La metáfora es un argumento que enaltece la precisión del mensaje. Es usada frecuentemente en numerosas instancias, incluso en forma coloquial, inadvertida e inconscientemente. Sin embargo, adquiere mayor relevancia cuando es utilizada en la poesía o en la literatura en general.
Se puede encontrar uno de los tantos ejemplos del sentido de las metáforas en las escenas en que el personaje de Pablo Neruda en “El cartero de Neruda” de Antonio Skármeta (texto llevado al cine en “El cartero” (1994) de Michael Radford), inspira a Mario Jimenez a encontrar las palabras figuradas que transmitan con elegante y diáfano sentido los conceptos cotidianos para, por ese medio, conquistar el corazón de su amada. Empleando para ello, las hortalizas, las frutas y los alimentos, como cuando refiera a: cebollas “redondas rosas de agua”, tomates “rojas vísceras, frescos soles”, atunes “enlutadas flechas” y ciruelas “pequeñas copas de ámbar dorado”.
Emir Kusturica, director de cine, nació en Sarajevo el 24 de noviembre de 1954, cuando esa ciudad formaba parte de la República Federativa Socialista de Yugoslavia (Tierra de los Eslavos del Sur). Su padre, Murat Kusturica era un serbio convertido al islam, pero Emir se hizo cristiano ortodoxo. Su primer acercamiento al cine fue un pequeño papel en “Valter brani Sarajevo” (1972) de Hajrudin Krvavac. Un año después viajó a Praga a estudiar en la escuela de cine y televisión de la Academia de Artes Escénicas (FAMU) de esa ciudad, donde estudiaron gran parte de los directores de cine checos y yugoslavos y, en la cual, Kusturica se graduó como cineasta.
En 1995 (hace treinta años), ese país se había disuelto y separado en repúblicas independientes, luego de la muerte del mariscal Josip Broz Tito y las cruentas guerras civiles posteriores derivaron en más de 130.000 muertos y dos millones de exiliados. En ese año, Kusturica realiza “Underground”, monumental ejercicio de la metáfora respecto a la historia de Yugoslavia desde la Segunda Guerra Mundial (con la invasión por parte de Alemania en 1941) hasta la desintegración política del país, por la que se cambió el mapa de la península de los Balcanes para siempre. Esa desintegración o fragmentación en partes o estados más pequeños y étnicamente homogéneos, que han sido hostiles entre sí y por alguna decisión política se habían mantenido unidos, generó un sustantivo usado luego como sinónimo de toda conflictividad que podría derivar en un desmembramiento territorial: balcanización. El término, en realidad ya derivaba de un conflicto similar en la zona en los años 1912 y 1913, pero la recreación de ese contexto, lo actualizó y universalizó.
Kusturica contaba con una importante carrera internacional (había obtenido el León de Plata por “¿Te acuerdas de Dolly Bell?” (1981) en el Festival de Venecia y la Palma de Oro del Festival de Cannes por “Papá está en viaje de negocios” (1985), película que también contaba con una nominación para el Oscar a la Mejor Película Extranjera y a su vez, había sido galardonado con el Premio al Mejor Director por “Tiempo de Gitanos” (1988) en el Festival de Cannes). Sus films ya exteriorizaban su carácter y su personal punto de vista, generando la consiguiente polémica por reflejar su percepción de la realidad de la región y su defensa del nacionalismo, sin descuidar una obsesiva, central y eficaz, navegación por el humor absurdo.
“Underground” comienza el 6 de abril de 1941, día de la invasión nazi al entonces Reino de Yugoslavia, en Belgrado cuando, durante la Segunda Guerra Mundial, dos amigos Marko Dren, un poeta y Petar “Blacky” Popara, se refugian, junto a su familia en un sótano para protegerse de los bombardeos de los alemanes. Incluso con Soni, el mono rescatado del zoológico bombardeado.
