Exceso de todo
La vida en este mundo desde hace un tiempo ha tomado velocidad. Todo nos llega a borbollones. La paciencia ha perdido eficacia y aunque se esmere en contener, la oferta no pide permiso e ingresa a la vida de cada uno sin que la llamemos. ¿Oferta? ¿Escribí bien? Sí, por supuesto.
Es justo referir que lo que nos ingresa en cataratas son mercancías, objetos de todo tipo, que incluyen subjetividades. Si, sí. Lo humano es también es parte de las ofertas.
Vamos por parte. En primer lugar: exceso de noticias. La vorágine noticiosa llegan y la repiten por todos los medios de manera exagerada.
Casi, casi, deberíamos ubicar este exceso en el podio. Informar y recibir información ha sido por mucho tiempo una necesidad humana que el �Sexceso de todo⬝ lo ha dañado.
Hay almas saludables que prefieren, hace tiempo, no mirar noticieros de televisión en horarios de la mesa servida. Se cuidan y logran de esta manera, detener por un par de horas al día esta lluvia descontrolada de información, que además gozan del triste mérito de ser tendenciosas.
Ya no importa la noticia en su versión informativa. Los locutores con apariencia de periodistas, opinan y dan su versión de los hechos.
Son �Snoticias intervenidas⬝, cumpliendo mandatos de los propietarios de las empresas de comunicación. Las noticias dejaron de ser objetivas, es decir, hechos mostrados.
Hoy en cambio son producidas. Son noticias que presentan edición de todo tipo, colores, música apropiada, cámaras lentas o rápidas, según sirva a la ocasión, con acompañamientos de zócalos, que dan apoyo lo que se ve o muchas veces desdice lo que muestran.
El fin, y algo pocas veces dicho: la noticia intencionada produce efectos emocionales subyacentes, tales como enojos, rechazos, reacciones adversas o descreimiento. Todo ello alejado de la objetividad con que durante algún otro tiempo circuló.
Claro, entonces existía el pudor y en general, conservaban principios.
Para no ir demasiado lejos, los excesos también rondan en otros rubros. ¿Tendremos noción de cuantos modelos de teléfonos celulares existen?
Pues al preguntarle a Google, (inevitable y tendencioso líder de la información buscada), nos dice que cerca de 19.000 modelos de Android hoy navegan por este mundo.
Si nos alejamos de los objetos, podemos dar un paseo para indagar como andan los excesos en las comunicaciones humanas. Las redes sociales es hoy, por lejos, la fuente de mayor comunicación entre las personas. Textos en primer lugar, y luego los audios e imágenes.
El tiempo de uso de los celulares gira alrededor de 4.8 horas promedio por personas. Estudio realizado por la Compañía App Annie, llamado �SEstado Móvil 2022⬝ reveló la peculiar relación que las personas tenemos con los celulares.
Este comportamiento humano no está alejada a la capacidad adictiva, generadora de dependencia que los mismos poseen. Por supuesto, los creativos y defensores de sus riquezas han establecido modos de proteger económicamente sus compañías, evitando juicios en su contra.
¿Cómo?
Haciendo saber cuánto tiempo cada persona mira la pantalla, pero lo cierto es que no resulta fácil de llegar a ella. Son indicadores que procuran mostrarle al usuario su relación con su celular. Para ello, pruebe de visitar en Configuración de su aparato móvil el apartado �SBienestar Digital y Controles Parentales⬝, hallará precisa información de cuánto tiempo le entrega al celular. Créame, se sorprenderá.
Como todo exceso, lo que es más, convive con las pérdidas, lo que resulta menos. Más de algo, es menos de otras cosas. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo dedica Ud. a vivir experiencias saludables despojado del móvil?
Pensemos, por ejemplo, en bellas escenas como caminar cerca de un río y escuchar el susurro de sus aguas, sentir el viento, el canto de pájaros, las risas de niños, la puesta de sol después de la actividad física, o el efecto que produce la distensión del cuerpo luego de los estiramientos musculares o elongación. Imaginemos lo que nos provoca incorporar brisas con aroma a café o saborear el desayuno sin mirar noticias o mensajes pendientes. Ah, ¿se acuerda no?
Así era hasta hace poco.
Dejó de ser. Créame lo siguiente, podemos reeditarlo cuantas veces nos propongamos. Si el teléfono es encendido y visto cuando nos lo proponemos, serás mucho más saludable que el fácil hábito de ir a él sin saber muchas veces que buscamos. Cuanto más permanezca apagado, recuperaremos algunos aspectos de la buena vida de manera silenciosa y favorable.
Anímese. Estos excesos comunicacionales pueden modificarse si cada uno se lo propone. Porque ciertamente no lo hará el �Ssistema⬝. Además, ya lo sabemos, dicho sistema �Sjuega⬝ en contra, nos quiere dependientes.
También padecemos excesos cotidianos de exigencias en otros ámbitos, El deporte nos llega a través de los medios en forma abultada. La actividad deportiva ingresa desde países alejados y cada uno de ellos se presenta como el mejor.
Si hablamos de fútbol, todas las ligas ocupan un lugar central. Terminamos creyendo que el mejor fútbol es extranjero. Podríamos ver atletismo de Kenia, al menos allí genuinamente, son buenos desde niños.
El fútbol en cambio dejó de ser juego y es esencialmente negocio, como lo anticipó Eduardo Galeano, donde los más ricos compran mejores jugadores y organizan sólidos equipos para competir. ¿Buen fútbol? Si claro. La élite. (Dejame ver a Defensa y Justicia, a Almirante Brown o a la misma reserva de Boca, televisión caprichosa).
Dejemos los excesos hoy. Hay tantos más. De trabajo, de cervezas, de sexo sin amor, de palabras vacías y mentiras que se muestran como verdades. Este exceso último es auténticamente dañino a las personas y a la sociedad.
Por el Lic. Mario Sarli
Psicólogo
MN 6528 - MPER 140