Cerca de 190.000 estudiantes en Entre Ríos desayunan, almuerzan o meriendan en sus escuelas. El dato revela no sólo el alcance del sistema de comedores escolares, sino también el nivel de dependencia social que hoy recae sobre la estructura educativa pública.

Según detalló Lautaro Azzalini, director de Comedores del Ministerio de Desarrollo Humano, 110.000 chicos almuerzan diariamente en los comedores escolares de la provincia, mientras que otros 80.000 acceden a desayunos o meriendas. En total, casi 6 de cada 10 alumnos entrerrianos reciben asistencia alimentaria estatal.
El funcionamiento del sistema demanda una inversión mensual de alrededor de $3.100 millones sólo en alimentos, sin contar sueldos ni mantenimiento. A nivel presupuestario, el área de comedores escolares representa el gasto más significativo dentro del Ministerio de Desarrollo Humano.

Una estructura en transformación

Actualmente funcionan más de 1.100 comedores escolares. La apertura de nuevos servicios depende de la aprobación de condiciones edilicias básicas supervisadas por Arquitectura de la provincia, el CGE y la Dirección de Comedores.
Además, se está implementando un proceso de digitalización del sistema, que permitirá monitorear en tiempo real qué se cocina y cuántos chicos asisten por día, con menús diseñados por nutricionistas.
También comenzará un monitoreo nutricional en estudiantes de primer y sexto grado, en articulación con la UADER, para conocer el estado de salud alimentaria infantil y diseñar políticas basadas en evidencia.

Comedores escolares: más que un plato de comida

Azzalini subrayó que “un chico mal nutrido tiene menos posibilidades de aprendizaje y más riesgo de abandono escolar”. Por eso, sostiene que la mejora nutricional tiene impacto directo en la inclusión educativa y el desarrollo a largo plazo.
Actualmente, los comedores dependen exclusivamente del Estado provincial. No existen comedores comunitarios bajo su órbita, aunque sí se brindan ayudas a entidades que funcionan de forma independiente.
La provincia también acompaña salas de primera infancia y jardines maternales a través de convenios con COPNAF, aunque con menor nivel de cobertura y articulación.

“Cerrar un comedor, el verdadero objetivo”

Finalmente, Azzalini reconoció que el mayor éxito de una política alimentaria sería que los chicos no necesiten ir a comer a la escuela:
“Nuestro mayor anhelo no es que abran más comedores, sino que las familias estén en condiciones de alimentar a sus hijos en sus hogares. Si una asistencia es permanente, dejó de ser una emergencia y se convirtió en una realidad estructural. El desafío es revertir esa realidad”.

Transcripción de la entrevista radial emitida en “Lo Que Queda del Día”, por Oíd Mortales Radio