Lo que comienza como un verdadero acto humanitario se transforma en poco tiempo en una gigantesca farsa mantenida durante varios años. Los amigos, convencen a los que permanecen en el refugio (organizado como una auténtica ciudad subterránea), que la guerra no ha terminado, manteniéndolos bajo tierra durante décadas, mientras Marko asciende en la Yugoslavia comunista de Tito.
En esos años Marko involucra en la fabricación de armas a Blacky y al resto de los permanecen en el sótano con el argumento de colaboración con el esfuerzo bélico del país, cuando en realidad él comercia las armas en forma personal durante 20 años, convirtiéndose en un dirigente importante del partido Comunista y del gobierno. A la vez que mantiene relación con Natalia Zovkov, una mediocre actriz de teatro oportunista y arribista (de forma tal que no tiene pruritos en ser pareja de Blacky, relacionarse con Marko y con un jerarca nazi, en procura de su propio interés personal).
Marko y Petar, más allá de la ficción, representan a dos personas de la vida real: Aleksandar Rankovic y Sreten Zujovic, serbios vinculados con Tito. Rankovic, un especulador y Zujovic, un líder partisano durante la ocupación nazi de los Balcanes, luego Ministro de Finanzas y delegado en la ONU por Yugoslavia. Posteriormente, por oponerse a la posición antiestalinista de Tito, es separado del gobierno.
En la película, Marko convence al gobierno de inaugurar un monumento en homenaje al “fallecido” héroe de guerra Blacky (que en realidad permanecía en el sótano). Blacky, años después, consigue salir del escondite, descubre la falsedad de su amigo y, amenazándolo, pretende que éste se suicide, sumándose en esa escena, una nueva farsa.
El film continúa en una sucesión de hechos que adicionan humor absurdo y una constante interpelación a reinterpretar los hechos históricos con una mordacidad y crítica que, en un ejercicio febril de alegoría y metáfora, hablan de una región, en la cual, como reza el mensaje final, “había una vez, un país”. A propósito, Kusturica ha dicho: “Underground” es una película sobre cómo se fabrica la historia. Sobre cómo una mentira puede durar más que una guerra. Sobre cómo un país puede existir incluso cuando ya no existe”.
En el guion de Dusan Kovacevic (basado en una obra de teatro escrita 20 años antes), durante toda la trama, las metáforas adquieren un papel relevante. Incluso el final, con el trozo de tierra que se va desprendiendo de la orilla y se aleja, flotando en la corriente del río, es una representación de la separación de los países en los Balcanes.
La película, filmada en los estudios checos de Barrandov, obtuvo la segunda Palma de Oro de Cannes (donde se estrenó el 26 de mayo de 1995) para Kusturica, es provocadora y conmovedora; tiene una música atrapante de Goran Bregovic con fuertes condimentos gitanos y el tema “Ausencia” de la gran cantante caboverdiana Cesária Évora, “la diva de los pies descalzos”, por su costumbre de actuar descalza, en solidaridad con los desamparados y las mujeres y niños pobres de su país.
Kusturica es, también un músico que ha participado durante 24 años con su banda “No Smoking Orchestra”, influenciada por Goran Bregovic y el “Nuevo primitivismo”, la corriente creada en los años de transición de la Yugoslavia posterior a Tito, interpretando estilos varios y con la que ha realizado varias giras, actuando varias veces en Argentina. Incluso en el año 2005, grabó en vivo uno de sus discos en Buenos Aires.
El cine de Kusturica está indudablemente influido por algunos de sus directores preferidos y referentes: Federico Fellini, Luis Buñuel, Andrei Tarkovski, Milos Forman y Jean Renoir. Por su admiración a Maradona, realizó el documental “Maradona by Kusturica” (2008) y en el 2014 se acercó al Pepe Mujica en “El Pepe, una vida suprema”. Sus ficciones muestran un autor con un estilo inconfundible, reconocido por la exuberancia, la exacerbación de la ironía, la crítica social y política y la sensualidad en una estética vibrante y conmovedora.
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