Las casas y familias de Agustín Richard
Agustín Richard y Los Candidatos presentan ��Casas y familias�", un disco de flamantes ocho canciones grabadas a principios de 2020 en Cuevaestudios (Concordia, Argentina) y mezclado y masterizado en Barcelona (España) por el ingeniero Giuliano Gius Cobelli.
��Casas y familias�" se grabó en dos etapas, con el espíritu espontáneo de la música en vivo.
Inicialmente la banda registró los ocho tracks por completo, concretando no más de tres tomas por canción. Luego se regrabó la voz líder y los coros, añandiendo alguna oportuna guitarra acústica o instrumento de percusión.
El disco está disponible completo en tiendas digitales.
En breve se anunciará un concierto virtual de presentación, transmitido a través de las redes sociales del músico, para la platea -ahora internacional- dispuesta a celebrar el espíritu de las canciones.
M�aSICOS: Agustín Richard: Guitarras, voz líder y programaciones, Manuel Orge: Teclado, piano eléctrico y coros, Carlos Würfel: Bajo y coros, Leandro Goy: Batería y percusión
��Casas y familias�", según Carlos Rodríguez
Dentro del concepto que une a esos dos términos hay tantas complejidades que difícilmente se encuentre aquí una visión costumbrista, sino más bien un análisis crítico, con todo lo que ello implica. No es sólo esperar. Es acomodarse y escuchar.
En el disco hay un pack de ocho temas compuestos y producidos por Agustín Richard, ese cancionista inquieto que viene dándole sonoridad a los años que transcurren desde su estadía en Concordia (Argentina). Y desde antes también.
Grabado entre los rápidos del Río Uruguay y madurado en las salinidades del Mediterráneo, el disco comienza con una zamba eléctrica que mezcla un piano casi aniñado y el trémolo de una guitarra digna de plano torcido de Tarantino. Es sólo la primera imagen.
Mientras los dorados suben a desovar, en otra esquina un clima de relax aparente posa el foco sobre el trayecto vital de una familia que ilumina las disfunciones con el sol de la mañana.
Autocrítico y concreto, por momentos, el poeta va de la cama al living y cierto rasgo psicoanalítico invade la síncopa. Las guitarras, de la desnudez al cobijo grupal, siempre cargan el peso de las canciones y desde ahí se proyectan esperas y alivios.
El sonido del disco es depurado. Se nota el oficio del solista para componer y la buena amalgama que logran sus escuderos para trasladar todo aquello al formato de una banda que pide escenario a gritos.
El grand finale es con una balada que te deja impávido. Quedás como esos personajes de Woody Allen que tratan de entenderle la mirada a las chicas en algún cameo. Y no. Sólo buceando se oye y se encuentra.
Por momentos la voz de Richard parece venir de otro tiempo.
Llega desde antes, dice la tentación.
Es cuando te descubrís cantando con él.
Suena ahora.
Con la urgencia de un latido.