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    El final de Ceausescu en un fin de año inesperado

    ENTRE PAGINAS Y PANTALLAS

    19 de julio de 2025 - 18:30
    El final de Ceausescu en un fin de año inesperado
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    Hay momentos en la vida de las personas en las cuales parecen que éstas son prescindentes del entorno. Que desarrollan su vida en una persistente y continua cotidianeidad absolutamente indiferente al contexto, a circunstancias sociales, incluso a “la vida de los otros”.

    Hasta que sucede un hecho transcendente y transversal que modifica, no solo el escenario social y político sino, también, tiene implicancias definitivas y absolutas para la vida de cada persona. 

    Uno de esos hechos, trascendentes, fue el producido el 22 de diciembre de 1989 en la Rumania que, hasta ese momento y desde hacía más de veinte años, era gobernada con mano de hierro por Nicolás Ceausescu. Ese día, se produjo el levantamiento de las Fuerzas Armadas que se rebelaron contra el dictador, uniéndose a la población civil que se venía expresando en contra del gobierno sobre todo porque, cinco días antes Ceausescu había ordenado al Ejército y a las fuerzas de seguridad disparar contra el pueblo que se manifestaba en la ciudad de Timisoara. 

    Timisoara es una ciudad cosmopolita, con minorías de distintos orígenes (germanos, húngaros, italianos, griegos, serbios) ubicada en el occidente de Rumania, distante 550 kilómetros de la capital, Bucarest.

    La rebelión popular en conjunto con la de las Fuerzas Armadas provocó la destitución de Ceausescu y su posterior ejecución junto a su mujer como consecuencia de un juicio sumarísimo llevado adelante por un tribunal militar que lo responsabilizó entre otras imputaciones, por el asesinato de centenares de civiles indefensos en Timisoara, independientemente que en el juicio se le habían atribuido un número mayor de asesinatos. En cuanto a la resolución del curso de los acontecimientos parecía que no se había aprendido nada del horror de la Segunda Guerra Mundial y el ajusticiamiento (con las cabezas colgando) de Mussolini y su mujer, situación que se replicó en el asesinato de Ceausescu y su mujer. En una medida derivada de la despiadada resolución del conflicto, en años posteriores, se eliminó la pena de muerte en ese país.

    La nueva ola rumana es una corriente cinematográfica que, iniciada en los primeros años del siglo XXI identifica a un buen número de directores de cine que, comenzaron a ser conocidos en los festivales de cine más importantes del mundo. Esos directores mantienen identidad etaria, temática, estética e ideológica y se han involucrado con las modificaciones que se produjeron a partir de la caída del régimen de Ceausescu y la integración capitalista de Rumania.

    En varias de las realizaciones de esa corriente se aluden tanto a las reformas que el sistema capitalista impuso en la sociedad rumana como también de dejan traslucir ciertas reminiscencias subyacentes del sistema anterior. Éstas se asientan en ciertos desencantos respecto a un futuro que no era tan venturoso como se esperaba. Algunos críticos, Acevedo Nieto entre ellos, hablan de una “renegociación (o mejor dicho, remediación narrativa) de su historia reciente”.

    Se destacan así, Cristian Mungiu y “4 meses, 3 semanas, 2 días” (2007), ganadora de la Palma de Oro en Cannes; “La muerte del señor Lazarescu” (2005) de Cristi Puiu, ganadora de Un Certain Regard en Cannes; “Bucarest 12:08” (2006), ganadora de la Cámera d´Or también en Cannes y “Cae la noche en Bucarest” (2013) de Corneliu Porumboiu. También en ese año “Madre e hijo” (2013) de Calin Peter Netzer, Oso de Oro en el Festival de Berlín. En años recientes, Radu Jude se ha convertido en un especial referente, con “Sexo desafortunado o Porno loco” (2021), Oso de Oro en Berlín y “No esperes demasiado del fin del mundo” (2023).

