"Dios guarde a VE muchos años
"Colegio de San Lorenzo y 30 de enero de 1813
Celedonio Escalada
"Exmo. Superior Gobierno de las Provincias del Río de la Plata"
Queda entonces perfectamente documentado que cuatro días antes del combate decisivo de San Lorenzo tuvo lugar, en el mismo escenario, una escaramuza con cruce de balas de cañón, en el que el principal protagonista fue Celedonio Escalada, al contrarrestar la acción de cien realistas que habían desembarcado con fines de saqueo; con un puñadito de paisanos precariamente armados, la atropellada obligó a tropas regulares a buscar la protección de los cañones de los buques, de mayor calibre y mucho más alcance.
¿Y San Martín? El coronel marchaba a revienta caballo. Había salido con bastante
retraso en relación con la zarpada de los buques, que pese a su lenta marcha por los
vientos contrarios o por la falta de ellos, habían llegado a Rosario, cuando los granaderos recién estaban en Santos Lugares. Esto se establece al leer el informe de Escalada, fechado el día 30, en el que dice haber avistado buques frente a Rosario el día anterior, es decir el 29; y por el informe que el jefe de granaderos eleva al Triunvirato desde la posta de Santos Lugares también con fecha 29, dando cuenta que por haberse extraviado el baquiano había llegado allí a las doce de la noche del día 28. Expresa su contrariedad por no haber encontrado caballadas de refresco en razón de que el Maestro de Postas asegura que no ha recibido instrucción al respecto"... y es así que son las ocho de la mañana y aún no he podido emprender mi marcha", esto es del día 29 y agrega que ha..."hecho adelantar a un oficial avisando a las Postas tengan la caballada necesaria lo más pronto que sea posible a fin de que si no se han circulado los avisos por el administrador de Correos, no encontremos tanta detención" Huelgan los comentarios referentes a tanta literatura destacando el sigilo con que la escuadrilla fue seguida paso a paso por los batidores destacados por el coronel argentino. Por supuesto que el servicio de vigías habrá sido establecido, pero no puede haber avistado a los buques que ya estaban en San Lorenzo.
Después de la correteada que les dio don Celedonio, los realistas no se movieron del fondeadero, al parecer por el viento contrario que les impedía seguir navegando río arriba. Este inconveniente les generaba otro problema, el de la escasez de víveres: trescientos o cuatrocientos hombres, entre tripulantes y fuerzas de desembarco, significa un buen consumo diario y ya hacía muchos días que habían zarpado de Martín García; no tenemos noticias de algún saqueo anterior hasta llegar a San Lorenzo y esas gallinas, melones y zapallos que alcanzaron a robar antes de que Escalada los espantara con su cañoncito, no habrán aumentado mayormente las existencias de las bodegas. Había una necesidad real y urgente de hacerse de víveres, allí donde estaban o más adelante, pero el bendito viento no cambiaba y ese comandante de milicias con sus fieros paisanos y su belicoso cañoncito no les sacaba el ojo de encima ni de día ni de noche: circunstancias estas que estaban preparando el pórtico de la gloria a los granaderos de San Martín, que castigando a dos verijas enhebraban leguas, ávidos de un encuentro que parecía concertado de antemano.
Cuenta Robertson que cuando San Martín llegó a la Posta de San Lorenzo, sobre la medianoche del 2 de febrero, ya tenía la seguridad del desembarco de los marinos españoles al amanecer. Es que Escalada, basado en las informaciones de un paraguayo evadido y las observaciones propias hechas durante el día 1º y el 2, había preparado todo para que los oficiales de las fuerzas regulares planificaran con dominio de la situación la estrategia a seguir en el combate inminente.
3 DE FEBRERO DE 1813 El español Francisco Guillot que fue prisionero de Escalada y testigo ocular del combate en su obra EPISODIOS DE LA INDEPENDENCIA nos dice que Escalada con las tropas rosarinas ocupó el centro de las fuerzas mandadas por San Martín y que al grito de Viva el rey dado por las fuerzas españolas, contesto con el de Viva la Revolución, produciéndose inmediatamente el encuentro.
