El argentino que dio la vuelta al mundo: La hazaña de Vito Dumas
Hoy en día son pocas las personas que saben algo sobre la formidable hazaña realizada por este argentino, Vito Dumas, el Navegante Solitario llamado así porque este prodigio lo realizó en total soledad. Había nacido en Buenos Aires, en el barrio de Palermo el 26 de septiembre de 1900 y siempre sobresalió en los deportes tales como natación, boxeo, remo o patín vale decir, individuales.
Era profesor de natación en el Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, instructor de cadetes militares y también enseñaba natación en la Escuela de Suboficiales del Ejército. Era un entusiasta de la náutica, pero siendo una persona reservada jamás comentaba, si es que en esos años lo pensaba, de sus viajes y aventuras con las que soñaba. Ni siquiera su esposa lo sabía. Era reservado, introvertido y poco comunicativo, producto de esa introversión. Comentaba su esposa que sus grandes pasiones eran la náutica y el campo al que iba a menudo. Tenía un yate en el Tigre llamado �SAtlántida⬝ pero solo paseábamos en el Tigre y las costas del delta los fines de semana.
Cuando fue un poco más grande solía llevar a su pequeño hijo y fueron varias veces a Montevideo, Mar del Plata y por también navegó el río Paraná en su compañía.
La primera hazaña importante realizada en solitario por Vito Dumas a bordo de un minúsculo barquito de solo 8 metros de eslora y 2,5 de manga y con un solo palo con el que unió Arcachón (Francia) con Buenos Aires en un viaje de cuatro meses. Su hazaña asombró al mundo y el recibimiento en Buenos Aires fue una fiesta, cuando el gallardo Lehg I, con su velamen desplegado amarró en el puerto de Buenos Aires. Un inmenso sonar de bocinas de los barcos surtos en el puerto el 12 de marzo de 1932, saludaban al vencedor del océano. Todo era reconocimiento, era el héroe del día. Todos querían saludarlo. Por eso no era de extrañar que después de esa aventura, volviera, diez años después a emprender una mayor.
En el año 1934 hace construir en un astillero de San Isidro, un barquito de las siguientes características: Doble proa (es decir proa y popa iguales), eslora 9.55 metros, manga 3.30, calado 1.70, totalmente cargado. Con quilla de hierro que pesaba 3.500 kilos.
Una vez construido, realiza cruceros cortos hasta 1937 en que decide probar su capacidad de resistencia y pone proa a Río de Janeiro. La ida fue sin novedad, pero al regresar fue sorprendido por un pampero que soplaba a 140 km por hora. Era una buena oportunidad para probar las cualidades marineras del Lehg II. Salió a capearlo enfrentando la proa a la tormenta. Pero el mar no tiene piedad. �SMe encontraba preparando un chocolate, que luego fue desparramado por todo el piso⬝ contó después el navegante solitario. El velamen quedó hecho jirones. Completando su tarea hizo dar al Lehg II una vuelta de campana (es decir una vuelta sobre sí mismo). Pero si era fuerte la tormenta, el Lehg no era menos. Recobró su posición normal gracias a la quilla y siguió navegando normalmente. Eso hizo que Dumas tomara una confianza enorme en las condiciones marineras del Lehg II.
Sin embargo, Vito Dumas hizo algo inesperado. Lo vendió. Con ese dinero compró un tractor para trabajar la tierra, otra de sus pasiones. Pero después de un tiempo, regresó a Buenos Aires. En la soledad del campo, en su cabeza había madurado la idea de dar la vuelta al mundo. Pero ya no tenía el Lehg II. Pertenecía a su nuevo dueño que lo había comprado en una agencia. Con un amigo fueron a ver al doctor Rafael Gamba, que había sido el comprador. No puso objeciones a un deportista tan reconocido y lo recuperó.
Comenzó la tarea de alistarlo para esa nueva aventura y al minucioso estudio de las cartas marinas y rutas. Además resuelve el cambio de la arboladura y nuevo velamen. Su amigo Manuel Campos fue el diseñador, ya que la propulsión sería con cuatro velas.
Un tormentín, una trinquetilla, una mayor y una mesana. Además, un juego completo de velas de recambio, una vela más pequeña para las tormentas y otra enorme confeccionada en una tela muy delgada, que haría las veces de ballón en caso de calmas.
Todo lo tenía estudiado recordando que era un barquito de apenas diez metros para transitar los sitios más difíciles y peligrosos del mundo.
