Perdón soldado
La guerra de las Malvinas dejó dos heridas, una por la derrota y la muerte de 649 patriotas y la otra, tan dolorosa o más que la anterior, fue la que produjo el olvido e indiferencia, a los caídos y a los sobrevivientes, de parte de sus propios compatriotas, entre los cuales me incluyo. Algunos de los veteranos cuentan que fue más cruel el regreso que la guerra en sí.
No homenajeamos a los fallecidos ni contuvimos a los que volvieron, los tomamos como responsables de haber iniciado y perdido aquella guerra absurda y los escondimos bajo la alfombra como si fuesen basura.
Fíjense en estos datos; fueron 649 los muertos de los cuales 232 son víctimas del hundimiento del General Belgrano y 326 los caídos en el archipiélago, la cantidad de suicidios es de más de 500, esto nos dice que el número de los que se quitaron la vida supera a los muertos por el enemigo en las islas.
El 78% de nuestros ex combatientes sufren trastornos relacionados con el sueño, el 28 % reconoce tener ideas recurrentes sobre el suicidio, el 10 % lo intento alguna vez y el 60 % no tiene resuelto en forma estable su situación laboral. Hoy el que no sufre depresión, carga estrés postraumático o alergias o enfermedades autoinmunes y sabemos que tanto los trastornos depresivos como los postraumáticos tienen alta tasa de suicidabilidad.
¿Qué nos pasa a los argentinos? ¿Por qué somos tan poco solidarios?
Reconozcamos como auténticos héroes a los hombres que fueron protagonistas de aquella desigual contienda y brindémosle el respeto y la contención que se merecen, ya que, la mayoría, siendo casi niños, dieron acabada muestra de coraje y sacrificio en el campo de batalla, entregando, algunos, hasta su vida. Comencemos por pedirles perdón.
Perdón soldado, perdón, por no haberte recibido
con el honor y respeto que tenías merecido,
por hacerme el distraído, por mirar para otro lado
cuando tu mano tendida reclamaba por mi mano.
Perdón soldado, perdón, por no curar tus heridas,
por no sumar esperanzas a tus noches de colinas,
por no pedir que las almas de los que allá se quedaron
tengan buenas compañías y un infinito descanso.
Perdón soldado, perdón, por dejarte en soledad
frente a tantos enemigos, frente a tanta necedad,
por no comer de tu plato, por no beber de tu miedo,
por no detener la sangre que retoñaba en tu cuerpo.
Perdón soldado, perdón, por no mirarte a los ojos
y no cabalgar el campo primaveral de tus logros,
por no llorar a tu lado, por no compartir tú pena
cuando al final de la guerra arriaban nuestra bandera.
Vuelvo a pedirte perdón y otra vez lo pediría
por convocar al olvido, por revelar cobardía,
por no entender que tú lucha fue también la lucha mía.
Alcides Padrón