    Bogdan Muresanu, nacido en Bucarest en 1974 y Radu Jude, nacido igualmente en Bucarest en 1977, (una década después que los iniciadores de la corriente) son directores que también forma parte de la misma. Muresanu luego de comenzar su carrera con cinco cortos, realiza “El año nuevo que nunca llegó” (2024) su ópera prima, consiguiendo tres premios en el Festival de Venecia: El de mejor Film dentro del concurso de Nuevos Horizontes; El de Secciones Paralelas y Horizonte del FIPRESCI (Federación de Prensa) y la Mención especial a la cinematografía del Film, además de otros premios en distintos festivales internacionales.

    “El año nuevo que nunca llegó” alude a las horas previas al desenlace del régimen de Ceausescu en una sucesión de historias paralelas entrelazadas que se cruzan (en un sentido similar al de “Amores perros”). Ya, Corneliu Porumboiu en “Bucarest 12:08”, se había acercado a esos momentos históricos. 

    El relato coral de Muresanu se conforma en función a personas comunes sin relevancia mayor que una existencia cotidiana y anodina, en cierta manera, irrelevante, y va configurando una sucesión de instancias que transparentan el subsuelo de una disconformidad latente y expectante respecto al momento político y social a que alude la película. Se percibe un espíritu de transición desde algo no claramente definido (pero podría interpretarse como el hartazgo y/o la temeridad ante el sistema político imperante) hacia algo que aparece como indeterminado y más incierto aún. En ese sentido, Muresanu ha declarado: “Estaba interesado en la humanidad de las pequeñas vidas expuestas a grandes eventos históricos y cómo las personas enfrentan la sensación de un mundo que está desapareciendo”.

    Los protagonistas: Stefan, director de TVR (Sistema Rumano de Televisión), el canal estatal, debe afrontar la filmación anticipada de un saludo en un programa especial de Año Nuevo y resolver con prontitud la ausencia de la figura estelar, que (inoportunamente para él y la conducción del canal) ha escapado del país. Lo debe realizar ante la presencia insidiosa, perturbadora y vigilante del representante del gobierno que supervisa la grabación. Su hijo, Laurentiu, oculta su interés de, atravesando el Danubio, exiliarse porque “nada va a cambiar acá en los próximos treinta años”. Y se lanza a intentarlo. Florina, una actriz convocada repentinamente para reemplazar a la estrella fugada, se encuentra con la posibilidad de la trascendencia pública debiendo referirse, inopinadamente, a la “nueva patria” de Ceausescu (que hacía más de veinte años que gobernaba Rumania). “Toda la Nación sigue al único hombre que encarna el símbolo viviente del amor por este país”, es la frase que debe decir la actriz, frente a cámara. Margareta, una mujer de mediana edad que resiste a abandonar su casa (que va a ser destruida por una reubicación urbana) a pesar de la insistencia y contención de su hijo, que a su vez es integrante de los organismos de inteligencia. Gelu, un trabajador estatal se descubre expuesto a un seguro despido en el trabajo, y a otras posibles represalias por una carta que inocentemente su hijo de siete años ha remitido a Papá Noel con sus pedidos de navidad. Este último personaje es el protagonista del corto “The Christmas Gift” (2018) que dirigió Muresanu y que ganó numerosos premios; entre ellos al Mejor Corto en la entrega anual de los Premios del Cine Europeo. En base a esa historia, ha manifestado el director terminó armando el resto de las otras para conformar, finalmente, la película. 

    Muresanu utiliza el humor en parte absurdo y en un sentido tragicómico, “una mezcla de risas y llantos”, ha dicho, para conformar un fresco que evidencia una atmósfera absolutamente asfixiante que se consigue dosificar con ese recurso. Los últimos veinte minutos con el crescendo explosivo que permite el Bolero de Ravel hace que las piezas vayan encontrando su lugar y engarzándose en un hecho que termina siendo histórico. Es un notable ejercicio de la memoria al que recurre el director y a tal fin, dice “tenemos la impresión de que las democracias son eternas, pero no es así. A ningún país -ni a ninguna persona- le gusta mirarse en el espejo, pero las naciones que tienen el valor de hacerlo salen más grandes y mejores, y las películas pueden convertirse en vehículos para ello”.

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    • Gustavo Labriola
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