BARRIO LEZCA
Cuando paso por el Lezca, percute mi corazón, más apasionadamente, que en cualquier otra ocasión.
Este curioso suceso,
tiene una explicación,
hace tiempo, en este barrio,
fui un revoltoso gorrión.
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En las palmas de sus calles,
de descuido y de tierral,
fui adquiriendo lentamente,
la aptitud para soñar.
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y la casa levantada,
sobre Damián P. Garat,
me abrigaba con sus alas
y me compartía su pan.
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En sus siestas de reposo,
de silencio y soledad,
aparecían los juegos
y nuestra felicidad.
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Y en los cotos sin el tedio,
de la tapia o del portón,
aguardaban las cometas,
las espadas y el balón.
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En sus aulas de veredas,
fui aprendiendo del amor
y que a veces en la vida,
uno más uno no es dos.
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Y en sus aulas verdaderas,
de puntero y pizarrón,
me enseñaron con palotes,
que uno más uno es dos.
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Cuando paso por el Lezca,
me traiciona la emoción
y me lleva hasta la esquina,
donde está La Quemazón.
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