Pero hay una discrepancia en esto. En un acto realizado en el Círculo Militar con motivo de conmemorar el 125 aniversario del fallecimiento de Celedonio Escalada, el profesor Juan Canter, refiriéndose al libro de Guillot, dice: ”A pesar de lo que apuntara Francisco Guillot en su obra, y no obstante que fue testigo del combate, considero que Escalada no ocupó el centro en el ataque conducido por San Martín. Fue una falsa apreciación de Guillot, que como prisionero, no pudo ver el combate, sino oírlo. Escalada, como dice bien Mitre, resguardó el Monasterio con sus hombres, ocupando posiciones ventajosas. Lo propio, lo natural, es que Guillot, permaneciera encerrado en una celda y bajo custodia. Mire en su croquis del combate de San Lorenzo, señala la posición de piquete rosarino resguardando el Monasterio. Dicho detalle no aparece en el ESQUEMA DE LA ACCIÓN DE SAN LORENZO dibujado por San Martín y anotado por Miller”
El propio Canter, con respecto a este párrafo suyo, hace la siguiente acotación: “Guastavino dice que San Martín pasó revista a los Milicianos de Escalada, dividiéndolos en dos secciones y haciéndolos ocupar los ángulos del Monasterio. Ahora bien: San Martín en sus informaciones a Miller desde Europa le decía que había encargado a doce granaderos, los únicos armados con carabinas, la defensa de la puerta principal del Monasterio, indicándoles el número y la forma de troneras que debían abrirse en ellas por medio de barrenos.” Tenemos a Robertson, realmente testigo ocular; pero el ingles no mencionada para nada a Escalada con sus milicianos; por otra parte su relato tiene muchas inexactitudes como cuando afirma que solo 50 relistas volvieron a sus barcos de los 320 que vio desembarcar; por lo que en el campo de batalla habían quedado 270 entre muertos, heridos y prisioneros, mientras sabemos por nuestros historiadores más serios que desembarcaron 250 y quedaron 67, según este detalle: 40 muertos, 13 heridos y 14 prisioneros. Se le fue la mano al inglés.
Sobre la posibilidad de que el piquete de Escalada haya ocupado el centro de rechazo a las fuerzas del invasor, por informes de profesionales de la guerra, uno de ellos cuya identidad no se menciona por el momento, expresa su convencimiento de que lo dicho por Guillot es un hecho cierto.
Quizá por no ser profesional en la materia, esto parece factible, sin embargo resulta un poco duro aceptarlo de la primera intención. Primero porque estamos acostumbrados al clásico relato de la magistral carga de las dos columnas de granaderos, la presencia de una tercera formada por mal entrazados paisanos, con precarias chuzas y aperos campesinos, impresionan como intrusos, colados, entrometidos, dentro de la magnificencia de los flamantes uniformes y la prestancia y bizarría de los soldados de físico cuidadosamente seleccionados; y segundo porque pensamos que San Martín tenía tan absoluta confianza en la capacidad de combate de sus hombres, adiestrados a la mas alta escuela europea, que la intercalación de una columna de milicianos entre las dos de sus expertos, debió haberle hecho pensar en las dificultades que se presentarían para la estricta interpretación de las ordenes y la justeza de los movimientos en la acción del combate.
Sin embargo en el relato de Marcos Rivas, en su trabajo HISTORIA DE SAN LORENZO al ocuparse de este histórico, dice haber contado con el asesoramiento de doña Bienvenida Palacios de Roldán, hija de Nazario Palacios “uno de los soldados voluntarios incorporados al escuadrón de granaderos a su paso por Rosario. Palacios debió haber sido incorporado, no precisamente al escuadrón de granaderos, porque era un neófito, sino al piquete de Escalada. Rivas en su relato llega hasta la tercera carga de los granaderos sobre los realistas, cuando estos en su retirada llegan al borde de la barranca, donde de acuerdo con el testimonio de Palacios, tratan de “…prolongar la resistencia formando cuadros parciales al borde de la costa. Y fue entonces cuando, según el mismo acto” San Martín demostró su genial practicidad estratégica recurriendo a la práctica araucana de atar un lazo a la cincha de dos caballos separados 50 metros a los cuales se desbarrancaba, rompiendo por este medio las ultimas formaciones enemigas. De no haber adoptado este recurso, una tropa aguerrida como esta formada en cuadro sobre la barranca acantilada de mas de 30 metros de altura, lo que dejaba a cubierto de la caballería patriota y apoyada por los cañones de la esuadra, hubiera podido prolongar el combate por tiempo indefinido.