MALVINAS
El dos de abril fue un día de sol, si confío en mis recuerdos. Yo tenía doce años y salía de la escuela de Comercio. Camino a casa, por calle Entre Ríos, que todavía no era peatonal, era toda algarabía.
En la tele un General torpe y arrogante abría los brazos frente a cientos de miles que gritaban eufóricos.
En ese momento no era un engreído sino un héroe. No escuchamos, en su voz pastosa, un asesino brutal, sino un superhombre.
En esa entonación que se arrastra cada vez más hacia la infamia, escuchamos el orgullo. La justicia y el honor recuperados. Habíamos ganado otra vez, como en el 78´.
Estábamos todos como borrachos, pura alegría, puro olvido. Embriagados por la mentira, disueltas las diferencias, terminado el oprobio.
Somos todos argentinos, si quieren venir que vengan, le presentaremos batalla. Los chicos estaban bien, ahí en el sur. Nosotros mandábamos cartitas y chocolates.
Ellos tenían frio. Nosotros ni nos enterábamos.
Los solemnes comunicados decían que íbamos ganando. El Imperio retrocedía. La ignominia se reparaba. Comunicado número⬦en la tele una bola de fuego envolvía un barco inglés. Saltábamos exaltados, como si fuera un gol. Mi vieja en el living, cabizbaja. Abrazada a la radio lloraba, desconsolada.
Un día antes debutaba Diego. Otra derrota. Se terminó el engaño. Ahora era el dolor, la indignación, la frustración. ¡Se va a acabar, la Dictadura Militar!
Otra vez nos engañaron. Otra fiesta, farsa, embuste, fraude. Como no ahorramos cinismo le echamos la culpa a los que pelearon. Hubo cobardes cuyo valor limitaba la sala de tortura.
Pero hubo mártires y héroes, los más, a quienes honramos y enaltecemos.
Hace rato creo que el hombre y la vida vale más, mucho más que cualquier territorio.
Que no quiero guerras, ni fronteras, ni chauvinismos. Que tengo la convicción de que todos los hombres son el hombre, en su maravillosa diversidad. Que sé que la tierra es de todos, que solo la voracidad salvaje se la apropia.
Quiero la utopía de un mundo justo, sin confines ni bordes, solo con hombres entendiéndose con la naturaleza, en armonía, para vivir la fraternidad humana. Animémonos a pensar lo imposible porque �Sde lo posible⬝, como dice Silvio, �Sse sabe demasiado⬝. Las Malvinas son argentinas.
Los soldados vinieron heridos, mutilados, física y moralmente. Inicialmente no tuvieron el merecido reconocimiento a su enorme valor.
Demasiados perdieron el sentido de la existencia. Somos responsables. Son nuestros héroes. Pelearon por una causa justa, noble, sentida, la de luchar heroicamente contra el arrebato imperial.
Son la dignidad por donde cicatriza tanta herida. Son nuestro orgullo. Son héroes, si tal es un �Shombre que, en el momento decisivo, da todo para hacer lo que debe hacer, en interés de la sociedad humana⬝ (Julius Fucik).
Muchos dejaron la vida por ese noble sentimiento de justicia que nos hermana. Ante tanto dolor los veteranos de Malvinas nos honran con su dignidad, su coraje, su honradez.
Es nuestro deber cuidarlos y respetarlos. Reconocer su honor y su hidalguía, no solo en esta fecha, en la que, desde lo más profundo de nosotros, le rendimos homenaje.