Enrique Hazan presentó su inédita muestra de Arte Textil en Concordia
El artista concordiense Enrique Hazan inauguró una particular exhibición de arte textil y tapices en el Centro de Informaciones Turísticas, ubicado en la esquina de Mitre y Pellegrini. La muestra permanecerá abierta hasta el 14 de diciembre, con acceso al público de 8 a 20 horas, y los fines de semana de 8 a 22.
Hazan, ligado al arte desde su infancia, recuerda sus primeros pasos en las artes visuales municipales allá por 1957, cuando asistía a clases en un segundo piso entonces deshabitado y guiado por un profesor sordo cuyo recuerdo aún conserva. Más tarde formó parte de la banda infantil, y exploró el tallado y la pintura antes de seguir, por mandato familiar, el camino de la ingeniería.
Sin embargo, incluso mientras estudiaba Ingeniería en Rosario, volvió a acercarse al mundo artístico a través de la Escuela de Bellas Artes de la Cooperativa Constancio C. Vigil, un espacio cultural de gran relevancia que funcionó hasta la dictadura. Allí nació su primer atelier y, con él, el conflicto entre la vocación artística y la carrera profesional. “Tuve miedo. No me animé a dejar ingeniería”, reconoce.
Con el paso de los años encontró en el telar una nueva forma de expresión. Comenzó elaborando figuras a partir de fotografías —una herramienta que utiliza de manera recurrente— y desarrolló tapices que hoy conforman la columna vertebral de esta muestra. Las obras expuestas representan vivencias personales, viajes, paisajes y momentos que lo marcaron. “Son parte de mi vida”, afirma.
Sólo tres tapices fueron realizados especialmente a pedido de la Municipalidad, con temáticas icónicas de Concordia: la Catedral de San Antonio, el Palacio San Carlos y el Palacio Arruabarrena. Para estas piezas, Hazan trabajó meticulosamente técnicas de bordado que le permitieron simular materiales como la teja francesa o la piedra, utilizando puntos específicos para recrear texturas.
Una particularidad de sus trabajos es que están bordados sobre una tela similar a un mosquitero, cuyos pequeños orificios facilitan la composición de las imágenes con mayor precisión que el telar tradicional. El proceso es arduo: cada tapiz demanda aproximadamente un mes de trabajo intensivo, muchas veces con fines de semana completos dedicados exclusivamente a la creación.
Aunque sigue trabajando como ingeniero hasta fin de año, ya proyecta dedicarse plenamente al arte textil tras su jubilación. “Le estoy poniendo mucha garra y mucha fuerza. Me apasiona lo que hago”, afirma.

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