Maratón de Reyes, maratón del pueblo
Los que tienen la suerte de que pasen frente a su casa, comienzan a sacar sus sillones, a preparar el mate, ya sea dulce o amargo, no faltando el tereré, que se prepara con agua o jugo bien frío. Mientras se acerca el momento todo es murmullo, conversaciones entre conocidos o desconocidos, porque este deporte también acerca a las personas. Es que los unen los miles de participantes, porque casi todos tienen un amigo, un pariente o un vecino que corre.
Esto hace de esta Maratón, una verdadera fiesta. Desde que la radio, que un vecino ubicó en una ventana anuncia ¡largaron! ¡Largaron!, todas las cabezas giran hacia, la dirección en que verán aparecer los primeros atletas. Ya todos hablan en voz alta, se van avisando, allá se ve la luz del patrullero, que precede la marcha; si se oye la sirena dice otro, ya el corazón del público comienza a latir con más fuerza, con la misma pasión; al llegar el primer pelotón frente a ese gran público; comienza a sentirse como una eufórica letanía, los aplausos, que no solo no pararán hasta el final , sino que cada vez sonaran con más entusiasmo, acompañando y alentando hasta es participante que viene último.
No faltan los ¡vamos vecino, no afloje!, ¡vamos chicas que van bien!, o dale flaco que falta poco, o a aquellos que ya se les nota muchos el tremendo esfuerzo que realizan para mantener su ritmo ¡vamos no aflojen! ¡ Vamos que falta menos!!Vamos, que ustedes pueden! Y ya terminando la carrera, todos seguimos en los mismos lugares sentados o parados, como quien no quiere que termine la fiesta. Y mientras desde la misma radio o receptor que anunció el inicio , se oye el nombre de quien llegó primero a la meta, poco a poco de a uno primero, por grupos después, pero casi sin ganas, se va dispersando la multitud que a lo largo del camino acompañó con aplausos, hasta enrojecer o hacer doler su manos , además de sentirse aún el eco de las voces, que quedarán para siempre en la memoria de los atletas. Volvemos a nuestros hogares cuando ya las estrellas se unen al final de fiesta con su brillo, con su belleza. Y por último se oye como un saludo “ bueno, nos vemos el próximo año vecino”, o” hasta la próxima amigo, y no se olvide de traer el matecito”. Promesa de un reencuentro en la próxima “MARATÓN DE REYES”.
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