El fenómeno Milei: Aprendizajes para los 40 años de democracia
En las elecciones PASO de agosto emergió un escenario interesante para ser analizado. En primer lugar, se reitera la baja participación vistas en las elecciones de todo el 2023, incluso teniendo en cuenta el menor interés que en el pasado ha generado este tipo de elecciones primarias nacionales desde su sanción en 2009.
En segundo lugar, el escrutinio definitivo ha evidenciado una elección de tercios. Este resultado no del todo claro para analistas y encuestadoras, era ya evidente para ciertos dirigentes políticos que lo anunciaban a principios de año. Un punto a favor para los que hacen la política, frente a los que piensan la política.
El tercer aspecto a considerar son los mismísimos resultados. Por ajustado margen, tanto la lista interna como la fuerza más votada fueron las del economista y Diputado nacional Javier Gerardo Milei.
Mucho se ha dicho sobre el fenómeno Milei. Pretender ser novedosos sería arrogante. En este escrito articulamos algunas de las líneas explicativas presentes en la ciencia política, el análisis de coyuntura y el periodismo de investigación, poniéndolas en función de la reflexión sobre los 40 años de democracia.
Existen dos líneas argumentales que quedan por fuera de nuestro escrito porque no son explicativas del fenómeno. Por un lado, tenemos la actual situación de crisis económica. Esta no explica específicamente la coyuntura porque ha sido tradicionalmente un factor nocivo para los intereses electorales de cualquier oficialismo (Alfonsín, 1989; De La Rúa, 2001; Macri, 2019; actual gestión). Por otro lado, nos encontramos con la supuesta solidez técnica del actual candidato más votado. Resulta discutible que la argumentación del liberalismo económico, ortodoxo, lógico y descontextualizado se verifique como conocimiento aplicable sin una articulación de fuerzas políticas necesarias que le den viabilidad. Más allá de esto, no explica la coyuntura porque han existido otros economistas de talla que no han logrado el éxito electoral en similares situaciones de crisis (Alsogaray, Cavallo, López Murphy). Habiendo descartado estos dos factores, proponemos pensar la actualidad electoral a través de 4 dimensiones de análisis: los lenguajes en la comunicación, los desafíos de la representación política, la performance de ciertas articulaciones ideológicas y las solidaridades en crisis.
Los lenguajes en la comunicación. Desde hace 15 años, la comunicación incorpora a las redes sociales: espacios de entretenimiento, desempeño laboral y acceso a la información de sectores cada vez más grandes de la humanidad. Esto ha potenciado la vieja capacidad de los medios de instalar personajes en el debate público. No necesitamos abundar en el rol que tuvieron ciertos medios de comunicación nacional en la instalación de la figura de Javier Milei.
Ahora bien, existe también una operación de lenguaje del liberal-conservadurismo que Javier Milei desempeña a la perfección: se realizan deducciones desde un principio básico que pueden extrapolarse fácilmente por la ausencia de referentes empíricos en nuestro presente. Un ejemplo es la idea de vouchers para el financiamiento educativo. La propuesta coloca al interés individual como ordenador de la vida pública, suponiendo que cada una de las personas que reciba dicho voucher tendrá la capacidad plena de tomar las mejores decisiones con respecto a educación, salud y otros servicios públicos. Sin embargo, no es considerado que la inversión en la oferta colectiva de servicios públicos es financieramente más eficiente y socialmente más justa. Todas estas formas de argumentar son lógicamente incontrastables; no resisten el análisis histórico, pero funcionan correctamente en los videos cortos de las redes sociales.
Finalmente, los personajes altamente confrontativos han servido sistemáticamente para correr el límite de lo que se pude decir (soberanía nacional, derechos humanos, moneda nacional, educación y salud pública). Hoy el lenguaje políticamente incorrecto parece ser regresivo. Actores como Javier Milei recuperan como válidas muchas de las ideas impugnadas por el desarrollo intelectual, político y social de los últimos 40 años, abriéndose un espacio en la opinión pública, en particular en la juventud. Gran distancia entre decir y poder hacer; final abierto.
Los desafíos de la representación política. Una de las mayores debilidades que tiene nuestro actual régimen político es el sostenimiento de un sentido eminentemente procedimental de la democracia. Esto significa que el principal y quizá único acto de decisión pública de la ciudadanía sea en el momento de los comicios. Esto precariza el debate público y esquematiza la concepción de pluralismo, habilitando cualquier opinión como válida, incluso las que hacen gala de la crueldad excluyente del “todos contra todos”.
