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    Coronel Ambrosio Sandes y su sangrienta historia

    En la nota anterior citaba la incursión del Indio Amarillo en la vecina ciudad de Salto y su trágico fin fusilado por Ambrosio Sandes, comandante militar de Paysandú.

    15 de agosto de 2020 - 11:30
    Coronel Ambrosio Sandes y su sangrienta historia
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    Sin embargo hay que señalar que Sandes fue dejado un rastro sangriento por su espantosa crueldad, a su paso por todas las luchas de las guerras civiles tanto uruguayas como argentinas en las que participó.

    En el Uruguay formó parte del Partido Colorado de Fructuoso Rivera. Era temido tanto por sus enemigos como por partidarios y en especial por sus subordinados.

    Se unió luego al General Urquiza participando en la Batalla de Caseros y posteriormente se sumó al ejército sitiador de Buenos Aires a las órdenes del general Hilario Lagos en 1852.

    Sin embargo, se había unido al Gral. Urquiza y a la causa federal solo para combatir a Rosas, pero sus simpatías estaban con los unitarios y por esa razón se pasó luego al también oriental Venancio Flores, pero chocaron por el carácter autoritario de ambos, por lo cual se distanció y ofreció sus servicios al Estado de Buenos Aires, separado de la Confederación Argentina. Allí sí mantendría su pertenencia participando en la Batalla de Cepeda en 1859. Allí fue herido de gravedad y dejado por muerto. Pero su increíble vigor físico le permitió recuperarse. Su cuerpo estaba lleno de cicatrices de la enorme cantidad de heridas recibidas, de lanza, de sable, de bayoneta, de puñal y de bala, sobreviviendo a todas. Este oriental era sin duda, valiente hasta la temeridad e indiferente al dolor físico, pero así también era tremendamente despiadado. Peleó en la Batalla de Pavón. Unas semanas después en la batalla de Cañada de Gómez, si puede llamársele batalla a esa masacre, donde en forma personal Sandes pasó a degüello a soldados y jefes rendidos en número de 300. Por esa �Shazaña⬝ fue ascendido a coronel.

    Marchó luego a ocupar el interior del país a las órdenes de Wenceslao Paunero (también oriental) y sus impiadosos procedimientos dejó sus rastros en San Luis, Mendoza y San Juan. Combatió y venció a las partidas montoneras que lo enfrentaron y mató a soldados enemigos de a decenas. Una vez ocupado el interior rebelde por las tropas unitarias y sus aliados, destituyó y remplazó a 8 gobernadores. La última resistencia estaba en La Rioja encabezada por el caudillo Ángel Vicente Peñaloza y sus gauchos. Después de la victoria de Las Aguaditas en marzo de 1862, enfurecido por la muerte de su ayudante, asesinó a siete oficiales. Darían cuenta de sus excesos Malanzán- Mal Paso- Las Playas.

    Recorrió todo el interior de La Rioja matando sin piedad a la gente en sus ranchos, fueran o no soldados. En la Batalla de Lomas Blancas, un gaucho enemigo lo derribó y lo dejó tirado en el campo pero no quiso matar a un hombre indefenso. Sin embargo en ancas de un soldado se reincorporó al combate y pudo lograr la victoria y ciego de furia hizo matar a todos los prisioneros y quemar los cadáveres. Fue tan grande el fuego que ordenó hacer sobre los muertos que el sitio fue llamado por los pobladores �SLa carbonera de Sandes⬝. Durante muchas décadas los pobladores de la zona, hasta bien entrado el siglo XX aún le ponían velas en recuerdo por todas esas almas. Volvió a derrotar a Peñaloza en la Batalla de Salinas Grandes adonde repitió sus actos de innecesaria crueldad. En todos los casos fusiló a todos los oficiales y soldados rendidos.

    Derrotado principalmente por Ambrosio Sandes que también tenía condiciones militares indudables como jefe de la caballería, pero sin embargo Peñaloza invadió San Luis y obligó al Gobierno Nacional a firmar el Tratado de La Banderita. Dando cumplimiento al acuerdo el caudillo entregó los oficiales a los que tenía prisioneros, pero no pudo haber intercambio porque Sandes y los demás los habían matado a todos.

