GRAL. MARTÍN MIGUEL DE G�SEMES, AL RESCATE DE LOS H�0ROES DEL EXILIO DE LA MEMORIA
Por Ricardo Monetta
Que la memoria de los seres humanos, sea muchas veces un campo simbólico donde se alojan hechos intrascendentes, no nos debe permitir a los verdaderos héroes que protagonizaron verdaderas batallas épicas, regadas con sangre patriótica para que hoy disfrutemos de una Nación, que todavía no terminamos de merecer.
Fue la cultura porteño-céntrica la que logró convencer a la mayoría de los argentinos de que la Libertad y la Independencia en nuestro territorio nacieron en Buenos Aires y en Mayo de 1810. Pero en realidad fue en el Alto Perú el teatro de operaciones más importante de la guerra de emancipación de la región.
Digamos que no fue en el Plata donde se produjeron los sacrificios necesarios, sino en ese vasto territorio que va del Tucumán al Desaguadero. Porque fue allí donde hombres y mujeres entregaron sus vidas, sus sangres, sus familias, sus propiedades por la Revolución, y no en la lejana Bs. As. Porque casi por dos siglos los escritores de las Patrias chicas (Argentina y Bolivia) quisieron inventar una frontera ficticia en Salta y Jujuy y ubicaron allí a la "guerra gaucha". Pero se trata de una falsedad histórica: las actuales Salta y Jujuy pertenecían a la zona de influencia del Alto Perú, y no fue la vanguardia "guerrillera" que debío evitar que los realistas invadieran un supuesto "territorio patrio". Salta y Jujuy eran en realidad, la retaguardia de una guerra de guerrillas que en verdadero territorio patrio se extendía hasta el Desaguadero y que dejó miles de muertos y más de 50 "caudillos" asesinados o ejecutados por las armas del Rey.
Anyezana, Ávila, Camargo, Hidalgo, Hinojosa, Indaburu, Muñecas, Murtillos, Warnes, Padilla, son algunos de los apellidos de los patriotas que dieron sus vidas por la Independencia de las Provincias en una guerra de guerrillas, rescatada incluso por B. Mitre, pero olvidada con posterioridad por los relatos del porteñismo. Y entre los nombres de esos mártires se encuentra el de un gaucho salteño, líder entre los suyos, olvidado y traicionado por los poderosos de esa provincia, pero siempre recordado por los hijos del pueblo. Su nombre es Martín Miguel de Güemes.
Las Provincias de Salta, de Jujuy o de Tucumán, (Potosí, Charcas o Chiquitos) estaban integradas en un mismo espacio político, cultural y sobre todo económico: dependían en los tiempos de la Colonia de la plata extraída del Cerro Rico de Potosí. Y la creación del Virreinato del Río de la Plata por la nueva administración de los Borbones de la Corona Española había cambiado el sentido de la circulación extractiva quitándole peso al puerto de Lima y otorgándole más importancia a los puerto de Bs. As. y Montevideo. De esa manera las provincias de Salta y de Jujuy centraban su economía en las "aduanas" secas, que retenían un porcentaje de las mercaderías que abandonaban América en los puertos de mar abierto.
El 25 de Mayo de 1810 los oligarcas insurrectos, se adueñaron de los ingresos de la Aduana, y sustituyeron a los funcionarios virreinales, jerarcas eclesiásticos y comerciantes españoles, en el poder político, pero sin profundizar las reformas sociales de los hombres de Mayo. Ello transformó a "Mayo" en no mucho más que un cambio de cúpula gobernante: la clase alta española por la clase oligarca criolla.
Como en toda revolución que se precie de tal, los miembros de la pequeña burguesía que participaron se cuidaron bien de que la "insurrección" no fuera tan lejos como para amenazar sus privilegios.
La inevitable indignación de las Provincias derivó en una guerra civil teñida de cruenta lucha de clase, entre los sectores dominantes del "puerto", dueños de los recursos económicos y de la relación con Gran Bretaña, aliados con las oligarquías provinciales, enfrentados con las "masas" populares conducidas por jefes surgidos espontáneamente, por su carisma, por su coraje, por su lealtad a los intereses de las clases más bajas: o sea los Caudillos Federales.
Entre esos jefes populares estaba el salteño Martín Miguel de Güemes, quien puso en evidencia que la guerra de la Independencia contra España, era también la guerra contra Bs. As., más aún, era la guerra contra la explotación feudal del pueblo bajo de gauchos, afrodescendientes, indígenas, condenados a la servidumbre esclavizante.
