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    Annie Hall. El encanto de la comedia romántica

    Entre páginas y pantallas

    06 de diciembre de 2025 - 17:30
    Annie Hall. El encanto de la comedia romántica
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    En el cine estadounidense, la comedia romántica se ha convertido en un clásico. La típica expresión “chico conoce chica (boy met girl)”, en sus distintas variantes, fue frecuentemente utilizada para producir películas que, en su mayoría, usufructuaban tópicos repetidos, explorando encuentros, desencuentros, separaciones, coqueteos con terceros, prejuicios raciales, religiosos y sociales con su dosis de música y humor, arribando a un final que, comúnmente, era feliz, para asegurar la continuidad del negocio.
    Muchas de ellas terminan siendo intrascendentes y enfocadas en el recurso de la liviandad, lo repetitivo y la efectividad comercial. Sin embargo, algunas han podido trascender por lo inteligente del guion, la sintonía entre los intérpretes, la eficacia de la realización o por el magnetismo que el conjunto de todo ello genera.
    En un apretado repaso de las comedias románticas más valoradas del cine estadounidense, desde la aparición del sonoro, se puede reseñar “Lo que sucedió aquella noche” (1934) de Frank Capra con Clark Gable y Claudette Colbert; “La adorable revoltosa” (1938) de Howard Hawks con Cary Grant y Katherine Hepburn; “La princesa que quería vivir” (1953) de William Wyler con Gregory Peck y Audrey Hepburn; “Piso de soltero” (1960) de Billy Wilder con Jack Lemmon y Shirley MacLaine; “Desayuno con diamantes” o “Muñequita de lujo” (1961) de Blake Edwards con Audrey Hepburn y George Peppard. Y más cerca en el tiempo, “Cuando Harry conoció a Sally” (1989) de Rob Reiner con Billy Cristal y Meg Ryan y “Mujer bonita” (1990) de Garry Marshall con Richard Gere y Julia Roberts.
    Sin embargo, una comedia romántica realizada hace casi cincuenta años, permanece como una referencia emblemática. Estrenada el 27 de marzo de 1977, “Dos extraños amantes (Annie Hall)” es una película que, en mucho, se constituye en una ruptura de la comedia romántica tradicional, sin dejar de tener las características de relaciones controvertidas (entre encuentros, desencuentros y separaciones), coqueteos, humor, música y locaciones atractivas.
    Lo absolutamente anómalo del film radica en el guion (de Woody Allen, a su vez director, y Marshall Brickman). La combinación entre referencias culturales (cinematográficas, literarias, comunicacionales), la utilización de la “cuarta pared”, los frecuentes gags, la alteración temporal de la historia, la vinculación con el psicoanálisis (con evidente referencia en Freud) y la neurosis, los diálogos interpelantes y las escenas joviales hacen que esta película sea definida, en el año 2015, como la que tiene “el guion más divertido de la historia del cine” por el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos. 
    Allen había iniciado su carrera cinematográfica, después de haber conseguido trascender a partir de sus monólogos cómicos y sus guiones televisivos, escribiendo el guion de “Que pasa Pussycat?” (1965) de Clive Donner y “Sueños de un seductor” (1972) de Herbert Ross y dirigiendo películas cómicas como “Que pasa, Tiger Lily?” (1966) (su debut como director); “Robó, huyó y lo pescaron” (1969), “Bananas” (1971); “Todo lo que Ud. quiso saber sobre el sexo y temía preguntar” (1972); “El dormilón” (1973) y “La última noche de Boris Gruschenko” (1974). En esos films, en los que Allen era el protagonista principal, el foco era la sucesión de gags y un humor, afirmativamente, absurdo.