    Sandes y otros oficiales vencedores, se negaron a dar validez al indulto, y siguieron arrestando y matando a los montoneros riojanos. Finalmente Peñaloza aceptó deponer las armas y se retiró a su rancho. Allí lo fueron a buscar. Como estaba ya rendido y retirado, salió a recibirlos, ofreciéndoles un mate. Allí fue ultimado a lanzazos por el capitán chileno Pablo Irrazábal, le fue cortada la cabeza y exhibida en una pica.

    Las múltiples cicatrices

    del coronel Ambrosio Sandes

    Sandes también había tenido una disputa con el gobernador de San Luis don Juan Barbeito. Por tal motivo el gobernador organiza un baile en su honor a fin de aplacar un poco su ira. Siendo las 22.30 del 12 de enero después del toque de silencio, Sandes se encuentra junto a sus oficiales preparado para concurrir al baile en su honor. Antes de hacerlo, dada la situación de intranquilidad que reina en la provincia, decide ir hasta el Cuartel para cerciorarse de que está todo en orden. Al llegar, encuentra la guardia y los centinelas en sus puestos, preparados para cualquier sorpresa en el enrarecido ambiente puntano.

    De regreso a la casa, una media cuadra antes de llegar y donde lo esperan sus oficiales, frente al domicilio de D. José María de la Torre, había en el cordón de la acera una pila de ladrillos o adobes destinados a hacer nuevas construcciones en la casa. Al lado de esa pila fingiendo distracción o embriaguez, ocupando el centro de la acera, se hallaba una persona ataviada de gaucho- que era generalizado entre la gente del pueblo- y Sandes cree que la actitud del gaucho es un acto de descomedimiento hacia su persona, intenta darle un empellón para que le deje libre el paso, pero el desconocido gaucho, con rapidez inesperada esgrime un puñal de regulares dimensiones y le aplica un puntazo en el costado derecho que le secciona una o dos costillas de ese lado. El puñal se rompe y casi 10 cm de hoja quedan alojados en el costado derecho del cuerpo de Sandes

    Es la herida número 53 que recibe el coronel. El agresor arroja el mango y desaparece en la oscuridad. Sandes, en lugar de pedir auxilio se aprieta la herida y, desandando el camino, llega nuevamente al Cuartel para verificar si el atentado tiene alcance mayor que el de atacar a su persona; sin alterar a nadie ordena reforzar la guardia. Tal vez piensa que es solo un golpe, y que el cuchillo no ha logrado penetrar a causa de la ropa o por tener poca punta. Su energía le permite llegar donde están sus oficiales, y es allí que les informa �SYo no puedo ir al baile porque estoy herido⬝. Traen al Dr. Carlos Norton, médico del Regimiento, el que es insultado por Sandes mientras le practica las primeras curaciones, debido a su suavidad y cuidado que pone para tratar extraer la hoja de acero que permanece dentro de la herida. Pocas semanas después, ya parcialmente recuperado se traslada a Mendoza adonde quería ir cabalgando, pero su médico le advirtió que la herida podía abrirse y aceptó finalmente ir en un carruaje con escolta.

    Hacía poco tiempo que Luis Molina era gobernador de Mendoza tras la renuncia de su antecesor. En septiembre de 1863 fue invitado a una fiesta que se realizó en Lujan de Cuyo a la que asistió. Unos días después, el gobernador falleció de muerte natural. Pero el extraño fallecimiento de Luis Molina coincidió con el de Ambrosio Sandes y el capitán Rodriguez casi al mismo tiempo. Los tres habían concurrido a un banquete con baile incluido que se ofrecía en la quinta de la familia Recuero, situada en Lujan de Cuyo. Sirvieron carne asada, platos criollos era la principal comida y no faltó vino y postres. Sandes falleció el 15 de septiembre a las 8 de la noche con los mismos síntomas que el gobernador Molina y el capitán Rodríguez (dolor intenso de estómago, vómitos y un profundo deterioro corporal. Con sus energías absolutamente consumidas).

    Sandes tenía 48 años. Había nacido en 1815. Lo que no pudieron las balas, las bayonetas, los puñales, lo hizo el veneno, además, creo que murió de todas esas cosas juntas.

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