A las 8.30 horas del 5 de mayo de 1945 cesaron su resistencia en el teatro de operaciones europeo las Fuerzas Armadas alemanas. El Gran Almirante Karl Dönitz, que había conducido hasta el borde del éxito total la campaña submarina alemana y que ahora (por mandato de Hitler) asumía la responsabilidad de la rendición, comunicó mediante mensaje especial a sus preciados submarinistas la dramática nueva: Alemania había sido vencida.
Conocida la capitulación automáticamente: el grueso de la flota alemana se hundía a sí misma. Ello provocó la inmediata reacción del Alto Comando Aliado, que exigió a Dönitz pusiera fin a la destrucción de buques en cumplimiento de las cláusulas de rendición.
El 6 de mayo, por Radio Flensburgo, Dönitz recordó al personal naval" ... la prohibición de hundir los barcos o dejarlos inservibles mediante la destrucción de toda o parte de sus máquinas o instalaciones.
Mensaje del Almirantazgo: Efectuada la capitulación de Reims el 8 de mayo, ese mismo día el Almirantazgo Británico irradió un mensaje a los submarinos alemanes en alta mar, advirtiéndoles, bajo el riesgo de quedar fuera de la ley, "deberán subir a la superficie izando una bandera negra, informando respecto a su posición en lenguaje claro a la estación inalámbrica más cercana y seguirán navegando en superficie hacia aquellos puertos que les sean indicados, con torpedos desarmados y el cañón en crujía.
El 9 de mayo, a 50 millas del Cabo Lizard, emergió izando un paño negro el "U-249", en acatamiento a las instrucciones de rendición. A de este submarino en los siguientes días, más de sesenta submarinos se entregaron en puertos de Escocia, Irlanda, Gibraltar y Noruega; cinco lo hicieron en aguas norteamericanas y uno en Canadá.
El 20 de mayo el "U-963" emergió cerca de la costa portuguesa y, después de abrir los grifos de inundación, su tripulación abandonó la nave en botes neumáticos. Con la presencia de este último submarino, todo parecía indicar que finalmente el Atlántico quedaba libre de submarinos alemanes.
Navegación "con Luces" Para fines de mayo, el Almirantazgo Británico tenía en su poder a las más altas autoridades navales del Reich alemán, como así también a los proyectistas de la guerra submarina, la información de los astilleros, el diario de operaciones del comando de submarinos y toda la documentación secreta; en resumen, la Kriegmarine no tenía ya secreto alguno que no estuviera en poder de los ingleses. Así, estos estaban en condiciones de establecer la cantidad de submarinos alemanes en alta mar al final de la guerra. Sobre la base de la información disponible, fue que la noche del 28 al 29 de mayo de 1945 el Almirantazgo comunicó a todos los países que "... los buques que naveguen el Atlántico, podrán hacerlo con las luces encendidas". No obstante su brevedad, en nada disminuyo la fuerza del anuncio inglés: después de casi seis años, el Atlántico podía ser navegado sin temor a los "lobos grises". Sin embargo, se desconocía el paradero de algunos pocos submarinos, aunque era de suponer que sus tripulaciones optaran por destruirlos y desembarcar en las costas de Noruega.
En la mañana del 10 de julio el puerto de Mar del Plata realizaba las tareas de rutina de un puerto. A dos kilómetros se encontraba la base de submarinos de la Marina de Guerra Argentina, hasta que el personal de vigilancia advirtió a las 7.30 horas que, cuatro o cinco kilómetros mar adentro, una nave efectuaba señales luminosas. Este había emergido a menos de cien metros de dos barcas de pesca en faena. Conocedores y familiarizados del movimiento de submarinos nacionales, los pescadores se dieron cuenta inmediatamente que era un submarino extranjero que comenzó a enviar señales luminosas a la base. Llamado el oficial a cargo de la cabina de observación, este se sorprendió al leer las señales que decían: “german submarine”. Por más de 15 minutos intercambiaron mensajes el comandante alemán y el jefe accidental de la base Mar del Plata, capitán de fragata Julio C. Mallea. Luego de identificar a su nave como el “U-530”, el comandante alemán informó que deseaba rendirla pacíficamente. Aceptada la solicitud, el “U-530” reanudó lentamente la marcha para finalmente atracar al costado del guardacostas “General Belgrano”. Cumplidas las maniobras de amarre y luciendo sus condecoraciones de guerra, el comandante alemán Otto Wermuth formó en cubierta a sus 54 tripulantes para recibir a las autoridades argentinas. Fue notificado que él y sus hombres debían abandonar la nave en calidad de prisioneros de guerra.
En el interrogatorio al que fueron sometidos, el capitán informó que el final de la guerra los tomó en altamar y que entonces habían decidido viajar hacia la Argentina con el fin de eludir el duro cautiverio de los vencedores
Teniente de navío Otto
Wermuth de 24 años
El “U-530” fue botado el 28 de julio de 1942 en los astilleros “Deutsche Wert” de Hamburgo y pertenecía a la clase IX con un desplazamiento de 1.144/ 1.247 t Con carga completa de fuel-oil (214 t) su autonomía era de 11.400 km, pudiendo desarrollar una velocidad en superficie de 18 y medio kph y en inmersión de 7 kph. El armamento consistía en un cañón de 10 cm, un cañón antiaéreo de 3,7 cm y dos ametralladoras antiaéreas de 20 mm; seis tubos lanza torpedos de 21 cm- cuatro a proa y dos a popa con 21 torpedos a bordo. También podía transportar 33 minas y estaba equipado con Schnorkel. Había zarpado de Kiel el 19 de febrero de 1945 con rumbo a Noruega.
