Los héroes de Carmen de Patagones
Hay episodios de la vida real que merecen ser relatados, especialmente de nuestra historia, tan rica en este tipo de heroicos acontecimientos, que si no existieran las fuentes documentales, parecerían fruto de la imaginación de algún talentoso creador de aventuras. En el Archivo General de la Nación, entre los vetustos papeles históricos está el que lleva el número de orden X- 44- 5- 34 con el poco atractivo título �SLibro Maestro de la Comandancia Militar de Patagones⬝ 1823- 1827. Los hechos que me propongo relatar ocurrieron en 1827 en el transcurso de la Guerra entre las Provincias Unidas, con el Imperio del Brasil. Donde todo parecía favorecer al Imperio del Brasil pero⬦
Un Imperio poderoso, consolidado como tal, con un ejército disciplinado y una poderosa escuadra naval, tanto en armamento como en medios, frente a una incipiente república azotada por la guerra civil, con un ejército improvisado y con escasa disciplina y con una �Sflota⬝ compuesta por solo dos bergantines y un lanchón que se hundía solo por su vejez y deterioro natural. La lógica indicaba que el Imperio aplastaría sin esfuerzo esa república compuesta de gauchos sin instrucción militar y que tomaría Buenos Aire y a toda la República. Pero no sería así para los portugueses ya que al parecer, olvidaron o subestimaron el factor humano.
Comenzó con triunfos republicanos en Bacacay, Ombú e Ituzaingó por tierra y las victorias navales de Quilmes y Juncal a la que hay que agregar sin dudarlo, Carmen de Patagones.
Se podía decir que Patagones era un enclave en el desierto, o retaguardia de la toldería indígena y al sur del río Salado. El Fuerte Independencia, hoy Tandil, quedaba mucho más al noroeste. A Carmen de Patagones se llegaba a través del mar. En cuanto a la vía terrestre, �Súnicamente los correos a caballo empleaban una o dos semanas en el recorrido y usando de astucia para escapar a las hostilidades del salvaje., podían ser utilizados en el transporte de correspondencia que se deseaba recibir o enviar a Buenos Aires⬝, según narra el coronel Beverina.
El pueblo era un conglomerado de poco más de 500 habitantes, en torno a un macizo inconcluso llamado Fuerte, aunque estaba lejos de serlo, con tres bastiones de piedra con remiendos de ladrillo pegado con barro que poca protección proporcionaba. Al lado del destartalado �SFuerte⬝, una guarnición de 43 soldados. Si el sitio era poco atractivo, la sociedad que lo albergaba era menos recomendable. Oficialmente, Patagones era un presidio y los reclusos eran en su mayoría presos políticos. �Allí fue a dar por ejemplo don Martín de Álzaga después del motín de 1809, aunque tampoco faltaban allí delincuentes comunes, como contrabandistas, indios ladrones, gauchos alzados, traficantes de aguardiente con los indios. No hay duda que recibir un cargo oficial en Patagones, era una manera elegante de ser desterrado de Buenos Aires.
Las noticias de que estábamos en guerra con el Brasil, llegaron de manera intempestiva.
Una nave imperial llamada �SRio da Prata⬝, se internó en el río Negro hasta Patagones persiguiendo a un buque corsario, el �SLavalleja⬝ para tomar el botín tomado por este. El �SRio da Prata⬝ capturó al �SLavalleja⬝, luego dio la vuelta y se dirigió a la salida al Atlántico, pero antes de alcanzar el mar, fue apresado por un grupo de hombres de la guarnición de Patagones. El buque pasó a propiedad de la guarnición, como así también centenares de esclavos liberados por el �SLavalleja⬝, los que se sumaron a la defensa contra los brasileños. Este pequeño éxito militar sirvió para levantar el ánimo para la reducida guarnición, ahora aumentada con los esclavos liberados y más seguros de sus posibilidades. Los brasileños habían bloqueado el Río de la Plata y era lógico que la ocupación de Carmen de Patagones fuera un objetivo natural para el control y dominio de la Patagonia. Pero Patagones no podía esperar ayuda de Buenos Aires, empeñados en la guerra terrestre y naval.
Fuerte Nuestra Señora del Carmen
En vano fue que el coronel Martín Lacarra reclamara esa ayuda que no vendría a la aislada población. Lo único que podía hacer era tratar de mejorar las defensas. En la boca del río Negro, allí emplazaron una batería en el sitio llamado Punta Redonda. Dirigió la operación el corsario James Harris al servicio de Patagones, estando constituida por cuatro cañones colocados a 10 metros sobre el nivel de las aguas.
Por su parte los imperiales recibieron informes que consideraban desguarnecido el objetivo, con pocas armas y una sola nave, la corbeta �SChacabuco⬝ en reparaciones. Para el ataque destinaron dos corbetas, un bergantín y una goleta, con un total de 52 bocas de fuego y 654 hombres bajo el mando del capitán James Shepherd, antiguo oficial de Cochrane. Sin embargo cuando las fuerzas de Shepherd partían desde Maldonado, el bergantín �SOriental Argentino⬝ al mando del capitán Dautant y las balleneras �SHijo de Julio⬝ e �SHijo de Mayo⬝, comandadas respectivamente por los capitanes Fourmantín y James Harris (el mismo que instaló luego la batería) además de los tres buques apresados a los imperiales: la zumaca �SBella Flor⬝ y las goletas �SImperatriz⬝ y �SChiquinha⬝. El 25 de febrero, cuando una poderosa formación imperial apareció ante la barra del río Negro. Eran las corbetas �SDuquesa de Goyas⬝, de 20 cañones, el �SItaparica⬝ de 22 cañones; el bergantín �SEscudeiro⬝ con 5 cañones y la goleta �SConstanza⬝, también con 5 cañones completaban las 52 bocas de fuego. La débil batería de Punta Redonda con sus 4 cañones, apenas contaba con 40 balas y en el fuerte solo había 3 barriles de pólvora. Totalmente insuficientes para oponerlos a esa poderosa flota con una artillería bien provista y una fuerte infantería de desembarco.