    En “Dos extraños amantes”, Allen decididamente construye un personaje que no solo le parece sino es, en cierta medida, una versión autobiográfica. Alvy Singer (una humorada en el sentido que Woody Allen no se ha caracterizado por cantar) es un comediante neoyorquino que en su infancia residía en Coney Island, Brooklyn (el barrio natal de Allen) en un departamento que se encontraba debajo de la montaña rusa Thunderbolt (que funcionó hasta el año 1982). Alvy es miembro de una familia judía y en los flashbacks iniciales, lo muestra, en planteos a la típica madre judía, obsesionado  por la expansión del universo.
    Cuando Alvy conoce a Annie Hall (Diane Keaton), ya había tenido dos matrimonios anteriores fallidos. Annie es una joven provinciana de Chippewa Falls, Wisconsin, que ha llegado a la gran ciudad para triunfar como actriz y cantante y ellos se encuentran por primera vez en un partido de tenis de dobles en el que participan el amigo de Alvy, Rob (Toni Roberts) y la pareja de éste. 
    En el inicio del film, Alvy habla directamente a cámara contando porqué terminó su relación con Annie. En el resto de la película recrea su enamoramiento, sus sucesivas recorridas por reconocibles lugares de Nueva York. Se visualizan así, la St. Bernard School en Greenwich Village, el Terrace Ballroom del Statler Hilton Hotel, el Seaport Museum en Manhattan, los cines Thalia y New Yorker (que ya no existen) y el cine Paris, el único que actualmente posee una sola sala en Nueva York. Hay una escena recordada en la visita a la familia de Annie en su pueblo por la Pascua y el encuentro con un padre antisemita y un hermano con tendencias suicidas. 
    En los parlamentos de los recuerdos de Alvy, éste y Annie hablan de las anteriores esposas de Alvy: Pam (Shelley Duvall), una escritora neoyorquina y Allison (Carol Kane) y de los hombres que pasaron por la vida de Annie. En la convivencia que, rápidamente tienen, Alvy intenta hacer a Annie más “culta”, así le recomienda un libro sobre la muerte, motivo también de otra escena memorable en el momento que ambos comienzan a dividirse las pertenencias, entre ellas, los libros. Hay un viaje a California, donde se ha establecido Rob y un ámbito que atrae a Annie; el reencuentro con Tony Lacey (interpretado por el músico Paul Simon, que fuera integrante del dúo Simon & Garfunkel), un productor musical que había escuchado con atención la actuación de Annie en un club nocturno y vive en el Oeste. Luego de ese viaje, se produce el final del romance entre Alvy y Annie y ésta se va a vivir con Tony en California. 
    La película tiene otras escenas antológicas. Una es, en un encantador juego de ruptura de la “cuarta pared” y la introducción de personas reales, cuando Alvy y Annie están en una fila para ingresar a un cine y uno de los que se encuentran en la misma fila comienza a criticar la última película de Fellini. Alvy (como Allen) admirador del director italiano, empieza a irritarse, hasta que una referencia del hombre a la obra del conocido filósofo y sociólogo de la comunicación, el canadiense Marshall McLuhan, lo revela. Para refutar lo que el hombre estaba diciendo, hace salir de detrás de un banner al propio McLuhan, autor de “El medio es el mensaje” para que le argumente su equivocación al presuntuoso parlanchín que se vanagloria de enseñar sobre “Televisión, Medios y Cultura” en la Universidad de Columbia. Las escenas de Alvy con las langostas, tanto con Annie o con otra pareja; las referencias a cierto tufillo culturoso de los lectores de revistas culturales; las alusiones a la obsesión por lo sexual en Alvy componen una variedad de aciertos en la película
    Algunos de los chistes que el personaje de Alvy dice durante la película se recuerdan por su ingenio y efectividad. Inclusive, uno de ellos, al inicio del film, es más que conocido. Alvy cita una frase atribuida a Groucho Marx, aquella de “nunca he querido pertenecer a ningún club que me aceptara a mí mismo como miembro”. O la referencia a la vida como insignificante y horrible, como “la comida en un restaurante de las montañas Catskills”.
