Nada va a cambiar
Cuando la justicia es injusta aparecen un montón de interrogantes. Hay muchos cambios que se tendrían que hacer de fondo para terminar con ciertas impunidades que, por estos tiempos, ya hartan a los ciudadanos de bien.
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Decía alguien por ahí: “No pienso pagar un impuesto con la compra de un caramelo, para que ese impuesto termine después en el sueldo de un delincuente reincidente, asesino, que ya cumplió una condena que no sirvió para nada. Al contrario -sostenía- salió peor de como entró, porque ahora, además de sus causas por trata y de venta de estupefacientes, se le sumará un asesinato atroz con descuartizamiento.
“Que alguien me diga qué derecho humano tuvo esa pobre joven. Que alguien me explique qué derechos humanos tienen todas esas víctimas mujeres y hombres que caen en manos de estos parásitos de la sociedad, por denominarlos de alguna manera. Qué derecho tuvo la hermana de Luisina y la misma Luisina. Qué derecho tiene el “verdulero” que abatió a un ladrón que lo tenía acosado, amenazado y que en el momento de robar le atinó machetazos con el final que todos saben. El ladrón muerto y el comerciante tras las rejas a la espera de un juicio que no se sabe cómo finalizará.
“Estoy enojado -decía- enojado con el sistema, con la inoperancia de quienes tienen que velar por los derechos y la seguridad de las personas y no me refiero a la parte policial, que bastante tiene que hacer sin contar con el respaldo suficiente para tomar medidas, en algunos casos con desigualdad de condiciones.
‘‘Enojado con la parte política que no legisla leyes que sean duras y que sirvan realmente para castigar a quienes tienen la libertad de asesinar, vejar, mutilar con total desparpajo, porque saben que, si ‘‘van en cana”, desde adentro continúan manejando sus negocios de venta de drogas, de trata y un sinfín de delitos innumerables, sin ningún inconveniente y tomando como oficinas el lugar en donde deben cumplir penas.
“Será justa la justicia por más que le otorguen una cadena perpetua al asesino -se preguntaba-. Mientras tanto seguiremos pagando impuestos, para mantenerlos en las cárceles con comida, agua y un sueldo.
‘‘Seguramente habrá muchos que se recuperarán y no querrán pasar más por esa experiencia carcelaria, pero en casos como estos, en donde cumplen condenas y salen peor, no sé de qué justicia me hablan”, remarcó enojado y se fue, pero se le pudo notar una lágrima de bronca e impotencia, porque en el fondo, y no tan en el fondo; todos sabemos que nada va a cambiar… JCV
