No hay amor más grande que dar la vida por los amigos
"Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida" (Pablo Neruda)
En estos días estuve mirando la película "La sociedad de la nieve", dirigida por Juan Antonio Bayona, estrenada en el cine en diciembre de 2023, una nueva versión sobre el conocido Milagro de los Andes, el accidente aéreo sufrido por los pasajeros y tripulantes del avión de la fuerza Uruguaya en plena cordillera de los Andes. La aeronave transportaba un equipo uruguayo de Rugby, sus amigos y familiares para jugar un torneo en el país trasandino, en el año 1972. El avión que los trasladaba se partió en dos, luego de entrar en un pozo de aire que generó un fatal desperfecto técnico. Algunos murieron en el momento del accidente y otros en las horas siguientes. En esta ocasión fue la impiedad y la violencia de la naturaleza las causas de la más absoluta indefensión, la escasez de alimentos, las bajas temperaturas, el miedo, la nieve y las heridas, en el medio de la cordillera de los andes, del aislamiento y la lejanía de toda ayuda, las que pusieron a prueba todos los valores humanos y todos sus interrogantes, porque vaya si se habrán preguntado, los supervivientes, por el Misterio, por Dios, por el significado del dolor, del sufrimiento y de sobrevivir a una tragedia. La experiencia de supervivencia fue pasando por diversas etapas. Reponerse al caos y el pánico, curar los heridos, repartir el alimento y la bebida, organizar las expediciones de búsqueda y enterrar los muertos, fueron tareas realizadas con una enorme solidaridad interpersonal. Recomponerse de la certeza de no haber sido vistos por los aviones de rescate y de la noticia del abandono de la búsqueda por la fuerza aérea uruguaya, la desgarradora decisión colectiva de tener que alimentarse de los cuerpos de sus compañeros muertos para preservar la vida, realizar diversas expediciones, de soportar un alud de nieve que los asfixió en el fuselaje del avión, también requirió- la película lo exhibe notablemente-de una conmovedora manifestación de amor que sostuvieron con una gran entereza, todos los sobrevivientes. Esta experiencia humana, como les decía, fue llevada al cine y estrenada en cine en diciembre de 2023, con el título de "La sociedad de la nieve", una versión bastante diferente a "Viven", el primer filme que intentó dar cuenta de ella. Creo que es un acierto el nombre de la película, porque a diferencia de "Viven", subraya el trabajo colectivo, solidario frente a la desesperación, como el rasgo esencial de la experiencia, atravesada por lo demás, por dimensiones profundamente espirituales, psicológicas y sociológicas. En efecto, la asombrosa supervivencia a las condiciones de total y extrema adversidad y desamparo, solo fueron posible por un esfuerzo grupal, compartido, en el que sobresalen la cooperación, la participación y colaboración, de todos, el espíritu de generosidad en una sociedad de iguales, en la que precisamente, cada miembro tiene el mismo valor y se sienten hermanados por su condición humana. Cada vida es respetada como única y singular y, cada herido, ayudado y cuidado con un enorme desprendimiento, afecto y respeto, aún cuando pudiera considerarse una "interferencia", en el cumplimiento de los objetivos de la subsistencia. Si bien la sociedad de la nieve se destaca por ser una comunidad ética que supera al individuo al contenerlo como parte de la colectividad, se distinguen portavoces que sobresalen al encarnar el liderazgo grupal, como depositarios de la lucha, del sacrificio, de la ternura, de la solidaridad, el coraje y la esperanza, la de aquellos que empujan, con su fuerza moral, a no decaer en el logro de los objetivos. Ese fue el maravilloso rol que todos adjudicaron a Numa Turcatti, un muchacho fuerte y solidario que, no siendo parte del equipo, emprendió el viaje a Chile invitado por su amigo Gastón Costemalle. Numa era un deportista y militante estudiantil del colegio Loyola que enseguida demostró su abnegación y renuncia, pensando siempre en los otros, antes que en sí mismo, conducta por la que fue rápidamente apreciado y admirado por el grupo. Siempre se ofreció a las tareas más duras, como las expediciones. Fue quien, exponiendo su vida, abrió un boquete cuando el alud que invadió el fuselaje, asfixiaba ya, de muerte a todos. Una infección en la pierna y su negativa a alimentarse, lo postró finalmente. Su amigo lo acompañó en su agonía, hasta su muerte. En su mano tenía un pequeño papel en el que había escrito su última anotación: "No hay amor más grande que dar la vida por los amigos" (Juan 15, 13 17), decía. Este episodio revela el profundo significado espiritual que tiene esta experiencia. Esta expresión de Juan, remite al deseo de Jesús de que sus discípulos tuvieran un amor tan fuerte como para dar la vida unos por otros. Que se amaran unos a otros, como Él los amaba, de poner los intereses y necesidades de sus discípulos y de otras personas, por encima de las suyas. , es decir, la práctica de su inconmensurable y desinteresada capacidad de amar, de ofrecer su vida por ellos, es el mensaje más profundo del Cristianismo. También ÉL dio ese consejo a sus amigos, los fieles apóstoles, poco antes de la Cruz. Ese gesto de Numa, en ese contexto, multiplica su significado de extraordinario valor espiritual. Numa fue el último sobreviviente que murió en los Andes y quien dio, con su partida, fuerzas y decisión para emprender la exitosa expedición final, aquella que culmina con el prodigioso camino al encuentro del arreador chileno. El lugar sagrado de la Memoria de los muertos que destaca la película, recuerda la estremecedora frase de Viktor Frankl como prisionero del Nazismo: "Los mejores de entre nosotros, no regresaron de los campos".
A veces pienso en otras historias de sobrevivencia, como la del Titanic por ejemplo, donde la discriminación social y el individualismo empequeñecieron la condición humana, la rebajaron. Un barco que se hunde al tiempo que la dignidad de sus tripulantes, el clasismo y el odio que dividía en primera y tercera clase a las personas, reflejo de una sociedad envilecida. A veces pienso en ellas como una metáfora refleja la condición humana. En contraste “La sociedad de la nieve” es una sociedad de iguales, que luchan, no solo por salvarse, sino por enaltecer los valores humanos, por el orgullo y la exaltación del amor y la solidaridad, como bienes por los que la vida puede ser honrada. . A veces lo contrasto con la tristeza que me produce su voracidad cruel y egoísta, la cara más oscura de nuestra pobre especie. Sobre todo ahora, en este desesperado momento de degradación que sufre nuestro pueblo, de nuestra rica Patria sometida al hambre de sus hijos por hombres abyectos, solo interesados en su innoble codicia, que fabrican, con su vil saqueo el hambre en una tierra abundante, y entonces vuelvo a pensar en los héroes de los Andes y la esperanza, la fe en el Hombre, en aquel que puede gozar de dar la vida por sus amigos, y renace entonces de nuevo, la esperanza, como una luminosa nave que viene a rescatarnos.
Agradezco el análisis y la información brindada por Victoria Brodsky para elaborar esta nota.
Sergio Brodsky