Conmoción en América El 17 de Agosto de 1945 la República Argentina rendía honores al General San Martín por el aniversario de su fallecimiento. Por esa razón no había casi actividad en la base de Mar del Plata. Lo único destacable era el regreso del Rastreador ARA “Comodoro Py” y el submarino ARA “Salta” luego de cumplir una misión de rutina
A unas 8 millas de la base y siendo las 9.15 horas, ambas naves advirtieron en superficie un submarino extranjero, que de inmediato comenzó a emitir señales luminosas con la ya presentida frase “German submarine”
Identificados como él (“U- 977”) al mando del capitán de fragata Heinz Schaffer, el comandante alemán aceptó una dotación de presa se hiciera cargo de la nave. Luego de recibir en la cubierta al teniente de fragata Rodolfo Sáenz Valiente, que al mando de 8 hombres le comunicó que su misión era impedir que el submarino fuera hundido o averiado, el capitán Schaffer solicitó autorización para dirigir la entrada a puerto. Flanqueado por los dos barcos argentinos ingresó en la rada de Mar del Plata a las 11 horas el “U- 977”, provocando su presencia- 38 días después de que lo hiciera el (U-530)- una verdadera conmoción en Argentina y en América
Submarino “U-530”
Botado el 2 de marzo de 1943 en los astilleros “Blohm & Voss” de Hamburgo, el “U-977” pertenecía a la clase VIII-C, con un desplazamiento 769/ 871. Su autonomía era de 10.000 km, pudiendo desarrollar una velocidad máxima en superficie de 16 kph y en inmersión de 7 kph. Armado con 7 tubos lanzatorpedos-cuatro en proa y 1 en popa- con 10 torpedos de 21 cm, disponía además de 4 ametralladoras anti aéreas de 20 mm. Estaba equipado con schnorkel y equipo FU- M-B (para detectar ondas de radar) disponiendo de los sistemas más avanzados para burlar a las naves anti submarinas.
El 24 de diciembre de 1944 se hizo cargo del “U- 977” el capitán Heinz Schaeffer, que abandonaba el comando de un submarino costero del tipo D-II. Las reparaciones del submarino que ahora comandaba Schaeffer se fueron demorando debido a los bombardeos aliados que paralizaban el trabajo en fábricas y astilleros. Ello hizo que recién el 26 de abril de 1945 el “U-977” zarpara recién el 26 de abril de 1945 con rumbo a Noruega. Llevaba la misión de estacionarse frente a la entrada a Southampton y de ser posible entrar en el puerto.
A poco de partir se averió irreparablemente el periscopio principal, decidiendo Schaefer continuar el viaje, ya que si regresaban, con seguridad serían enviados a combatir en tierra. Pocos días después el “U- 977” recibió el mensaje de Doenitz con el anuncio de la capitulación y posteriormente la orden de emerger dada por los aliados.
De inmediato el capitán Schaeffer reunió a sus hombres para informarles de la situación.
Les informó que ya no realizarían ninguna acción ofensiva contra el enemigo, pero tampoco acataría sus órdenes. Tenía un plan que puso a consideración, que consistía en viajar a la Argentina, país con el que Alemania había mantenido buena relación, siendo prueba de ello el trato dado a los tripulantes del “Graff Spee”. Puesto a votación, de los 48 tripulantes 30 votaron por el viaje a la Argentina, 2 lo hicieron por España y 16 que eran casados querían volver junto a su familia. Se decidió que los casados serían desembarcados en Noruega y el resto continuar. Debido al gran patrullaje del Atlántico, gran parte del viaje lo debieron hacen en inmersión, usando el schnorkel para cargar los acumuladores. Al cumplirse dos meses de inmersión submarina, el interior de la nave se había llenado de moho, los hombres con rostros macilentos y ojos hundidos, sufrían las consecuencias del prolongado encierro en un submarino que navegaba constantemente a 80 metros de profundidad, en una experiencia jamás intentada. A pesar de los 25 años de edad del capitán, supo mantener, a pesar de haber cesado su autoridad legal relativamente ordenada la navegación
Submarino “U- 977”
El capitán Schaeffer fue interrogado por servicios de inteligencia norteamericanos, ya que pensaban que este submarino había traído a jerarcas nazis. Minuciosos interrogatorios no arrojaron nada importante, a pesar de ser interrogados uno por uno. También lo acusaban de haber hundido al crucero brasileño Bahía, pero Schaeffer negó toda participación en el caso, aportando como prueba el libro de bitácora, las cartas de navegación con las rutas seguidas y las anotaciones meteorológicas correspondientes al día del hundimiento del “Bahía”. Además, no faltaba ningún torpedo del submarino. Por otra parte, si el “Bahía” fue hundido el 4 de julio frente a las rocas de San Pedro y San Pablo, era imposible que el 17 de agosto estuvieran en Mar del Plata, navegando en inmersión de día y en superficie de noche. Luego lo llevaron los ingleses para someterlo al mismo interrogatorio. Finalmente, se le concedió la libertad a mediados de 1946. Schaeffer estaba de nuevo en Alemania. Luego marchó hacia la Argentina donde formó familia y vivió hasta su muerte.