Finalmente, el 27 de junio de 1942 partió de Buenos Aires. Veinte horas de navegación y atraca en el puerto de El Buceo de Montevideo. Como la Segunda Guerra Mundial estaba en pleno desarrollo debió proveerse convenientemente de todo lo necesario. Llevaba 400 botellas de leche esterilizada y gran cantidad de leche chocolatada que no vencía por un año, latas de cocoa, 30 kilos de harina de lentejas, arroz, garbanzos, arvejas; 10 kilos de yerba, latas de aceite y 80 kilos de corned beef, manteca salada, chocolate en barras, leche condensada, 70 kilos de papas, cinco de azúcar, frutas confitadas, mermeladas, tabaco de pipa y cigarrillos. Muchas cajas de fósforos. La galleta se guardaba en latas. Herméticas. Llevaba un buen botiquín de primeros auxilios y vitaminas A, B1, C, D y K. para cocinar tenía una cocina que igual que para alumbrarse utilizaba querosén. En varios tanques llevaba 400 litros de agua potable.
Partió de Montevideo hacia Ciudad del Cabo en África a unas 4.000 millas propulsado por las velas. El 3 de julio, después de pasar dos días sin poder dormir un instante, extenuado amarró la caña del timón a la escotilla de entrada y durmió. Para colmo, lo que nunca le había ocurrido, el Lehg II comienza a hacer agua. Localizó la avería y empleando masilla y pintura, más unas maderas clavadas, logra repararlo. Para ello fue necesario
trasladar la carga de la sentina. El achique lo realizó a mano, mediante baldes de agua que vuelca sobre la borda. Un trabajo agotador que le insume mucho tiempo, durante el cual se produce un pequeño corte en la mano. Al calmar el temporal recién puede disfrutar de la soledad marina. Poco tiempo puede disfrutar la situación. Una gran infección le toma la mano derecha primero, y el brazo después, cada vez peor. Comienza a desesperarse. Necesita los dos brazos para las maniobras. Como cortar la infección si no existían los antibióticos. Lleva si inyecciones de adrenalina, cafeína y antipiógenas y es esto último lo que se comienza a aplicar en el brazo. Pero no cede. Dolorido y con fiebre se acuesta en la litera y se abandona a su suerte. Luego de 4 dias de sufrimiento, nota mojada la ropa de cama. Ha drenado la herida y un enorme alivio lo invade. Continúa con las antipiogenas hasta su curación.
Por esa ruta, 24 días del mes son de temporales. Pero finalmente, después de 55 días de navegación va arribando a Ciudad del Cabo. Esta primera etapa aprovecha para dedicar 20 días en reparaciones al Lehg II. Es objeto de grandes atenciones y agasajos.
El día 14 de septiembre inicia la segunda etapa e ingresa al Océano Indico en su etapa más larga y más difícil por las tormentas constantes que no lo dejan descansar. Solo cuando aminan puede hacerlo y cocinar �Salgo caliente⬝. La comida envasada no es buen alimento de manera continuada. Hace guisos y sopas ya que debe cuidar su salud porque está solo. Luego de dos meses de navegación está a 130 millas de Australia. Pero su destino es Wellington, Nueva Zelandia por lo que sigue su rumbo, ya que debe cubrir las 7.400 millas que separa Sud África de Nueva Zelandia. El 27 de diciembre, el Lehg II finalmente amarra en Wellington. El fin de año de 1942 lo pasa en Nueva Zelandia. Durante enero prepara el barquito para emprender la aventura de cruzar el Pacífico.
Pero el Pacífico, haciendo honor a su nombre lo recibe con calmas chichas y su pasatiempo consiste en buscar velas para �Spescar⬝ el viento y avanzar. Al fin puede disfrutar de su viaje, descansar y cocinar algunos ricos platos. Luego de 71 días de viaje por el Pacífico, los destellos del faro Punta Curamillas le dan la exactitud de su rumbo. Ya está en Valparaiso y el 11 de abril está arriando el velamen en el amarradero. Fueron interminables los agasajos que el pueblo chileno prodigó a Dumas.
No obstante las distancias recorridas, el consideraba que lo más difícil aún le faltaba sortear ¡El Cabo de Hornos! Terror de los navegantes. Aún debía esperar en que los vientos estuvieran más calmos. Otros navegantes habían fracasado en ese duro escollo donde se juntan el Pacífico con el Atlántico. Allí en Chile fue la primera vez que el Lehg II dejó el agua para poder revisar el casco, ver el velamen para lo que le esperaba.
3.000 millas separan a Valparaíso de Buenos Aires. Los fuertes vientos cargados de granizo y permanente niebla es el anticipo de lo que le espera. Los iceberg están a la vista y el frío es cada vez mayor. Ya divisa las islas más australes del mundo. El 25 de junio, a casi un año de su partida, mira a su popa y allí quedaron los acantilados nevados de las islas que tanto lo preocuparon, allí quedaron finalmente. 437 días y 22.000 millas a través de tres océanos regresaba a Buenos Aires el 7 de septiembre de 1943 era recibido por una multitud transformado en una celebridad. Hoy el Lehg II descansa en el Museo Naval.