Lo que debe quedar afuera
El tenista alemán de origen ruso, Zverev, estaba concentrado para realizar el saque, el silencio del estadio acompañaba esa concentración, cuando escuchó, recortado de ese mutismo, un grito: "Alemania sobre todo", aulló uno desde la tribuna. Entonces, el tenista, que solo parecía prestar su atención al golpe que estaba a punto de ejecutar, se detuvo, se dirigió al umpire y le tradujo las palabras y su significado. Le explicó que ese alarido agraviante remitía a Hitler y el nazismo.
Le solicitó que haga retirar a ese espectador. El árbitro se dirigió a las fuerzas de seguridad que hicieron salir del estadio a ese individuo.
Eso sucedió días atrás en un torneo de elite del tenis en Estados Unidos. El gesto del tenista fue admirable. Cuánta conciencia, cuánta memoria, cuanta claridad en la percepción de que no hay que dejar pasar esas manifestaciones infames. Cuanta percatación de que el olvido y la indiferencia son sinónimos de la repetición del horror. De que, como dice Milan Kundera, "la lucha de la memoria contra el olvido, es la lucha del hombre contra el poder".
Esas circunstancias tienen relación con las que vivimos en estos momentos, tan dramáticos en nuestras tierras, con aquellos que reivindican el nazismo argentino, con aquellos que agravian el dolor y la memoria de las víctimas de la espantosa Dictadura cívico militar eclesiástica, responsable del genocidio que en nuestra patria sucedió desde 1976 a 1983, precisamente en el año en que la democracia cumple su aniversario número 40.
Reivindican una Dictadura que secuestró, torturó y desapareció a 30 mil personas, que robó sus bebés, que se apropió de su identidad. Que arrojó personas vivas al mar desde siniestros aviones. Que arrojó al infierno una civilización, degradándola en la máxima de las barbaries. La verdad histórica está siempre amenazada por estos fascistas.
La sociedad no debe ni puede desatender esta batalla en el orden cultural, en la que, al descuido, quieren imponer la mentira, aquella que comandó su nefasta experiencia. Y retomo el sabio pensamiento del extraordinario escritor checo, quien aseguraba que: "para liquidar a los pueblos se empieza por privarlos de la memoria. Destruyen tus libros, tu cultura, tu historia. Alguien escribe otros libros, les da otra cultura, inventa otra historia; después la gente comienza a olvidar, lentamente lo que son y lo que fueron".
En Alemania cualquier expresión de reivindicación del nazismo es severamente sancionada. En nuestro país, quien organizó, nada menos que en el ámbito de la legislatura, ese reconocimiento a los asesinos, fue la candidata a vicepresidenta de la Libertad avanza, y sabemos que los partidos de derecha han abonado esta reclamación. Han realizado apología de delitos de lesa humanidad, en nombre de la falsa teoría de los dos demonios, renegando de la verdad histórica, del Plan Cóndor que estableció las Dictaduras en Latinoamérica para la instauración de un modelo económico que favorecía los intereses del Imperio norteamericano, en complicidad con la oligarquía regional. Parecía que la lucha de la sociedad, encabezada con una ejemplar dignidad, por las abuelas y madres de plaza de mayo, ya había dado por concluido una etapa de lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Parecía (y lo es en realidad), que esa conclusión aseguraba el acuerdo básico de los argentinos para convivir en la Democracia.
Sin embargo, es necesario que la transmisión generacional del horror, la Memoria viva, tenga una permanente e intensa actividad que asegure, sobre todo en los jóvenes, el conocimiento de la verdad histórica, sobre todo, cuando el oleaje del fascismo quiere implantar las más terribles falacias, intentando recuperar un pasado espeluznante.
Por eso es necesario decir, con firmeza y determinación “Nunca Más” a la Dictadura más sangrienta de nuestra historia, Memoria, verdad y justicia por los 30.000 desaparecidos!!!
AFUERA EL ODIO, LA
DISCRIMINACIÓN Y LA VIOLENCIA
Queremos una sociedad en paz, democrática, donde predomine el respeto, la tolerancia y la solidaridad. Una sociedad humanista y humanizada.
Por eso es necesario rechazar y repudiar sin titubeos, aquellas afirmaciones plenas de destrucción y maltrato que provienen, como si las propuestas violentas fueran admisibles, de determinados sectores políticos. En ese sentido deseo repudiar resueltamente las expresiones de Javier Milei, quien, en su intento de descalificación del pensamiento de un economista, lo llamó “mogólico”, agraviando y discriminando con dicha expresión a las personas con síndrome de Down, sus familias, sus amigos y la sociedad en general y solidarizarme con ellos, haciéndome eco del comunicado de la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina, ASDRA, quienes repudiaron, decididamente estas brutales manifestaciones discriminatorias. Son las mismas, es el odio, la discriminación, lo que debe quedar afuera, en la sociedad que queremos construir.
Sergio Brodsky