A pesar de saberse superados, a nadie se le pasó por la cabeza rendirse. El 28 de febrero las naves imperiales abrieron fuego sobre Punta Redonda. La �SItaparica⬝ pasó la barra recibiendo algunos impactos que no lograron detenerla ni causarle daños. Detrás se deslizó la �SEscudeiro⬝ que mantuvo un fuego rasante durante la operación, pero cuando intentó hacer lo propio el �SDuquesa de Goyaz⬝, maniobró mal en esas aguas desconocidas y encalló. La nave capitana quedó a merced del fuerte oleaje y el viento. Dos días soportó el oleaje, hasta que las aguas lo destrozaron. Los náufragos pasaron a la �SConstanza⬝ pero esta también encalló, aunque pudo luego liberarse de la varadura, pero así y todo se ahogaron 40 hombres. Al quedar sin municiones la batería de Punta Redonda, el coronel Pereira ordenó el repliegue de sus hombres hacia Patagones. Abandonada la batería, los brasileños desembarcaron y desmontaron los cañones. Pero los defensores, a su vez, desmontaron los cañones de la �SChacabuco⬝ y los trasladaron al Fuerte. Al día siguiente, los brasileños volvieron a acercarse a la costa remando y dejaron los botes con parte del equipo, internándose para hacer un reconocimiento sin dejar vigilancia. Pero una partida de gauchos emboscados los observaban. Cuando se alejaron, les destruyeron el equipo y quemaron los botes dejándolos aislados. Los barcos que lograron pasar, pero que ignoraban el comportamiento del rio, se encontraron con vientos contrarios y descubrieron que bajo las quillas había menos agua que la deseada, por lo que el avance brasileño debía efectuarse a paso de tortuga. Así y todo, el �SItaparica⬝ quedó varado. Pasaban los días y la operación que debía ser fulminante, estaba lejos de ello. Eso dio tiempo a los defensores a organizarse. Para el 5 de marzo se concentraba, además de la marinería y la infantería, 114 gauchos montados al mando de Sebastián Olivera. El coronel Lacarra convocó a reunión de Jefes. Había que decidir si se los esperaba o si se atacaba a los brasileños. Resolvieron el ataque. Los brasileños habían llegado a tres leguas de Patagones. Trabajosamente llevaban de tiro los barcos. Como el ataque argentino debía ser por agua y de sorpresa, mandaron un práctico por tierra para estudiar la posición del enemigo. La observación le mostró la factibilidad del plan, pero los brasileños terminaron por impacientarse y decidieron dejar los barcos y seguir el ataque por tierra con 400 hombres. A la noche iniciaron el desembarco en orden. Pero eran vigilados constantemente y con esa novedad se decide el ataque contra los barcos brasileños con el �SBella Flor⬝ seguido por el �SOriental Argentino⬝ que varó antes de llegar y detrás venían el �SImperatriz⬝ y la �SChiquinha⬝. Atacaron a la �SEscudeiro⬝ y la abordaron, por lo que la lucha fue cuerpo a cuerpo. La �SConstanza⬝ al advertir el ataque, maniobró para alejarse pero quedó varada e inmovilizada. Al acercarse la �SImparatriz⬝, se rindió sin lucha. Quedaba la �SItaparica⬝ alejada de las otras y todavía varada. Controlada por la �SChiquinha⬝ que al hacerle el primer disparo intimidatorio, también se rindió sin resistencia. La tropa que iba por tierra no tuvo mejor suerte. Un baqueano que debía conducirlos al pueblo, los internó tierra adentro alejándolos del rio, los metió por médanos intransitables y los mantuvo caminando durante toda la noche bajo un calor agobiante y sin agua. Amanecía cuando llegaron a la vista de Carmen de Patagones desde el Cerro de la Caballada (a tiro de cañón del Fuerte⬝ Desde allí los brasileños dispusieron el ataque, pero para su sorpresa se encontraron con una defensa inesperada. El estampido de los cañones de la �SChacabuco⬝, ahora en el Fuerte, y la fusilería hacía sostenidas descargas, mientras la caballería se desplazaba por el flanco. Muchas bajas tuvieron los imperiales y comenzaron a replegarse hacia las naves cuya suerte ignoraban, se retiraban por un terreno con matorrales resecos por el sol del verano. La caballería se abalanzó sobre ellos, mientras otros prendían fuego los pajonales. Así llegaron al rio para ver que todas las naves que llegaban estaban en poder de los argentinos. No les quedaba otra alternativa que rendirse. Pocas veces una fuerza armada sufrió desastre más completo.
Así terminó la acción de Carmen de Patagones. El coronel Lacarra diría en su informe que el saldo fue el apresamiento de Dos Corbetas, Un Bergantín, Una Goleta y la captura de 600 hombres entre oficiales, tropa y marinería.