EL OASIS DEL PRINCIPITO
En diciembre del año 1929, cuando el escritor, poeta y aviador francés, Antoine de Saint–Exupéry, sobrevolaba la ciudad de Concordia, su avión sufrió un desperfecto que lo obligó a descender, con tal mala suerte que una de sus ruedas se clavó en una vizcachera.
Este accidente cambiaria para siempre la vida del escritor y la de la ciudad. Para él sería la luz de inspiración de su opera magna, *El Principito* y para Concordia conformaría uno de sus mayores patrimonios culturales, con carácter internacional.
El principito nace en Concordia, más precisamente a orillas del añoso río Uruguay, acompañado por la gracia del espíritu fresco y puro de Suzanne y Edda, de 12 y 18 años respectivamente, hijas del matrimonio Fuchs Valon, que le dio cobijo al francés .
No es poca cosa, para la humanidad, que el personaje de uno de los best seller, más leídos y traducidos, haya germinado en la vieja casona del paraje San Carlos, de la ciudad de Concordia.
Esto está documentado, por el propio Antoine de Saint-Exupéry, en el capitulo *Oasis*, de su libro *Tierra de Hombres*. Ahí relata su estancia en San Carlos y su ir y venir, tanto con las, que él llamaba, princesitas como con todos sus animales, a quienes inmortalizó en su libro.
El destino o el Creador sumando, el desperfecto de una máquina, a un oasis, a una vieja casona construida por un francés y a dos niñas interactuando con sus mascotas, le dio a la ciudad de Concordia y a su gente, la oportunidad de ser protagonistas de un hecho cultural cardinal, el alumbramiento del principito, acontecimiento que no debe quedar atrapado en la oscura tela del olvido porque está en la biografía de la ciudad de Concordia y de su gente.
EL OASIS DEL PRICIPITO, es una obra que propone el rescate y puesta en valor, de lo anteriormente expuesto, de una manera sencilla pero profunda, en la que todos los capítulos del libro El Principito y el capitulo Oasis del libro Tierra de Hombres, llegan al espectador, como poesías, musicalizadas e interpretadas con soltura y talento.
A partir de hoy publicaré un capitulo por semana de la mencionada obra.
CAPITULO I
Cuando tenía seis años, en un libro de la selva,
vi una gran serpiente boa, que se tragaba una fiera
y en sus páginas decía, que saciada la serpiente,
hacia su digestión, durmiendo casi seis meses.
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Al tiempo yo dibujé, sin definir los detalles,
una boa que se había, devorado a un elefante,
cuando mostré la obra mía, a damas y caballeros,
dijeron que lo plasmado, se parecía un sombrero.
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El interior de la boa, entonces garabateé,
para ver si los mayores, lo conseguían entender,
no comprenden por si solas, todas la personas grandes
y cansa mucho a los niños, siempre tener que explicarles.
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Así que tomé otro oficio, al fracasar con dibujo,
aprendí a volar aviones, para recorrer el mundo
y al conocer tanta gente, lo que pensaba se extiende,
que las personas mayores, de ningún modo comprenden
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Cuando mi añoso dibujo, a los lúcidos les muestro
y dicen que lo plasmado, es semejante a un sombrero,
en vez de hablarles de boas, de elefantes y selvas,
les platico de deportes, política y vestimentas.
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Entonces a estos adultos, se los ve reverenciales,
hablando apasionados de temas insustanciales,
y se sienten propietarios de un entusiasmo palpable,
porque están intercambiando, con un hombre razonable.

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