Milei afronta un momento decisivo en medio de tensiones por derrotas políticas y económicas
A las elecciones bonaerenses, el oficialismo llegó con su dispositivo político debilitado, presiones en el frente económico y un clima interno atravesado por sospechas y disputas.
El gobierno libertario enfrentó las elecciones en la provincia de Buenos Aires en medio de un escenario adverso. El Presidente inició la campaña con expectativas altas, pero la concluyó con señales de desconfianza, tensiones en los mercados y divisiones internas.
El resultado de este domingo marca un punto de inflexión. Si hubiera triunfado LLA o perdido por poco o el famoso “empate técnico” podría haberle otorgado un respiro, aunque no resolvería las fragilidades acumuladas. Entre los principales desafíos figuran la reconstrucción del esquema cambiario, la cohesión de su equipo y las alianzas necesarias para gobernar con minoría parlamentaria.
En paralelo, la Casa Rosada atraviesa una crisis marcada por denuncias de espionaje interno, sospechas de corrupción en el área de Discapacidad y medidas judiciales controvertidas, como la censura previa a publicaciones de audios de Karina Milei. A esto se suma el revés legislativo por la ley de discapacidad, que dejó en evidencia la fragilidad parlamentaria del oficialismo.
En el plano económico, la intervención del Tesoro en el mercado cambiario supuso un quiebre de las reglas pactadas con el FMI, generando dudas en los inversores y anticipando cambios tras los comicios. Mientras tanto, los gobernadores y sectores opositores exploran alianzas con miras a 2027, en un contexto en el que la desunión y los enfrentamientos internos debilitan la gobernabilidad.
La campaña cerró en un clima de polarización extrema, donde el oficialismo reforzó su discurso contra el kirchnerismo mientras buscaba contener las turbulencias financieras y políticas que lo rodean, pero evidentemente no les sirvió.
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