El síndrome del nido vacío
�SNo es posible bañarnos dos veces en el mismo río, porque nuevas aguas corren siempre sobre ti⬝ - Heráclito
La vida es cambio, movimiento, permanente exigencia de adaptación. El cachorro humano, a diferencia de otras especies animales, depende absolutamente al nacer, del Otro, fundamentalmente de quien ocupa la función materna, por lo que desarrolla una intensa relación simbiótica. Al principio no se distinguen, y el bebé no es otra cosa que el deseo y el amor de su madre. Pura dependencia. En el desarrollo del niño, la gradual búsqueda de independencia y autonomía, es el impulso principal. Sin embargo es en la adolescencia que esta tendencia se manifiesta decididamente, configurando una crisis característica. Es una �Scrisis normal⬝ como la definían ya, hace tiempo, Aberastury y Knobel, significando con ello que, tormenta y agitación, eran parte del proceso. Las formas angustiosas de la búsqueda de identidad, la lealtad absoluta a los amigos, los amores intensos y breves, la rebeldía, desobediencia y oposición a las �Sautoridades⬝, los cambios de humor desde la euforia a la tristeza en pocos minutos, la sociabilidad conviviendo con la búsqueda de la soledad y el aislamiento, entre otros, no representan trastornos psíquicos, sino, al contrario, comportamientos propios de las transformaciones, de una etapa de transición. Tres duelos requieren elaboración psíquica: La pérdida del cuerpo infantil, de los padres de la infancia, que dejan de ser dioses que garantizan seguridad, y por el yo infantil, que debe ajustarse a los nuevos requerimientos. La adolescencia es una crisis. Esta expresa una grave mudanza, donde hay pérdidas y nuevas circunstancias a las que debe acomodarse. Tristeza y miedo son los sentimientos correspondientes. Uno de esos acontecimientos críticos es la separación de los padres, en el camino de la independencia y la autonomía personal. Del propio proyecto. Esto se produce cuando comienzan a trabajar, a vivir solos, o con una pareja, a formar su propia familia, o cuando se van a estudiar. Este proceso no es natural, sino cultural. En occidente, desde la modernidad, la adolescencia es tiempo de despegue y separación de la familia. Para nosotros, para quienes vivimos en el llamado �Sinterior⬝ del país, vivenciamos naturalmente que culminado el secundario, los �Sgurises⬝ se van a estudiar, muchas veces, a otra ciudad. Eso si pueden elegir, privilegio de una minoría. Naturalizamos un proceso sumamente complejo. Otra vez, una verdadera crisis. Atravesada por un lado por lo que se abandona, las pérdidas, las nostalgias, los amigos, la escuela, los hábitos, las costumbres, la familia, el pago y el paisaje. Pichón Riviere decía que se transitaba bajo el signo de una �Sansiedad depresiva⬝.
Por otro lado, �Slo nuevo⬝ y desconocido, la facultad, la ciudad, la soledad, el �Smanejarse solos⬝ se vive con una ansiedad paranoide, con miedo. Como dice Atahualpa: �SCuando se abandona el pago, y se empieza a repechar, tira el caballo pa adelante y el alma tira pa atrás⬝. Es parte del crecimiento que las variaciones se perciban como una amenaza, o como dice con más precisión Aberastury con un sentimiento de ambivalencia �Safectiva dual⬝. La ambivalencia es la presencia simultánea de sentimientos contradictorios que entran en conflicto. En el caso de la adolescencia consiste en el deseo, a la vez que el rechazo, al crecimiento de los hijos. Es dual porque atraviesa a los chicos y a los padres. Ambos desean ese desarrollo que conduce a la separación y el desprendimiento, necesario para la realización personal. Pero ambas partes le temen. El miedo al fracaso, a que sufran, a la exposición a las hostilidades de la vida, forma parte de esta ansiedad a lo desconocido. La pérdida de lo conocido, de la protección y la dependencia, del niño amado, forman parte del duelo, de la tristeza y la nostalgia por la inevitable metamorfosis. Para los padres, también es aceptar una nueva etapa, que acerca al declive de la vida. Cada duelo es una pequeña muerte. La �Stristeza es la muerte lenta de las simples cosas⬝. El conjunto de sentimientos que comprenden la separación de los hijos se ha denominado �Ssíndrome del nido vacío⬝. Es necesario comprenderlo para evitar situaciones depresivas. Aceptar el proceso para transitarlo como una experiencia vital que nos va situando en distintos lugares, en diferentes roles. Elaborar emocionalmente la tristeza, el dolor, la angustia, la soledad, productos de la separación. Muchas veces se vive con profunda tristeza y sentimientos de vacío, irritabilidad, temor permanente a que les suceda algo malo. Un fuerte anclaje al pasado que no permite vivir el presente. Algunos recurren al consumo de alcohol o sustancias como refugio del dolor y la tristeza. Es necesario dar lugar y tiempo al dolor y la nostalgia, aceptarlas en el camino de la adaptación al cambio, a la crisis propia de una vida pensada como puro movimiento. Es necesario comprender la crisis de la separación que lleva al �Snido vacío⬝ como una oportunidad de realización del proyecto vital de los hijos. Y entenderlo también como un momento propicio para lograr las propias satisfacciones, reelaborando proyectos personales y de pareja, que debe nuevamente reacomodarse a las nuevas circunstancias. Es un tiempo para reelaborar las cuestiones que quedaron pendientes o postergadas por el rol paterno o materno, rearmar todos los vínculos y apostar al deseo de realización personal, es el desafío de la existencia en esta etapa, tan particular de nuestras vidas.