“…Pelotón, firme. Apunten. La voz del reo estalla vibrante, metálica: “viva la anarquía”. “fuego! Resplandor subitáneo. Un cuerpo recio se ha convertido en una doblada lámina de papel. Las balas rompen la soga. El cuerpo cae de cabeza y queda en el pasto verde con las manos tocando las rodillas. Fogonazo del tiro de gracia. Las balas han escrito la última palabra en el cuerpo del reo. El rostro permanece sereno, pálido. Los ojos entreabiertos. Un herrero martillea a los pies del cadáver. Quita los remaches del grillete y de la barra de hierro…un señor que ha venido de frac y con zapatos de baile, se retira con la galera en la coronilla. Parece que saliera del cabaret. Otro dice una mala palabra…yo estoy como borracho. Pienso en los que se reían. Pienso que a la entrada de la penitenciaría debería ponerse un cartel que rezara:
“Está prohibido reírse”
“Está prohibido concurrir con zapatos de baile”.
Roberto Arlt “He visto morir” (Diario El mundo)
El fragmento de la crónica del escritor Roberto Arlt sobre el fusilamiento de Severino Di Giovani, es estremecedor, a la vez que una preciosa pieza periodística y literaria que se incluyen dentro de las aguafuertes porteñas, esos cuadros de costumbre que describen los tipos característicos de los personajes típicos, ese género que trajinó a través de una columna diaria, en el grabado profundo, casi siempre divertido, dramático o irónico, de caracteres populares y marginales. En este caso trágico. No hay lugar para el humor cuando la ejecución, el asesinato de un hombre por razones políticas, se convierte en espectáculo, en un espectáculo espeluznante y cruel. En esa narración extraordinaria de la nota de Arlt supera la mera noticia. Como si destruyera con furia un saco que lo aprieta, le insufla sentidos políticos, históricos, sociales, culturales, la nutre de una calidad que la noticia desprecia, la enriquece de significaciones de las que carece. Es que se trata en Roberto Arlt, de un escritor que escribe columnas de opinión en los diarios. Que adopta un lenguaje, y un trabajo con el lenguaje, que es literario, que tiene una estética de la que la mera noticia carece. Una subjetividad que no hace otra cosa que contextualizar la escena que describe, que dice, al contarlo de ese modo del golpe del30, que anuncia e inaugura la década infame, el autoritarismo y la decisión del Poder de aniquilar a los adversarios, a los luchadores, a los trabajadores, a sangre y fuego. Que exhibe con sus agudas observaciones a una sociedad que goza de la crueldad, de la muerte como espectáculo, sin escándalo. Es que Arlt es un escritor que se inscribe en una tradición en la que la literatura se cruza con el Periodismo, y que reconoce como antecedentes, nada menos que a Rubén Darío, Martí, Hemingway, García Márquez y Rodolfo Walsh, por solo nombrar algunos de los consagrados que incursionaron en ese género de intersección y adaptaron los lenguajes, literarios, periodísticos e históricos políticos para comunicar acontecimientos en los que la ficción y la realidad, o la verosimilitud, perdían sus límites. García Márquez parió “Relato de un náufrago” a consecuencia de una entrevista realizada a un sobreviviente. Ese hecho deschavó el contrabando gubernamental, corrupción que tuvo consecuencias negativas solo para el escritor y el héroe. Rodolfo Walsh creó novela policial de no-ficción, inaugurando el género, a partir de la investigación sesuda, rigurosa, exhaustiva, de los fusilamientos de José León Suarez a militantes peronistas, crucial acontecimiento histórico que ni siquiera fue noticia de los diarios del momento, obviamente, que ocultaron el signo del odio y la saña que se extenderá todo el siglo XX, hasta nuestros días, aunque el modelo de que Poder matar con la bala y el crimen. Walsh fue un experto en ese tratamiento del lenguaje en el que una entrevista periodística culmina en el mejor cuento de la historia: “Esa Mujer”, o en el que la metodología para el descubrimiento del crimen, usada por los detectives de sus cuentos policiales (Daniel Hernández) aplica y traslada para develar los modos de asesinar de la Mafia sindical en “¿Quién mató a Rosendo?”. Siguiendo las huellas de esos escritores geniales que no abandonaron la narrativa para describir la realidad, brindaré el miércoles 6 de agosto a las 15 horas en la UTN, en el marco de la tercera feria del libro de la SADE Concordia (6,7 y 8 de agosto) una ponencia que plantee los interrogantes sobre la nota de opinión periodística como un género en el que se cruzan la literatura y el periodismo. Concurre a la empresa un interés personal, ya que hace algunos años, inesperada e involuntariamente, me encuentro abocado a tal apasionante tarea, invitado por dos diarios de la ciudad y por lo tanto me interesa compartir los procedimientos y los interrogantes propios del campo. Y su importancia, claro que la tiene. La columna de opinión representa una alternativa a la noticia como vehículo de información. La noticia suele ser efímera y evanescente, rápidamente olvidada por la sucesión de hechos, su vorágine, sobre todo cuando el interés de los Oligopolios mediáticos deciden ocultar, censurar, distorsionar, mentir o distraer la atención de la sociedad. Y cuando el Poder crea un relato en el que impone, con la ayuda de los medios y los trolls, un sentido común que contribuye a la destrucción, por ejemplo, cuando celebran los despidos con la falacia de los ñoquis, o cuando recorta a discapacitados con la mentira de los abusos en el otorgamiento de los subsidios. Cuando las noticias trágicas para el pueblo o para la Patria, adquiere una velocidad y cantidad que paraliza el pensamiento, son para el lector, el oyente o televidente, como una boxeadora que tira uno tras otro sus golpes, dejándolos nocaut, cuando como -lo señaló Rocco Carbone- adquiere características esquizofrénicas que impiden su decodificación, generando locura y confusión. Es así que la columna de opinión, a través del análisis y la reflexión, la pausa del vórtice y el torbellino, intenta frenar la hemorragia y recuperar el sentido y la racionalidad para pensar y analizar graves sucesos. Y lo intenta hacer, ese es el desafío que le agrega profundidad, desde una estética que utiliza el relato, el discurso histórico e incluso la poesía como elementos de la literatura para esclarecer los hechos, y que incluye una ética de los derechos humanos que le otorga una crítica social a lo que se oculta o censura, el hambre, la violencia, el fascismo, la muerte y el crimen, que la realidad grita, pero que los medios de comunicación callan, hasta la exasperación y la indignidad. Ese es el desafío, esa es la aventura que invito a todos a compartir el miércoles.
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