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    Han Kang y el imperioso recurso de la memoria

    Entre páginas y pantallas

    09 de agosto de 2025 - 17:30
    Han Kang y el imperioso recurso de la memoria
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    La memoria es una fuente inagotable a la vez que imprescindible para explorar las razones por las cuales se generan y evolucionan las conductas humanas. El ejercicio de la memoria comprende los hechos y circunstancias personales y las relaciones con las personas, derivando en evaluaciones que examinan, subjetivamente, esas vinculaciones personales. Pero si se le suma la indagación de los hechos sociales, políticos y culturales de una comunidad, ese proceder adquiere ribetes, en principio, más integrales y abarcadores. Sin perder de vista que la subjetividad es la variable que le da mayor valor, compromiso y significación a cualquier análisis.
    En realidad, si bien se ha repetido hasta el cansancio que cultivar la memoria procura no repetir los mismos errores cometidos (tal vez por aquella máxima marxista de “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” “la historia se repite primero como tragedia y luego como farsa”) la memoria debe servir como búsqueda de sentido y de identidad.
    Gyeongha, tal vez un alter ego de la autora, al inicio de “Imposible decir adiós”, es convocada por su amiga, Inseon, al hospital donde se encuentra internada para que se haga cargo de su mascota (una cotorra) a la que tuvo que abandonar en su casa, al sufrir un accidente en su taller de carpintería. De esa manera empieza la última novela publicada en español de Han Kang, escritora coreana ganadora del Premio Nobel de Literatura del año 2024. 
    Lo que comienza con una solicitud de una amiga a otra se va desarrollando en función de esa relación de amistad y del pedido de Inseon. Así se suceden desde una nevada persistente que conspira con el viaje de Gyeongha hasta la casa de Inseon, la relación que se vislumbra entre ésta y su madre, los sueños de la protagonista y el contexto social histórico: los años de las movilizaciones previas en la isla de Jeju a la guerra que, a partir de 1950 terminó en la definitiva constitución de las dos Coreas. El enfrentamiento, en virtud de la participación de las potencias extranjeras que inicialmente, dos años antes, habían dividido a Corea en el paralelo 38, dejaron más de trescientos mil muertos. Varios de ellos, niños y ancianos, fueron fusilados inculpados como colaboracionistas.
    Han Kang, nació el 17 de noviembre de 1970 en Gwangiu, una ciudad distante 300 kms. al sur de Seúl, Corea del Sur. Su padre era el novelista Han Seung-won. Kang pertenecía a una familia que no tenía demasiado recursos. En procura de mejores destinos se trasladaron a Seúl cuando Han tenía once años. Estudió Letras en la Universidad Yonsei, una de las casas de estudio más antiguas de Corea. Trabajó como periodista y dictó clases en el Instituto de las Artes de Seúl. Si bien comenzó escribiendo poesía (su primera publicación fue el poema “El invierno de Seúl” en la revista Literatura y Sociedad), a los veintinueve años gana el Premio de Novela Coreana con “El niño Buda” y un año después el Premio al Artista Joven del año.
    Kang residía todavía en su ciudad natal cuando en mayo de 1980 se produjo un levantamiento popular, principalmente encabezado por estudiantes y los sindicatos, contra la dictadura de Chun Doo-hwan, reclamando mayor libertad y los ciudadanos tomaron el control de la ciudad. La represión para rechazar la acción produjo más de un millar de muertos. 
    En su libro “Actos humanos”, Kang recrea la matanza realizada por el ejército en Guangiu. Es una novela testimonial incluyendo a expresiones de las víctimas y haciendo foco también a la existencia de cadáveres no identificables luego del estrago producido.  En esa novela, como en todas las suyas, está presente la memoria y en particular el sufrimiento. Dice la autora “Mis novelas exploran el sufrimiento humano”. Respecto a la masacre de Gwangiu, era “consciente de que los lectores deberían, a su vez, estar preparados (…) para experimentar ellos mismos ese sufrimiento de primera mano”. En medio de esos hechos rescata la solidaridad, la dignidad y la voluntad de muchos coreanos para sobrellevar la situación y recordar; el más noble ejercicio de la memoria.
    En ese libro, Dong-ho, es un joven de 15 años que intenta encontrar el cadáver de su mejor amigo entre los cuerpos no identificados que se encuentran en el campo de un deportivo municipal. La mayoría de los asesinados por el ejército eran estudiantes universitarios que se revelaban contra una ley que les impedía expresarse con libertad.