Otro de los elementos a mencionar es la debilidad de las estructuras partidarias por su falta de enraizamiento territorial e identitario. Imagen de ello es la de comités y/o unidades básicas vacías o cerradas, por fuera de los tiempos electorales. Esto lesiona la responsabilidad militante que tienen los partidos políticos con su sociedad y abona a la desconfianza.
Finalmente, la variable más novedosa de la crisis de representación política es el denominado Lawfare: La intervención sistemática de sectores específicos del poder judicial para favorecer o perjudicar la trayectoria de importantes dirigentes político-partidarios en los últimos ocho años. Los gigantescos espacios vacíos que dejan estas fallidas candidaturas de alto arrastre electoral nacional y la modificación de los tiempos electorales provinciales por decisiones judiciales son un factor más que distorsiona la articulación entre el electorado y su dirigencia política; es decir la traducción entre la intención de voto y la distribución de cargos públicos.
La performance de ciertas articulaciones ideológicas. Ya hemos dicho que la articulación entre las ideas del liberalismo económico y el conservadurismo social no es una novedad, pero en la actual coyuntura política se demuestra muy productiva electoralmente. El liberalismo económico presta formulaciones lógicas que funcionan bien en las visualizaciones de redes sociales. Complementariamente, el conservadurismo social tiene la capacidad de confrontar directamente con otras ideas de gran llegada mediática (feminismo, ambientalismo, políticas de educación y cultura) intentando poner en práctica aquello de que “uno tiene la estatura de sus adversarios”.
La contracara de esta articulación exitosa tampoco es una novedad. El transformismo ideológico que ha sufrido el justicialismo en los últimos 40 años ha aportado a sus altibajos electorales. El denominado peronismo clásico (shock de consumo y promoción industrial) ha demostrado históricamente la mejor performance electoral de las diferentes versiones del justicialismo. La actual gestión nacional parece no terminar de cuajar en esta articulación ideológica, ya sea por decisiones internas a la coalición gobernante o por imposiciones externas de los organismos internacionales de crédito. Las consecuencias electorales saltan a la vista.
Las solidaridades sociales en crisis. La desarticulación de las formas de organización social, política y económica alternativas al puro Estado y al puro mercado es el factor de más largo plazo que puede explicar tanto el fenómeno Milei como el desempeño de los últimos 40 años de democracia. Todas estas experiencias representan una tradición de 150 años en nuestro país, vinculada con la economía solidaria, la organización obrera, el cooperativismo y el mutualismo heredados de las culturas inmigrantes. Formas de auto-organización de la sociedad que fortalecían un tercer término entre el Estado y el mercado: una comunidad organizada. Estas formas de organización evitaron que experiencias dictatoriales de 1950 y 1960 impongan las puras políticas de mercado. Estas experiencias han sido golpeadas sistemáticamente por dictaduras, por cooptación estatal y/o por estrategias corporativas de actores económicos nacionales e internacionales que buscaron dejarlas fuera de juego desde el último cuarto del siglo XX. Frente a la crítica ciudadana de la administración de los servicios públicos, la alternativa del pleno mercado se impone como una resultante lógica por la crisis de estas experiencias de solidaridad socioeconómica y sociolaboral mencionadas.
Aprendizajes
del presente
El fenómeno Milei ha sido abordado desde cuatro dimensiones que pueden ser consideradas como los aspectos básicos de reforma de cara al fortalecimiento de esta democracia que ya cumple 40 años. Por un lado, es necesario que las argumentaciones públicas eviten la eliminación del adversario como opinión válida y no se basen solo en la argumentación lógica sin la base empírica necesaria dada por acuerdos políticos y sociales.
En segundo lugar, la representación política debe fortalecerse complementando a la democracia procedimental con un sentido social, incorporando el enraizamiento de las estructuras partidarias en los territorios que dicen representar y evitando el avasallamiento de unos poderes públicos sobre otros.
En tercer lugar, para evitar la política pendular la sociedad argentina podría experimentar articulaciones ideológicas entre el liberalismo económico y el progresismo social como las norteamericanas, o entre el igualitarismo social y la responsabilidad fiscal como las nórdicas.
Finalmente, la consolidación de la democracia debe fortalecer un tercer término: la comunidad. Para ello es necesario recomponer lógicas de solidaridad social por fuera del péndulo Estado-mercado, que eviten la caída en el puro egoísmo en momentos de crisis de legitimidad del principio de la igualdad.