Carson McCullers. La serena mirada a los marginados de la sociedad
El sur este de los Estados Unidos de Norteamérica con su exuberante vegetación, sus llanuras fértiles y su clima benéfico se ha convertido en una zona de promisión. Coinciden tales circunstancias positivas con la discriminación, el conservadurismo, actitudes misóginas que permanecen inalterables.
En esa superficie adquirieron relevancia grandes artistas que supieron crear a partir de esa cruda realidad social. Así Tenessee Williams la llevó al teatro y William Faulkner a las novelas. Por otra parte otros escritores como Thomas Wolfe y Robert Penn Warren y escritoras como Flannery O´Connor y Eugene Welty fueron consideradas como motores del �Srenacimiento del sur⬝, surgido en la década del ´30 como respuesta a una considerada pérdida de la idiosincrasia y de los valores de la región provocada por un alejamiento de la forma de vida esencialmente rural por otra industrial y urbana.
Pero hubo una escritora, que desarrolló una literatura marcada por el sufrimiento propio que le sumó matices a las cuestiones y razones que el resto de los autores volcaban en sus textos.
Lula Carson Smith nació en Columbus, la segunda ciudad en importancia en el Estado de Georgia, después de su capital, Atlanta. Cuando comenzó a escribir pequeñas obras de teatro que representaba en el seno familiar, optó por ser reconocida por su segundo nombre. Además de interesarse por la escritura, aprendía música, procurando ser concertista de piano, para lo que era sometida por su madre, manteniendo una relación tirante y de conflicto permanente.
Carson había nacido en 1917 y al abandonar su ciudad natal persiguiendo el objetivo de su madre, en un viaje a Nueva York pierde el dinero que llevaba para inscribirse en una academia de música. Ese hecho fortuito la convence de dedicarse a escribir, a pesar de la imposición materna. Desde su juventud comenzó a padecer dolores y complicaciones físicas que la fueron marcando y le impidieron llevar una vida social activa, como era su deseo.
Cuando tenía cerca de 20 años conoce a James Reeves McCullers, con el que termina casándose. Por tal razón, al momento de publicar su primer libro, �SEl corazón es un cazador solitario⬝, en 1940, lo hizo con el nombre de Carson McCullers, con el que se hizo conocida y el que mantuvo hasta su fallecimiento.
Sus obras hunden el escalpelo de su mirada en personajes marginales y marginados, que tienen alguna discapacidad física o sufren necesidades afectivas constantes. Se acerca a ellos con un sentido gótico y apropiándose de sus imperfecciones, transformándolas en el hilo conductor del reconocimiento de la condición humana en cada uno.
Es �SEl corazón es un cazador solitario⬝, un título poético y representativo como pocos. La soledad por la que los seres humanos están atravesados es interpretada con notable precisión por McCullers, sobre todo cuando se es percibido distinto en una sociedad desintegrante. En esta obra, con un lenguaje llano y profundamente humano se acerca a un par de sordomudos y su grupo de amigos que interrelacionan con ellos, manteniendo a su vez ilusiones y esperanzas que no terminan de concretarse. La incomunicación que subyace en todo el relato, derivada principalmente por la capacidad diferente de los protagonistas, pero potenciada por la necedad de los amigos que no aciertan en encontrar el camino más íntegro para relacionarse con aquellos. Se torna una relación que roza el grotesco y la despiadada indiferencia social. Fue llevada al cine en 1968, con dirección de Robert Ellis Miller e interpretada por Alan Arkin, Sondra Locke y Stacy Keach
Ya integrada a la pléyade de autores referentes del sureste norteamericano, en �SReflejos en un ojo dorado⬝, McCullers se involucra con un soldado norteamericano que debe lidiar con su jefe, un capitán del ejército, homosexual reprimido, en una fuerza misógina, despreciativa y violenta. La particular relación que entabla el soldado con la esposa del capitán, implosiona el drama y se termina resolviendo la situación de la peor manera. La irracionalidad propia de esos pueblos sumergidos en la decadente visión del conservadurismo es exteriorizada con notable discreción por parte de la autora. Marlon Brando fue el protagonista de la película que se realizó en 1967, con la dirección de John Huston y la participación de Elizabeth Taylor.
�SLa balada del café triste⬝, publicada una década después, al inicio de los ´50, contiene una novela corta y seis cuentos. Aparecen personajes disminuidos física y psíquicamente, marginales, extraños, borrachos, homosexuales sumados a la violencia implícita que el ex marido de la protagonista imprime, al salir de la cárcel. La intolerancia y la indolencia reinan en una pintura dolorosa y certera. En 1991, Simon Callow dirigió la adaptación cinematográfica con las interpretaciones de Vanessa Redgrave, Keith Carradine y Rod Steiger.
Carson McCullers consiguió una manera traslúcida para focalizar la mirada en la injusticia, el odio racial, con su peor expresión -el segregacionismo- y los problemas sociales persistentes en ese ámbito, pero incrementados por la grave crisis económica que asoló los Estados Unidos y parte del resto del mundo, al comienzo de la década del ´30.
La escritora sufrió dolores físicos intensos. Padeció ceguera, un ACV, estuvo mucho tiempo aislada, postrada en una cama. Todas esas limitaciones le repercutieron en dificultad para relacionarse, para exteriorizar y recibir amor. Además, el hecho que se haya enamorado de las escritoras Anne Marie Schwarzenbach y Katherine Anne Porter, no hizo más que incrementar el aislamiento que ya mantenía por sus problemas de salud.
El amor para McCullers era un sentimiento esquivo y lo persiguió en toda su vida. Fue niña prodigio, vivió apasionadamente, fue reconocida por los ámbitos literarios, influenció a varios autores latinoamericanos, como Haroldo Conti y Juan Carlos Onetti, entre otros. Falleció muy joven, a los 50 años, dejando una obra de profunda, melancólica y compasiva mirada sobre la condición humana y la necesidad de la fraternal integración en procura de una sociedad que aunque, demore, alcance la consideración igualitaria de todos sus integrantes.