Baumgartner es un hombre de 71 años, a punto de jubilarse, escritor y profesor de filosofía universitario. No puede superar el dolor de la muerte de su mujer, Anna, a quien amaba profundamente. Ésta, nueve años atrás falleció en un accidente de natación. Transita su vejez reflexionando circularmente en situaciones que van desde 1968, cuando conoce a su mujer hasta la actualidad.
Los años pasados desde la muerte de su mujer lo han sumido en escribir –procura terminar su ensayo “Misterios de la rueda”-, intentar alguna nueva relación amorosa con algunas viudas y divorciadas que entran y salen de su vida y por el “tormento auto infligido, cosa que le ha impedido ir hasta el final en cualquiera de las diversas relaciones”. Hasta que conoce a Judith, quien le hace pensar nuevamente en el matrimonio.
Las reflexiones que, a partir de los recuerdos de su pasado; la relación con su propio cuerpo, a veces expresado en torpezas (como al comienzo del libro con una quemadura provocada por una olla caliente y su caída en la escalera del sótano); la influencia que la filosofía tiene en cada actitud y acción de su vida; la descarnada búsqueda del amor (sea en los recuerdos o en el presente). Todo ello forma parte de una integral visión del mundo, que tiene a la casualidad o el azar como elemento sustantivo, con una visión existencialista, que incluye también a la vinculación entre padres e hijos.
En ese aspecto, es muy conmovedora la mirada que Baumgartner tiene de sus padres. En particular con Jacob, su padre, “el quijote polaco – norteamericano de triste semblante y cerebro consumido por los libros”, sastre de tercera generación, qué en su juventud en 1936, “jugueteó con la idea de dejarlo todo y alistarse en la Brigada Abraham Lincoln para luchar contra Franco y los fascistas en la guerra civil española, pero como moralmente se oponía a las armas y a la guerra, por justa que fuese, no la llevó a la práctica”.
Se podría decir que Baumgartner, es, en parte, una auto ficción y en consecuencia el alter ego de su autor, Paul Auster. El libro es, publicado días antes de su muerte - el 30 de abril de este año-, una especie de esbozo de la vida, la personalidad y el pensamiento de su autor.
Auster ha escrito varias novelas (entre ellas, “La trilogía de Nueva York”, “La música del azar”, “Leviatán”, “Brooklyn Follies”, “Sunset Park” y “4 3 2 1”), en las que, reconociendo a Beckett y a Kakfa como unos de sus maestros, incursiona en el absurdo y el desconcierto del destino del hombre, También ha escrito ensayos como ”La invención de la soledad” y “Un país bañado en sangre”.
Paul Benjamín Auster nació en 1947 en Newark, una ciudad del condado de Essex en el estado de Nueva Jersey, distante 8 kms. de Manhattan. En esa ciudad también nacieron el actor Jerry Lewis, el escritor Philip Roth, el director Brian de Palma y el cantante Paul Simon. Los padres de Auster eran judíos de ascendencia polaca.
En su juventud estudió literatura francesa, italiana e inglesa. Vivió unos años en Paris. Tradujo escritores franceses como Stephane Mallarmé, Jean-Paul Sartre y Georges Simenon. Su vinculación con el cine nace, justamente en París cuando intentó estudiar en el Instituto de Altos Estudios de Cinematografía, y años después con una serie de películas, algunas de ellas dirigidas por él y otras es las que es el autor del guion.
Su relato “El cuento de navidad de Auggie Wren” fue adaptada para la película de Wayne Wang, “Cigarros” (1995), un encantador film que, mayormente, transcurre en una esquina de una calle de Brooklyn donde Harvey Keitel tiene una cigarrería y en ella se encuentran amigos para fumar y compartir las tardes. Ha escrito el guion de otras películas y algunas ha dirigido (“Humos del vecino” 1995, “Lulú en el puente” 1998 y “La vida interior de Martin Frost” 2007)
Auster siempre mantuvo su posición opuesta a las guerras (por ello eludió la posibilidad de ir a Vietnam, en la década del ´60). Se ha expresado en contra de las armas. En “Un país bañado en sangre”, un ensayo sobre la violencia con armas de fuego, ha escrito: “Decir que las armas de fuego no causan la violencia con armas de fuego no es menos ridículo que decir que los autos no causan los accidentes de auto o que los cigarrillos no causan cáncer de pulmón”.
Por otra parte, Auster ha sido un defensor de las libertades y se negó a visitar países que no tengan leyes democráticas. A su vez, formó parte del grupo de escritores opositores a Donald Trump, junto a su esposa, Siri Hustvedt, Ariel Dorfman, Margaret Randall, Salman Rushdie y Margaret Atwood, la autora de “El cuento de la criada”.
Recibió numerosos premios. Entre ellos, el Premio Médicis en Francia a la mejor novela de un autor extranjero por “Leviatán”, el de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras en 1992 en Francia y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2016.
En el discurso de aceptación del Premio, ha dicho: “Un libro nunca ha alimentado el estómago de un niño hambriento. Un libro nunca ha impedido que la bala penetre en el cuerpo de la víctima. Un libro nunca ha evitado que una bomba caiga sobre civiles inocentes en el fragor de una guerra. Hay quien cree que una apreciación entusiasta del arte puede hacernos realmente mejores: más justos, más decentes, más sensibles, más comprensivos. (…) Pero yo sostengo que el valor del arte reside en su misma inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial, como seres humanos. Hacer algo por puro placer, por la gracia de hacerlo”
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