Cuando fuimos un país bioceánico
¿Puede imaginarse el lector una República Argentina con acceso al Pacífico?
Imaginemos poder comerciar con países del Extremo Oriente por el Pacífico y con Europa por el Atlántico. Este razonamiento nos situaría en una dimensión geopolítica muy semejante a Estados Unidos que ha hecho a ese país una colosal economía mundial.
Claro, hoy en día sería un utópico sueño. Pero durante diez años de su existencia independiente, entre 1816 y 1825, nuestro país fue bañado por las aguas de los dos océanos. Concretamente, se frustró en 1826, cuando la provincia de Tarija, argentina hasta entonces, se separó de las Provincias Unidas del Río de la Plata por un movimiento sedicioso y su pérdida, consentida por el presidente Bernardino Rivadavia, no se compensó como hubiera debido ocurrir, con la provincia boliviana de Atacama, que contaba con el puerto marítimo de Cobija, es decir, la salida al Pacífico.
Hasta la derrota de los ejércitos realistas, junto con ellos desaparece la institución que unía todas las Colonias: la corona española.
Al cesar la autoridad del rey, cada una de las poblaciones se agrupa instintivamente, en los límites de cada virreinato.
Los portugueses no respetaron la línea demarcatoria establecida en el Tratado de Tordesillas, avanzando sobre los territorios al oeste de esa línea. Ya Carlos III en 1776 había creado el Virreinato del Río de la Plata. Para ello desmembró el Virreinato del Perú y las provincias altoperuanas de La Plata, La Paz, Potosí y Cochabamba y de Chile, la provincia de Cuyo, elevando a Buenos Aires a capital del virreinato por una estrategia de freno al avance portugués. El nuevo Virreinato del Río de la Plata comprendía ocho Intendencias y cuatro Gobiernos Militares, solo dos intendencias colindaban con uno u otro océano: la de Buenos Aires con el Atlántico y la de Potosí con el Pacífico.
En 1807 la corona creó el Obispado de Salta del Tucumán, disponiendo que el partido de Tarija se segregara y fuera agregado a Salta del Tucumán.
Al producirse la Revolución de Mayo de 1810, la Intendencia de Salta del Tucumán comprendía las actuales provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Santiago y el partido de Tarija (este último actualmente boliviano). El 8 de octubre de 1814 el Director Posadas dividió la nombrada Intendencia de Tucumán que comprendía Santiago, Tucumán y Catamarca; y la de Salta formada por Jujuy, Salta, Valle de Santa María, Tarija y la parte occidental del Chaco y Formosa.
La Declaración de la Independencia de la Provincias Unidas obligó a prepararse para enfrentar los ataques del virrey del Perú. El Ejercito del Norte se acantonaría en Tucumán para reorganizarse. Güemes ante la retirada del Ejército del Norte se quedó a contener la entrada del enemigo a nuestro país. Desde entonces, hasta su muerte en 1821, defiende con un puñado de gauchos salto-jujeños, la Independencia declarada en Tucumán y organizado en pequeñas partidas, derrotan paulatinamente a las tropas realistas. En 1816 el Partido de Atacama solicita su incorporación a la Intendencia de Salta, separándose de la de Potosí; comprendía este, de acuerdo a la Real Cédula del 22 de agosto de 1783 “todo el territorio correspondiente a la provincia de Porco, Chayanta, Atacama, Lipez, Chichas y Tarija.” De esta forma Atacama y Tarija, anteriormente dependientes de Potosí, pasan a formar parte de la Intendencia de Salta a partir de 1807 y 1816 respectivamente. Para decirlo más claramente, la Intendencia de Salta, parte integrante de las Provincias Unidas del Río de la Plata, comprendía territorios que actualmente pertenecen a Bolivia, entre ellos la salida al Océano Pacífico de Atacama.
“eran más de 400 km de costa, desde el río Loa, en las proximidades del paralelo 21, hasta el río Salado, pasando el paralelo 25. Hacia el este se extendía más allá de las cumbres de la Cordillera de los Andes, llegando por el noreste hasta El Pabellón (cerro situado en la actual frontera de Chile y Bolivia, a la altura del paralelo 20, y por el sudeste hasta El Diablo, punto cercano a Antofagasta de la Sierra, en la actual provincia argentina de Catamarca, a 26?30’ de latitud sur.
Eran 150.000 km2 divididos en dos grandes regiones: Alta y Baja Atacama, en la Baja contaba con los poblados de Chin Chin, Calama, y el puerto de Santa María Magdalena de Cobija”
Otras cuestiones y juicios Ramón J. Cárcano Roldán Editor 1933
Existen pruebas documentales de la incorporación efectiva de esta región a la jurisdicción salteña.
