Hace más de dos años que Emma (Javier Bonatti) salió de su casa. Y no volvió. Sus hermanas, Amanda (Sofía Gerboni) y Malena (Alejandrina Echarte) y su madre (María Rosa Pfeiffer), descorazonadas, mantienen la esperanza de su retorno, mientras el tiempo que pasa, inexorable, incrementa la incertidumbre y el, controversial, escepticismo.
Un día, Clara (Ana Municoy) ve a Emma caminar en círculos en el portal del Centro Cultural y Social El Birri en la ex estación del Ferrocarril Mitre en Santa Fe. Tiene una herida en la pierna. Le habla, Emma no responde, lo ve desorientado y entonces recurre a Esteban (Lautaro Ruatta), la ex pareja de Malena para que lo lleve de vuelta a su casa.
El reencuentro, amoroso y traumático, encierra dudas e inquietudes a las hermanas que discurren entre encontrar una respuesta a la huida de su hermano, respetar su silencio y vencer la aprensión por una nueva evasión.
Es el comienzo de “Los abrazos” (2025), opera prima de Fabián “Rodo” Cabrera que se estrenó como película de apertura de la 5° Semana de Cine Santafesino, evento organizado por el Cine Club Santa Fe, el Ministerio de Cultura de la Provincia homónima y la Secretaría de Extensión y Cultura de la Universidad Nacional del Litoral. La Semana, con la impronta forjada a partir del entusiasmo por el cine y la decisión de políticas públicas asociadas a la cultura, mantiene vivo el hecho mágico de disfrutar cine en su ámbito más adecuado, la sala de cine y, por otra parte, impulsa la generación de proyectos cinematográficos incluso en tiempos aciagos. Cómo con acierto afirma el programa de la Semana: “durante una semana, la ciudad se convierte en pantalla viva del pasado, presente y futuro de nuestro cine”.
La película es acerca del amor. Amor entre hermanos, amor filial, amor a la ciudad, amor al trabajo, amor al cine. El guion escrito por el propio director con Javier Bonatti y Victoria Cozzarín mantiene tensión y un suspenso constante vinculado con las razones de la marcha de Emma, el lugar donde estuvo, cómo sobrevivió todo ese tiempo y los desequilibrios que provocaron su accionar. Se procuran respuestas que, no necesariamente, se quieren afrontar.
También es una película sobre las ausencias. Más, en realidad, una especie de oxímoron entre ausencias y presencias circunstanciales o efímeras. La ausencia de Emma durante esos dos años y su presencia muda, en ocasiones, evasiva en otras. Ausencias y presencias que se expresan o se inducen. La escena cuando Emma se ubica en los rieles del portón de salida de la casa es emblemática a tal fin. La ausencia de Chocolina, la perra de la familia que, por un dable descuido de Emma, escapa y su posible y fugaz retorno por la comida dejada por Malena en el patio. Las apariciones frágiles de la madre. La ausencia del padre (Adrián Airala) quien sólo es visible en la escena clave de la charla que da en el Centro Cultural y Social El Birri y el encuentro posterior con Emma, previo a una nueva ausencia. El escondite temporario de Adela (Adela López), la encantadora hija de Malena en el supermercado y una vez, superado el juego, la posterior búsqueda de su madre.
El amor se expresa en los vínculos con un afecto envolvente y próximo. Es entre los hermanos, con Adela; sobre todo en un par de escenas, cuando con Emma juegan a las cartas, y en su labor de maquilladora en una exquisita puesta con los tres hermanos acostados y sometidos al retozo infantil encantadoramente actuado. Además, en el vínculo que Amanda tiene con Marina (Marina Vázquez), la mujer que cuida, expresado en un delicado alisado del cabello de la anciana.
No obstante, no falta la aproximación a aquellas opiniones que, muchas veces se vierten, hipócritamente respecto a las acciones y voluntades de “los otros”. Esa visión pueblerina, crítica y despreciativa expresada en el hombre de la playa (Sebastián Santacruz) que encuentra a Emma al borde del río y lo critica, inculpándolo de los sufrimientos que su partida había ocasionado a su madre, sin respetar su libertad y su criterio.
Amor por el lugar. La película transcurre mayormente en San José del Rincón. En casas bajas, humildes, con patios delanteros y/o traseros y calles de tierra. Reflejado con la precisión de aquel que lo habita y lo ama. El Rincón, de igual forma, donde está Sakupay, el rancho (hoy espacio cultural) de Fernando Birri, tan extraordinariamente reflejado en “Ata tu arado a una estrella” (2018) de Carmen Guarini. De igual forma en el Pozo, de donde es oriundo Cabrera y en el Barrio Candioti de Santa Fe.
Por otro parte, el profundo amor por el cine. Desde el más que obvio homenaje al gran Birri (justamente en el centenario de su nacimiento) tanto en las escenas del inicio como en las del encuentro entre Emma y su padre en el exterior del Centro Cultural que tiene el nombre del notable director; como igualmente por el trabajo de Malena en el Museo, que es el Museo de la Costa, regional y tradicional de Rincón; la referencia a “Nosferatu” (1922), la clásica película muda de F.W. Murnau que los tres hermanos miran en una tablet y el film ficticio al que se refiere el padre de Emma en su disertación en el Centro Cultural.
Una de las virtudes de la película es la elección de actores y actrices. Evidentemente no se puede dejar de considerar el origen teatral de ellos (son parte de Las Margaritas, grupo de teatro de Santa Fe), que les permite conseguir actuaciones muy ajustadas a las situaciones que, el director aprovecha notablemente. Las actuaciones son de una valiosa naturalidad, logrando algo que a veces, no es frecuente en el cine argentino: ser creíbles en sus expresiones. Otro de los aciertos es el manejo de cámaras tanto en los interiores como en los abundantes exteriores por parte del propio director, con varios primeros planos que le suman integridad a la propuesta. La hermosa canción con que se cierra la película, “Una canción de amor (una más entre un montón)” es del propio director con Mariano Chacón Aguilar, en una escena cargada de simbolismo afectivo.
Fabián Cabrera se formó audiovisualmente durante la carrera de Comunicación de la UNER. Como docente de Filosofía egresado del Instituto Joaquín González, continúa en la investigación acerca de la relación didáctica entre cine y filosofía. Cursó la carrera de dirección de cine en la escuela Cievyc (Centro de Investigación y Experimentación en Video y Cine) que durante 30 años dirigieran académicamente Gustavo Fontán y Aldo Paparella y dictaran clases, también, Eduardo Milewicz y Martín Retjman. Había dirigido el cortometraje “Ignacio” (2011), el medio “Contienda entre dos fantasmas” (2013) y la serie de 10 capítulos “Antonia” (2018).
Cabrera abordó su proyecto con enorme esfuerzo, convencido que, como lo ha expresado, “el cine es colectivo”; demuestra en este film un valioso aporte al cine argentino, con una película que presenta una interacción temporal, con elipsis argumentales, tiempos ajustados, manejo de cámara con sensibilidad expresiva, las mencionadas actuaciones verosímiles y permite que el espectador decodifique, analice y comparta el afecto amoroso que trasciende la pantalla, en una propuesta que combina lo artesanal con lo sublime.
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