He aquí la razón porque el noroeste, los sectores populares, se comprometieron con la revuelta política.
Si bien los caudillos del Litoral coincidieron con el salteño en su representación popular, también los diferenció que a su reivindicación añadían también el derecho de sus puertos orientales, entrerrianos, correntinos y santafesinos de comerciar con otros países, actividad esta que Buenos Aires ejercía con exclusividad custodiada por las armas.
En Güemes las motivaciones eran esencialmente ideológicas, lo movía su patriótica indignación con las clases feudales de Salta, que asociada a un clero retardatario consideraban propio de su status la explotación inhumana de los trabajadores, un calco perfecto de conquistadores y colonizadores españoles.
La opinión del caudillo salteño sobre los "decentes y honorables" de su provincia está clara en su programa del 23 de febrero de 1815: "Neutrales y egoístas, vosotros sois mucho más criminales que los enemigos declarados como verdugos dispuestos a servir al vencedor de esta lid. Sois unos fiscales encapados y unos zorros pérfidos en quienes se ve extinguida, la caridad, la religión, el honor y la luz de la justicia".
El caudillo salteño sustituyó el concepto de la propiedad privada de grandes extensiones, por el de propiedad revolucionaria y tomó medidas que favorecieron al pobrerío con una reforma de tierras incautadas a los españoles y a los "malos americanos", indiferentes a la lucha libertaria.
Güemes sería durante años la pesadilla de los ejércitos españoles con sus tácticas montoneras.
Tras la Revolución de Mayo, Güemes se incorporó al ejército patriota destinado en el Alto Perú y formó parte de las luchas victoriosas en Suipacha. El Gral. San Martín, designado en reemplazo de Belgrano en el ejército del Norte, recorrió la zona de los combates a comienzos de aquel año y pudo comprobar las atrocidades cometidas por los españoles contra nuestra gente. Los supuestos ����civilizadores�"�", no respetaban mujeres, niños ni ancianos. La estrategia española era el saqueo, el robo y el asesinato en masa. Indignado por lo que vio, aprobó la táctica guerrillera de Güemes.
El 30 de octubre de 1814, Rondeau, a cargo del Ejército del Norte, tras el retiro de San Martín, designó a Güemes jefe militar en la zona entre Tucumán y Tarija y lo incorporó junto a mil "infernales" (guerrilleros de Güemes). Güemes y sus hombres lograron madrugar al enemigo en Puesto del Marqués y lo derrotaron. Los realistas tuvieron 120 muertos y 122 prisioneros, los del Caudillo solo dos heridos.
"Nobleza Gaucha": Güemes no se vende.
El Capitán español Pedro Antonio Olañeta, fue comisionado por el Virrey del Perú para sobornar a Güemes. Este le contestó con su elocuencia característica: ����Muy Señor mío: al leer su carta formé la idea de no contestarla para que mi silencio acreditara mi justa indignación; pero como me animan sentimientos honrados, hijos de una noble cuna, diré a Ud que desde ahora y para siempre, renuncio y detesto ese decantado bien que desea proporcionarme. No quiero favores con el perjuicio de mi país; este ha de ser libre a pesar del mundo entero. ¿Qué más quiere Ud. que le diga? Estoy persuadido de que Ud delira, y por esta razón no acrimino como debía y podía, el atentado escandaloso de seducirme con embustes y patrañas, que me suponen tonto. Yo no tengo más que gauchos honrados y valientes. No son asesinos sino de los tiranos que quieren esclavizarlos. Con esto convénzase Ud que jamás lograrán seducir a ninguno de mis patriotas. Mis hombres pelean por el solo premio de su libertad. Ya sabrá Ud que no ha de hacerse propuesta tan indecente, ni a un oficial honrado, ni a un americano que conoce el sabor de luchar por la libertad.
Sin perjuicio de esto vea Ud si en otra cosa puedo serle útil. Su afectísimo servidor: Gral. Martín Miguel de Güemes�"�".
Como es sabido Güemes murió asesinado por la espalda en una emboscada, y agonizó casi una semana. No nos olvidemos en el homenaje a su hermana "Macacha" que luchó a brazo partido por las luchas de la independencia.
Una cosa es segura: San Martín no hubiese podido hacer su campaña libertadora sin la acción y el coraje de Güemes y "sus infernales".