¿La locura está llegando a su fin?
Yo no sé realmente si hemos tomado nota de la situación de la que estamos gradualmente intentando emerger. Creo que no basta solo con reparar en el desastre generalizado y en la situación de colapso inminente que gradualmente estamos superando, aunque no sin sufrir daños colaterales.
Esa presuntuosa incompetencia con ribetes ideológicos pasados de moda, nos fue sumergiendo durante una década y media en esta verdadera ciénaga de desatinos.
Aquella "mejora de la calidad institucional" lanzado como eslogan de campaña se transformó luego en el "Vamos por todo" que fue un aviso de los días sombríos que se avecinaban para nuestras instituciones republicanas.
Con una indisimulada admiración a los regímenes autoritarios como Rusia, Cuba y Venezuela nos alejaron de nuestros aliados históricos y ahuyentaron a inversores nacionales y extranjeros. Y el país se estancó, la inversión cayó y el discurso se volvió más violento.
La extraña fascinación que ejercen en algunos intelectuales estas teorías que solo conducen al atraso y al enfrentamiento, es indudablemente una de nuestras arraigadas patologías políticas. y además a esos mismos pseudo intelectuales, les pareció normal que se persiguiera de la manera más abyecta, en una parodia de juicio público, a través de canales de TV financiados por el Estado y con nuestro dinero, a los que se atrevían a cuestionar ese "modelo" de decadencia populista.
El culto a la personalidad es la síntesis de ese estrecho horizonte político y sabemos que acaba creando una burocracia de sobones y obsecuentes que "termina defendiendo los negocios de alguno de los grandes grupos concentrados que dicen combatir".
La mayoría de las democracias maduras han conducido a mejores condiciones de vida y de progreso social y cultural, pero hasta el momento, ninguna revolución marxista al concluir puede mostrar algún resultado que no sea pobreza, atraso y mafia.
Afortunadamente, la locura que se adueñó de una importante cantidad de políticos e intelectuales ha terminado. Pero la posteridad es siempre implacable con los desatinos institucionales y el destrato y también suele ser muy cruel.
No será nada fácil transitar el almanaque de 2024 y 25 y tratar de resolver todas las demandas postergadas durante tanto tiempo, sobre todo cuando los que las causaron, ahora con la mayor hipocresía exigen al nuevo gobierno soluciones rápidas, (deuda externa, inflación, desequilibrio fiscal, déficit en las empresas públicas, cajas de jubilaciones saqueadas, inseguridad, narcotráfico y lavado de activos) aunque no estén dispuestos a apoyar ninguna de las soluciones que él gobierno propone.
Aunque la nueva administración no parece dotada de una gran paciencia para encarar los temas irresueltos más controversiales, va para delante de todas maneras.
Pero, el disparate en el otro sector no ha terminado. Su poder de daño sigue vigente y queda demostrado con las propuestas del "Parlasur", donde una integrante propuso el empleo del idioma inclusivo en las comunicaciones del ente, como si ese galimatías sirviera para modificar el uso de un idioma como el castellano cuya riqueza es suficientemente "inclusivo".
Un idioma como el nuestro, que se fue construyendo a lo largo de 1.000 años y que cada tanto se actualiza incorporando el necesario lenguaje técnico, obligado por los adelantos en el lenguaje del mundo digital.
El idioma se modifica incorporando palabras nuevas, no modificando los géneros, como si incorporando una “e” una “x” o @ (que no es una letra), como si de esa manera el pequeño mundo de “las relaciones anómalas” obtuviera su lugar donde no lo tiene.
Ridícula pretensión. El idioma se modifica por el empleo no forzado de vocablos de uso cotidiano, el que se abre paso sin imposiciones.
Alguien me preguntó ¿en qué lugar estamos entonces? Parafraseando a Sándor Márai diría que todavía es de noche. Es el momento exacto en que la noche se separa del día.
El mundo inferior del mundo superior.
Quizás haya otras cosas que se separan en este momento.
Se trata de ese último segundo en que todavía están unidos lo bajo con lo alto; la luz y las tinieblas, tanto en lo humano como en lo universal; cuando los dormidos despiertan de sus pesadillas, cuando los enfermos suspiran de alivio, porque sienten que se ha acabado el infierno de la noche y que desde ese mismo momento sus sufrimientos serán más ordenados, más comprensibles. Ya no es de noche, pero tampoco es de día.
Los olores del bosque son intensos y salvajes en esos momentos, como si todos los seres vivos empezaran a despertar a la vez en el dormitorio del mundo, como si todos exhalaran sus secretos y sus maldades; las plantas, los animales y también los seres humanos.
Es un instante misterioso: los antiguos paganos lo celebraban en medio de los bosques, con devoción, con los brazos alzados, con el rostro vuelto a Oriente, en una espera mágica, la misma que renace una y otra vez en el corazón de los humanos, atados a la materia, que anhelan el momento de la llegada de la luz que ilumina las almas. Es el momento en que ocurren cosas no solamente en las profundidades sombrías, sino también en el fondo oscuro de los corazones humanos. El sueño, el deseo, la vanidad, la egolatría, la ira, la envidia, la venganza,, todas las pasiones anidan en la noche del alma humana.
No es de noche pero ya se percibe el día, y las alimañas de la espesura buscan refugio en sus madrigueras, hasta una nueva oportunidad.
Creo que lo que nos sucede es más o menos así ¿no?