Al dejar Martín Rodríguez, a principios de 1824, sus funciones de gobernador de la provincia de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores argentinas, Rivadavia hace lo indecible por hacer fracasar el pequeño Congreso de Córdoba, lo que logra conseguir. La reunión de representantes se hará dos años más tarde en Buenos Aires y la influencia de Bustos, caudillo de Córdoba es neutralizada de esa manera. Rivadavia consigue por medio de sus representantes Zavaleta, Las Heras, García de Cossio, que las provincias envíen sus representantes a Buenos Aires para la reunión del Congreso Constituyente. En diciembre de 1824 se instala el Congreso, siendo Las Heras, gobernador de la provincia de Buenos Aires.
El 23 de enero de 1825, el Congreso Nacional aprueba la Ley Fundamental en la que reconoce la autonomía de las provincias, pero este buen comienzo se diluye al poco tiempo por desencuentros en el mismo Congreso por la forma de Estado a adoptar, (centralismo unitario o federación de estados) y una evidente intención hegemónica del grupo de Rivadavia.
El día 8 de junio se analizan las notas anteriores en la Junta de Representantes en Salta, donde se solicita que Atacama dependiera de Potosí, hasta que el Congreso General se pronunciase. Se resuelve que a la Intendencia de Salta le corresponden, por lo menos, una de las dos regiones, Atacama o Tarija. Zorrilla sostuvo que debía optarse por Tarija, que convenía más por la fertilidad del suelo y la proximidad con Salta; Facundo Zubiría se pronunció por Atacama sosteniendo que Salta tendría puerto sobre el Pacífico que ampliaría el comercio. No fue así la opinión de Congreso de Buenos Aires que libraba a su suerte las cuatro provincias altoperuanas, históricamente vinculadas al virreinato. Salvo Sánchez de Bustamante que sostuvo que se mantuviera la posesión de Atacama por medios pacíficos hasta la resolución de un poder competente. El Congreso de las Provincias Unidas envía una misión diplomática integrada por Carlos María de Alvear y José Díaz Vélez con la invitación a concurrir por medio de sus representantes, al Congreso General Constituyente, que reconoce a las cuatro provincias del Alto Perú, parte de las Provincias Unidas, pero deja en completa libertad para disponer según convenga a sus intereses.
En los acuerdos entre Alvear y Díaz Vélez con Bolívar, este aceptó que Tarija pertenecía a Salta y, por lo tanto, a las Provincias Unidas, pero que Atacama pertenecía al Alto Perú. De todos modos, Alvear y Díaz Vélez no trataron el problema de Atacama.
A todo esto, el coronel O’Connor y el grupo españolista ocupan Tarija y dispone su separación de las Provincias Unidas y su anexión al estado boliviano creado por Sucre.
El general Arenales puso en conocimiento de lo ocurrido al Gobierno Nacional, a cargo de Bernardino Rivadavia. Este respondió que “en ningún caso haga uso de la fuerza para restablecer el orden de las cosas existentes antes de aquel momento” Esta respuesta llena de indignación al más lego, pues a pesar de las negociaciones diplomáticas en las que se había reconocido nuestra soberanía; después de haber perdido Atacama, un golpe militar, apoyado por el gobierno boliviano, incorporó Tarija a Bolivia. (nosotros nos quedamos sin hacer nada para proteger la reincorporación de nuestra región perdida. Aducimos como causa, nuestra guerra con el Brasil por la Banda Oriental, pero he aquí que tampoco la pudimos conservar.
En resumen, la Argentina perdió Atacama ?la salida al Pacífico? para conservar Tarija por no irritar a Sucre y Bolívar, eventuales aliados en la lucha que llevábamos para conservar la Banda Oriental. Y finalmente perdimos también la Banda Oriental. Tantos desmembramientos se deben a la política del grupo rivadaviano porteño, cuyas miras no iban mucho más allá del Arroyo del Medio. Tal vez el salteño Facundo Zubiría, quien presidió en 1853 el Congreso de Santa Fe que sancionó la Constitución Nacional ?intuyó todo eso cuando se pronunció por la alternativa de conservar Atacama a cambio de Tarija.
De todos estos hechos no habla mucho la historiografía oficial. Se los oculta para que la gloria de Rivadavia no sufra con estos episodios descalificadores. Ni siquiera se ha escrito mucho sobre el tema: el folleto del salteño Luis Oscar Colmenares titulado “ARGENTINA TUVO POR LÍMITES EL OCÉANO PACÍFICO”. Es una honrosa excepción que ha servido para reconstruir la historia de esa dolorosa mutilación. Así se hubiera contrapesado también la influencia hegemónica de Buenos Aires, llave única de la tierra y centro de la actividad comercial. Se hubiera creado un centro de gravedad distinto que acaso hubiera dado un sentido más armónico al federalismo regional y permitido un desarrollo importante de las regiones mediterráneas. Hubiera podido regular su comercio con el mundo por la salida salteña, como expresa claramente don Ramón J. Cárcano “Otras cuestiones y Juicios” ya citado