    “Actos humanos” fue publicado en el año 2014 y la autora recibió el Premio Manhae de Literatura de Corea del Sur. El premio, en memoria del poeta y activista budista coreano Han Yong-Un que escribía con el seudónimo Manhae, se concede en función de la contribución a la literatura con obras que reflejan la verdad, la libertad y la paz. En 2017 el libro recibió el Premio Malaparte en Italia. Este premio homenajea a Curzio Malaparte y lo han recibido entre otros, Anthony Burgess, Saul Bellow, John Le Carre, Susan Sontag, Václav Havel, Isabel Allende, Emmanuel Carrère, Yazmina Reza y el argentino Manuel Puig.
    “La vegetariana” publicada en 2007 fue la novela que la hizo conocida en todo el mundo. Ganó con ella en el año 2016 el renombrado Premio Man Booker International que tuviera ganadores de relieve como Ismail Kadare, Alice Munro, Philip Roth, Lydia Davis, David Grosman, Olga Tokarczuk.
    Yeong-hye, la protagonista, en función de una pesadilla, decide renunciar a comer carne y purificarse. Eso genera en su familia una reacción cuestionando su decisión. La trama está basada en su cuento, “El fruto de mi mujer” de 1997, en el cual una esposa se convierte en una planta y el marido la riega y la cuida. Al llegar el otoño se seca y con ello genera la duda respecto si más adelante renacerá. 
    En el libro, Kang utiliza a varios personajes que suscriben el relato en primera persona y lo hacen en cada una de las partes en que está dividida la novela. Así es el marido de Yeong-hye en la parte denominada (“La vegetariana”), el de su cuñado artista (“La mancha mongólica”) y el de su hermana (“Los árboles en llamas”). Esa prescindencia de no otorgarle voz propia a la protagonista, es deliberada. Así lo dice Kang. “Yeong-hye es descrita principalmente como el objeto de las observaciones, deseos, odios, malentendidos y empatía de otros narradores”. 
    La autora, con dosis de poesía subyacente (habitual en sus textos) evidencia sus preocupaciones filosóficas y humanas. Lo hace en la vinculación entre la supuesta libertad de opción de la protagonista (“hay que dejar que ella decida sobre sí”) con la violencia tan contemporánea, extendida y tolerada (“¡cómo no va a comer carne!”). Es un libro poético pero también brutal, en palabras de su traductora al español y Kang se interroga: ¿Qué es el ser humano? ¿Por qué anida la violencia en él?. A su vez declaró que se inspiró en un verso de Yi Sang “Creo que las personas han de ser plantas”. “La vegetariana” fue llevada al cine en 2009 por el director coreano Woo-Seong Lim.
    En “La clase de griego” publicado en 2011 la protagonista escribe poemas y no habla. La novela explora el antagonismo entre un profesor de griego que está perdiendo la vista y la protagonista que ha perdido su capacidad de hablar. Kang incursiona con lo que puede compartirse y aquello otro que es privativo de la persona y no lo comunica.  Es una forma de uno recuperar al otro, compartir las debilidades (de la ceguera y el habla), respetándose y generando amor. El inicio es un evidente e indisimulado homenaje a Jorge Luis Borges, a quien admira, como a otros escritores latinoamericanos. En sus lecturas juveniles le interesaron César Vallejo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Gabriel García Marquez, Manuel Puig y el chileno Ariel Dorfman. En los años recientes, Samanta Schweblin y Mariana Enriquez.
    Kang afirma que “la protagonista femenina lucha con todas sus fuerzas para recuperar el lenguaje y finalmente recupera la primera persona ‘yo’ en la última página. Este personaje persiste en el silencio para avanzar hacia su propia voz, buscando recuperar el mundo, el lenguaje y el amor.”. La Academia Sueca dijo respecto al libro: “De sus respectivos defectos surge una frágil historia de amor. El libro es una hermosa meditación sobre la pérdida, la intimidad y las condiciones últimas del lenguaje”.
    Han Kang alienta en todas sus novelas la interrelación entre los recuerdos privados y los públicos. Engarza la Historia (de Corea) con las historias de sus personajes, sin apartarse de las inquietudes que la gobiernan. “¿Puede una persona ser completamente inocente? ¿Hasta qué punto podemos rechazar la violencia? ¿Qué le sucede a quien se niega a pertenecer a la especie humana?” afirmó en el discurso de aceptación del Premio Nobel.
    En ese mismo discurso se cuestiona: “¿Cómo son los humanos tan violentos? ¿Y cómo es posible que, al mismo tiempo, se enfrenten a una violencia tan abrumadora? ¿Qué significa pertenecer a la especie humana?” La Academia Sueca la premió “por su intensa prosa poética que confronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”. Las novelas de Han Kang adquieren hoy una importancia cenital, cuando afirma: “¿Por qué es el mundo tan violento y doloroso? Y sin embargo, ¿cómo puede ser tan hermoso?

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    Gustavo Labriola
    Gustavo Labriola
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