FRANCISCO NOS ANIMA A LA ESPERANZA
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social
Los tiempos que vivimos no son aquellos que elegimos; pero sí podemos elegir cómo vivirlos. Me refiero a las diversas circunstancias de la humanidad, o de la comunidad amplia de la cual formamos parte.
No elegimos que suceda una inundación, un terremoto, una sequía. Tampoco decidimos � al menos no todos - las guerras, injusticias, atropellos.
Del mismo modo sabemos que no hemos elegido atravesar esta pandemia que tanta muerte y desastres está causando. Incluso podemos decir que tampoco participamos de los espacios en los cuales se toman las decisiones que nos implican a todos. Pero sí podemos optar por los caminos personales y comunitarios a transitar.
Francisco, que guía la barca de la Iglesia, nos invita a la esperanza. Pareciera contradictorio que en momentos de mayor oscuridad a alguien se le ocurra hablar de la luz. La actitud a la que nos convoca no es la de la ilusión vana o ingenua, negadora del sufrimiento y el dolor. Es la confianza firme en la Pascua de Cristo. Como nos enseña San Pablo sabemos que la �Sesperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado⬝ (Rm 5, 5).
Estamos llamados a vivir como resucitados. Hombres y mujeres que se animan mutuamente en tiempos difíciles.
A su vez, el Papa nos abre horizontes mostrando que la humanidad está sufriendo debido a la existencia de otras pandemias que en estos meses se han llevado muchas vidas más que el Covid 19: la guerra, el hambre.
Además, Francisco insiste en la necesidad del cuidado de la casa común, a la cual estamos maltratando y estrujando.
Y hablando un poco de esperanza y otro poco de cuidado, el viernes 26 de junio fue el Día Internacional de la Lucha Contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas. La Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia dio a conocer un documento muy elocuente desde el título: �SAdicciones en pandemia: Pueblo que sabe cuidar⬝. Rescato de este texto un concepto que también rezo en mi corazón: �SUna bendición en la noche de la pandemia. Los que le están poniendo el hombro al Covid-19 en los barrios más vulnerables son las mismas personas que acompañamos: ellos cuidan a los abuelos, llevan adelante las campañas de salud, cocinan las viandas y sirven comida caliente a sus hermanos. Se hizo carne que ��la piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos�" (Evangelio según Mateo 21, 42)⬝.
El 29 de junio, celebramos la Solemnidad de San Pedro y San Pablo. Sabemos que el Sumo Pontífice es sucesor del Apóstol Pedro, y por eso conmemoramos el día del Papa.
Pedro y Pablo nos muestran que de la experiencia del Encuentro con Jesús brota la capacidad de sobrellevar grandes adversidades. Gracias a esta fortaleza soportarán cárcel, azotes, desprecios de propios y ajenos, y finalmente el martirio.
A ellos les tocó asumir los desafíos nuevos a la Iglesia naciente sin experiencias previas. Cómo anunciar a Jesucristo, el Mesías esperado por el pueblo judío; de qué manera cuestionar el politeísmo de los paganos; a los creyentes de uno y otro origen alentar en la comunión y respeto mutuo.
Nos muestran cómo ser Iglesia sinodal haciendo participar a todos en el discernimiento de las posturas en conflicto. Son un ejemplo de Iglesia en salida para anunciar y testimoniar a la humanidad la salvación que brota de la Pascua de Cristo.
A Simón Jesús lo llama Pedro (Piedra). Es un nuevo nombre que es más que un apodo. Implica una misión. A él, que es un hombre débil, lo instituye Roca firme para construir la Iglesia.
Pablo pasa de perseguidor a Apóstol. De ser fiel observante de las tradiciones judías, a ferviente evangelizador del mundo pagano.
Pidamos para toda la Iglesia que nos dejemos impulsar por el ejemplo e intercesión de estos grandes Apóstoles.