Suicidio del joven Jorge Mitre Y Vedia
El 24 de agosto de 1852 había nacido en Buenos Aires Jorge Mariano Mitre, cuarto hijo de don Bartolomé Mitre y de doña Delfina de Vedia y fue bautizado en diciembre en la Iglesia de la Concepción, de la calle Tacuarí e Independencia. Fueron sus padrinos sus tíos paternos Rosario de Vedia de Baratta y Mariano de Vedia residentes en Montevideo, por lo que fueron representados por José María Drago y su abuela paterna Josefa Martínez de Mitre.
Fue Jorge un niño con una precocidad literaria curiosa.
Sin embargo, tenía escaso apego al estudio, como correspondía a un joven rebelde y artista a quien sus amigos consideraban poeta.
A los 14 años había fundado con Eduardo Gutiérrez y Adolfo Lamarque un pequeño periódico, lo que no le era difícil siendo su padre Presidente de la República. Lamarque lo describía así "En las largas veladas de invierno que pasabamos juntos, escribíamos siempre. Cuando el cansancio nos invadía, leíamos nuestros propios ensayos. Jorge tenía una imaginación de fuego. Entre mis papeles conservo muchas novelas suyas comenzadas, poesías en boceto, actos diseñados, pero nada con la palabra final"... Tal vez por esto mismo quiso poner un final definitivo a una vida sin sentido. El poeta daba trabajo a sus padres. Inscripto en el Colegio Nacional para prepararse en las carreras tradicionales. Jorge no quería estudiar. Ya era entonces silecioso y taciturno y descuidaba las materias del programa. Prefería en cambio leer sin orden. El padre no ignoraba el extraño carácter de su hijo, pues apenas lo vio partir con el puesto pedido a un amigo, el general Wenceslao Paunero, le escribió a Jorge "conociendo su tendencia enfermiza... lo reprendía, lo aconsejaba y lo bendecía a la vez, procurando elevar su espíritu, despertar su previsión y fortalecer su sentido moral..."
El poeta sentía simpatía por América latina y sus pesares le llegaban al alma. Dedicó a Ramón Roa, poeta cubano un canto a la libertad de Cuba sojuzgada por España.
"¡Europa atrás! Atrás aventureros
Vente lontano con tus pompas regias
Con tus duques, tus condes, tus marqueses
Nuestras glorias son mucho más egregias..."
Jorge Mitre está en Brasil donde acaba de cumplir 18 años. El ministro brasileño Quintino Bocayuva lo presentó en los mejores salones, pero el destino se enseñorea con el joven.
José Gabriel Palomeque cuenta en carta a su señora, los antecedentes de la tragedia:"En este barrio donde yo vivo, reside la familia del Comendador Paulino, que tiene dos hijas bonitas, bien educadas, que tocan y cantan bien, que gozan de reputación y son visitadas. Jorge Mitre vivía en el Hotel de Extranjeros distante dos cuadras de la casa de aquellas niñas, una de ellas se encontraba en la ventana" Mitre quiso hablarle pero ella lo desdeñó por extranjero y cerró la ventana. Pero al día siguiente volvió a ver allí mismo, intentando de nuevo entrar en relación. Al verse rechazado, el alocado Jorge llamó a un negro y le ofreció dos patacones para que le sirviera de escalera y le permitiera entrar. Trepó por la espalda de aquel y se escondió en el cuarto de las niñas bajo una cama. Cuando su pretendida se acuesta, siente los golpecitos de Jorge y despierta a toda la casa al grito de ¡Hay un hombre en mi cuarto! Los esclavos se apoderan de él y lo llevan a la comisaría, aunque el muchacho se resiste y grita que es hijo de Mitre y no deben ofenderlo. La dueña de casa, agraviada hace un telegrama al marido, que vulve apresurado de la fazenda. Se le informa al día siguiente al ministro Paunero, el ministro y Comendador Paulino y "acuerdan que el joven Mitre saldrá de la Corte" con destino a Santos. Como el padre ofendido quiere asegurarse de la verdad de los hechos, envió un emisario al hotel para hablar con Mitre: debe jurarle que el único trato que tuvo con su hija fue el de la noche anterior por todos conocido y Jorge le mandó decir "que nunca había hablado más palabras con esa señorita que los ya mencionados con ocasión de pasar por su ventana".
Esa tarde Mitre vuelve a hablar con Paunero, que lo amonesta, y luego se encierra en su cuarto. La versión del testigo Palomeque no es la única sobre el caso, pues Paunero escribió a Sarmiento que Jorge había vivido efectivamente una relación con la señorita Paulino
“Eran las seis de la tarde cuando los pensionistas del Hotel se encontraban en el comedor, con la sola excepción del joven Mitre; cuando comían hubo alguien que sintió una detonación, pero lejana: más tarde el ministro Frances se constituía en el cuarto de su secretario que estaba debajo del de Mitre, entonces observaron que por la pared corría algo”; era sangre. Se echó la puerta abajo y se encontraron con el cadáver caído en medio del cuarto y bañado en sangre. Era el 17 de octubre de 1870. Sobre la mesita había poemas y cartas de despedida. Decía Mitre en una a Paunero.” Cuando estas líneas lleguen a sus manos, mi vida será un recuerdo y mi nombre una repercusión ¡Solo mi espíritu reinará en las alturas! He sido bueno porque no he prostituido mi alma. Las lágrimas que por mi causa se han derramado en el mundo he querido enjugarlas para siempre sobre la misma mejilla que humedecían. Mi madre, mi padre, mi familia. A todos los he amado. Mis amigos, a todos los he respetado. General: mi espíritu se turba.
Jorge” Y a su modo escribía “No porque me tiemble el pulso dejo de tener el alma entera y en posesión de todas mis facultades. Soy de mi muerte el único culpable. Muero sin saber porque”
Triste final de una aventura galante, que ni siquiera alcanzó a ser tal, que tronchó una vida a los 18 años.
Una de las estrofas de un poema póstumo titulado Consumatun est dice:
“Silencio ¡todo es muerte! Bajo el túmulo
Esa alma descarriada se durmió
…¡Todo pasó! Las muertas ilusiones
¡Solo dejan tras ellas luto y llanto
¡Todo pasó! Las muertas ilusiones
¡Todo pasó! Recuerdos confundidos
En los vagos celajes del pasado!”