptando una posición férrea de defensa de las mismas.
    Por otro lado, al trasladar la autora la acción a Estados Unidos, aparece la discriminación y el prejuicio racial en la imputación a un joven de color de un crimen que no cometió, las desigualdades sociales, las acciones criminales del Ku Klux Klan, la avanzada anticomunista del senador Joseph Raymond McCarthy y su estela de delaciones, encarcelamientos y persecuciones. Una cacería de brujas, de la derecha más recalcitrante. Era la época del asesinato disimulado en juicio de los esposos Ethel y Julius Rosenberg por el delito de pertenecer al Partido Comunista.  
    El mérito de la novela es evidenciar una época que fue dramática. En el Berlín que estaba entre escombros y que se tuvo que reinventar para luego de la caída del muro volver a reinventarse en una unificación que, al momento de la historia del libro, supone una febril utopía. Una ciudad que se debió re-difinirse y que, a partir del sometimiento y la sujeción a países extranjeros, tuvo que conformar un espíritu cosmopolita. En una posguerra que como todas es dolorosa y traumática y los reales vencedores son aquellos que obtienen ventajas económicas de las reconstrucciones edilicias y sociales. En el otro continente, un Estados Unidos dominado por sesgos imperialistas, que, la irrupción de un Kennedy carismático solo morigeran.
    Sanchez-Garnica utiliza un lenguaje simple y directo. Combina con cierto efecto adecuadas dosis de suspenso, romanticismo y drama. Tiene mucho de lo que en su momento se conocía como mecanismos de atracción en best-seller. La autora ha expresado que no ha querido conformar un relato histórico. Sin embargo, hay mucho de detalle vivencial a lo que le suma subrepticiamente alguna posición política que es inteligente analizar en función del criterio de cada lector. 
    Por otra parte, Sanchez-Garnica había publicado unos años antes, “Últimos días en Berlín”, novela con la cual fue finalista del Premio Planeta 2021. En este libro acude a parte de la vida ficticia de un emigrante ruso, Yuri Santacruz, que se radica en Berlín hacia 1933 desde San Petersburgo (en esos años Leningrado) huyendo de la revolución rusa, y llega a Alemania cuando se produce el nombramiento de Hitler como canciller.
    Respecto a “Victoria”, Sanchez-Garnica la había presentado a concursar el Premio Planeta, bajo el seudónimo de Anna Ajmátova, en homenaje a la poeta rusa perteneciente a la Edad de Plata de la literatura de ese país, en la década de 1910. Y la novela la presentó bajo el nombre “Buenas noches y buena suerte”, homenaje a la película que George Clooney realizó en homenaje a su padre y en la cual se narra el conflicto entre el presentador de televisión y periodista Edward R. Murrow y el senador McCarthy, situación a la que también alude Sanchez-Garnica en “Victoria”.
    Retomando “Victoria”, se evidencia el detalle con que la autora enuncia los lugares, reconocibles, de Berlín y el esfuerzo que expone en sumar referencias, datos, también de Nueva York e incluso de ciudades de Hungría; pero sobre todo Berlín es un desafío para involucrarse con la época y el tiempo del comienzo de la guerra fría y poder  así, reflexionar sobre los horrores de las consecuencias que cualquier conflagración produce, rescatando la lacerante iniquidad que se produce en el tejido humano en una sociedad que debe transitar sufrimiento, angustia y marginalidad. La autora en una Nota al final de la novela, alude a “los berlineses que habían sobrevivido al horror de las batallas de los últimos meses subsistían entre escombros, miseria y hambre”.
    Y en otro párrafo, añade “tal vez tengamos demasiadas cosas en común con un pasado que creemos superado, liberados de los males de un tiempo en que la barbarie, la injusticia y la infamia campeaban sin apenas trabas. El conocimiento del pasado permite una mirada comprensiva hacia la realidad presente”. Es importante esa reflexión en función que las consecuencias en la tierra, los cuerpos y los sentimientos arrasados y los negocios armamentísticos y de reconstrucción generados se siguen produciendo, sea en el desmembramiento de la ex Yugoslavia, sea en Kosovo, sea en Ucrania o sea en Gaza.

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    Gustavo Labriola
    Gustavo Labriola
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