    En el final, Alvy lamentándose del destino de su relación con Annie y en general crítico y ácido respecto de la vida, afirma que “uno intenta que las cosas salgan perfectas en el arte porque en la vida real es muy difícil”. Marshall Brickman ha declarado que la intención tanto suya como de Allen era llamar a la película “Anhedonia (incapacidad de disfrutar la vida)”, pero la productora (United Artist, la histórica creada en la década del ´20 del siglo pasado por, entre otros, Charles Chaplin) no estuvo de acuerdo. En otro sentido, vinculado con el nombre del film, en un homenaje a Tennesse Williams, autor del teatro clásico norteamericano del siglo XX, Allen propuso llamarla “Una montaña rusa llamado deseo”
    La película, en sí, o algunas de escenas o el mismo espíritu de la misma ha sido referenciada, aludida, homenajeada e incluso plagiada en numerosos films. Rob Reiner ha dicho que su película “Cuando Harry conoce a Sally” está inspirada en ella. Algunos críticos han visto influencias de “Annie Hall” en algunas series de televisión como Seinfeld, Sex and the City y Entourage. Ben Stiller también, entre otros, ha manifestado el ascendente que la película ha tenido sobre su cine. 
    Con el particular sentido neurótico, hipocondríaco, nervioso, obsesivo e intelectual Woody Allen compone a Alvy en una sintonía con su persona. Recurre a sus directores de cine admirados, Fellini y Bergman y a autores como Balzac. Recorre su amado Nueva York (luego transitado en numerosas películas, entre ellas, la magnífica “Manhattan”). Diane Keaton dota a su Annie Hall (Hall era el apellido real de la actriz) de un encanto, personalidad, despreocupación, calidez y belleza que ha trascendido a la propia película. De forma tal que, hasta su vestuario en la película ha sido considerado como icónico y personal y símbolo de moda. Tanto que United Artists anunció el 23 de mayo de 1978 que Jack Baker 5th. Avenue había obtenido la licencia para crear una línea de ropa para mujeres, inspirada en Annie Hall.
    “Dos extraños amantes” obtuvo 4 premios Oscar de la Academia, además de varios Golden Globe. Los Oscars fueron: el de mejor película, mejor actriz (Diane Keaton), mejor director y mejor guion. Woody Allen no concurrió a la entrega de los premios porque estaba tocando el clarinete con la New Orleans Jazz Band en el Mitchel´s Pub en la calle 55 de Nueva York. 
    Woody Allen y Diane Keaton mantuvieron una relación afectiva durante mucho más tiempo que los tres años en que fueron pareja. Al momento de realizarse “Dos extraños amantes” ya hacía cuatro años que habían terminado. Años después, al conocerse la acusación de la hija adoptiva de Allen, Dylan Farrow, en su contra, Keaton afirmó que “Woody Allen es mi amigo y sigo creyendo en él”. Y en una extensa, sentida y amorosa carta el director al enterarse del fallecimiento de Diane, el 11 de octubre pasado, escribió: “Era una persona única y fabulosa (…) Hace unos días, el mundo era un lugar donde existía Diane Keaton. Ahora es un mundo en el que no. Por lo tanto, es un mundo más gris. Aun así, quedan sus películas. Y su gran risa todavía resuena en mi cabeza.”
    Woody Allen, este 1° de diciembre (alguna publicación especializada, dice el 30 de noviembre) cumple noventa años. Y si bien, a partir de las críticas derivadas de la acusación mencionada y de una virtual cancelación, ha reducido la frecuencia de sus realizaciones, sigue con proyectos. Actualmente está preparando “WASP 2026” (Nombre provisorio, acrónimo de Woody Allen Summer Project 2026) que contará con el patrocinio de la Comunidad de Madrid, encabezado por Isabel Diaz Ayuso del derechista Partido Popular que invertirá 1 millón y medio de euros en la producción del film con el elevado sentido que los Estados tienen, independientemente de su signo político, de apoyar la cinematografía.

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    Gustavo Labriola
    Gustavo Labriola
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