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    Humberto Megget. La obstinación del poeta

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    12 de julio de 2025 - 16:30
    Humberto Megget. La obstinación del poeta
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    Los poetas son esos seres esperanzados que sienten en lo más profundo de su ser la necesidad de expresar la sintonía con la belleza, la magnificencia del lenguaje, la pureza del enjuto diptongo que se aloja en la palabra que se engendra en lo más recóndito del pensamiento.
    Son esos individuos que escapan del yo para vincularse con la profunda simetría del universo. Los que ensayan un salvoconducto al absurdo y coquetean con la esquiva idea de la evocación manifiesta del sentido. Los que trasladan su incógnita existencial a la pluma indómita y jactanciosa.
    Pero esos, los poetas, ilusos aspirantes al Parnaso indócil y lejano, hacen todo eso a sabiendas que el reconocimiento y la valía es aún más huidiza y displicente. Que, aunque escriban los versos más profundos y bellos de este mundo, el universo entero (y el resto de los mortales) lo ignorarán.  Con el consiguiente y pertinaz olvido. 
    Porque la poesía es una conjura pudorosa y recatada como mujer vanidosa. Oscura y indolente como la larga noche del insomnio. Inmaterial e impertinente como desafío, infructuosamente, eludido.
    Y el poeta con su poesía rara vez consigue que el sentimiento, la materia y la honda homogeneidad de péndola y estremecimiento interior sea advertido por otro ser, esperanzado o no, al que, con indomable paciencia y obstinación el destino le allega la creación del poeta.
    Uno de esos empecinados e ignorados poetas fue Humberto Megget. Nacido en Paysandú, el 1° de mayo de 1926 perteneció a la Generación del ´45, importante grupo de autores uruguayos que influyeron significativamente en la cultura de su país. 
    Algunos referentes fueron, entre otros, Idea Vilariño. Escritora, profesora, traductora, poeta y compositora, fundó revistas literarias como Clinamen y Número y colaboró con publicaciones como Marcha, La Opinión y Brecha. Algunos de sus poemas fueron musicalizados por Daniel Vigletti, Alfredo Zitarrosa y Los Olimareños. La Fundación Konex le otorgó el Premio Konex Mercosur a las Letras en 2004 como la escritora más influyente de la región. Perseguida por la dictadura uruguaya, fue la pareja de Juan Carlos Onetti.
    Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, conocido mundialmente como Mario Benedetti, también fue integrante del mencionado grupo de escritores y claramente uno de los más reconocidos autores en lengua castellana.
    Otro fue Emir Rodríguez Monegal, profesor, crítico literario y ensayista. Director de la revista Marcha. Colaboró con Número y el diario El País de Montevideo. La Universidad de Yale le ofreció la cátedra de Literatura Hispanoamericana y establecida la dictadura en su país no pudo retornar porque fue acusado de sostener económicamente al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Reconocido por Borges, quien lo mencionara en su cuento “La otra muerte” de “El Aleph”.
    La poeta, crítica literaria, ensayista y traductora Ida Vitale, galardonada con los Premios Alfonso Reyes, el Reina Sofía, el Internacional de Poesía Federico García Lorca, el Max Jacob y en el año 2018 el Cervantes, fue otra de las voces que formaron parte del notable grupo de intelectuales que marcaron una senda en las letras orientales.
    Todos los mencionados, además de su pertenencia a la Generación del ´45 (porque la mayoría de ellos, comenzaron con su carrera literaria alrededor de ese año), tenían en común una elevada valoración de los versos de Humberto Megget. 
    Benedetti, afirmaba “en su poesía sorprende y atrae la rara mezcla, la constante oposición entre temas y estilo, entre la intención y el lenguaje. Es difícil encontrar otro ejemplo tan palpable de poesía pesimista en versos optimistas”. 
    En la introducción al único libro que publicó en vida Megget “Nuevo sol partido”, en 1949, Idea Vilariño escribe “he buscado enriquecer mis desvanecidos recuerdos”. En ese devaneo entre pesimismo y optimismo, Megget roza la desolación, cuando por ejemplo dice: “Y salí con alegría puesta en mi rostro/y saludando al río saqué de él/aguas con formas de mi cuerpo blanco/y deposité mis pies en la playa que recogí tras mío/y cuando mis ojos se vaciaron de estrellas/entregué piernas mías al viento para que las llevase”.
    Megget falleció muy joven, a los veinticuatro años, el 5 de abril de 1951, en Montevideo, de tuberculosis, luego de un largo padecimiento. Según Carlos Brandy, otro autor de la Generación del ´45 “su poesía, si bien tiene la testimonial presencia de la sombra que ya lo cercaba, tiene el goce de la sublimación de los sentidos y los sentimientos”.
    Si bien el público no lo reconoce, “cuando otras generaciones de críticos o análogos lo reintegren al sitial que su obra merece, seguramente se asombrarán de que poemas de tanta inspiración y originalidad hayan pasado sin pena ni gloria entre quienes compartieron su tiempo y su mundo”, aporta Benedetti.
    Megget escribía con lo que él mismo definió como metáfora espontánea y la imagen siempre separable del ritmo. Utilizaba palabras comunes, en versos con cierto regocijo y cercanos al sentimiento. Esa poesía de simple entendimiento y transmisible, motivó que varios cantantes populares musicalizaran sus poemas. Así Jorge Estela lo hizo con “Yo tenía una voz”; Luis Trochón con “Puede beberse el sol”; Claudio Lembo con “Yo”; Gastón Ciarlo y Numa Moraes con “Ahora que todo gira”; Andrés Stagnaro con “En el mar están los peces” y Eduardo Darnauchans, el extraordinario y comprometido con las causas humanitarias cantante que musicalizó a varios poetas, con “Tengo ganas de risas Raquel”.
    A propósito de este último poema, el escritor y traductor mendocino Elvio Gandolfo, que hace muchos años alterna su residencia entre Buenos Aires y Montevideo y que colaboró con La Opinión, Clarín, Página 12, la revista El Péndulo y junto el prestigioso crítico de cine Homero Alsina Thevenet fundó el suplemento cultural del diario El País de Montivedo, titulo con “Tengo ganas de risas Raquel”, en sentido homenaje a Megget, el libro en el cual reunió su propia obra poética y que fuera publicado por la Editorial de la UNER.

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    Gustavo Labriola
    Gustavo Labriola
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