LA NOCHE DE LOS LAPICES: Día de los derechos del estudiante secundario
La de hoy es una nota que nunca hubiese querido hacer. Pero no se puede borrar la historia, no se puede vivir sin memoria. Y aunque alguien pueda decir, no es tiempo para recordar, siento que quiero y debo contarles especialmente a los jóvenes, lo sucedido el 16 de septiembre del año 1976. Bajo el gobierno de facto, presidido por “un general”, que no merece ser nombrado siquiera, porque ya fue condenado por la justicia y por la historia.
Esa noche trágica, recordada como “La Noche de los Lápices”. Un grupo de estudiantes, de entre 16 y 18 años, fueron secuestrados, mientras dormían. Pertenecían al Grupo de Estudiantes Secundarios, de La Plata que desde el año anterior luchaban por “el boleto estudiantil”. Esto era considerado por el gobierno represor, como un atentado que debía ser reprimido. Así lo hicieron enmarcando así, una de las nochs más nefastas, más dolorosas de la historia argentina.
No podemos olvidar a esos jóvenes que lucharon por sus derechos. Derecho que beneficiaría a todo el mundo estudiantil. Hoy simplemente podemos sentirnos orgullosos de ellos y agradecidos.
Hoy, gracias a Dios, y porque vivimos en democracia, podemos hablar de jóvenes estudiantes secundarios, que arman flores, carrozas, preparan pequeñas actuaciones para entretener, y llevar alegría no solo a sus compañeros de escuela, sino a todo el pueblo. Gracias a ellos vivimos días de fiesta, y recibimos a la primavera con un espíritu más animoso. Nos dan una alegría, que siempre es un bálsamo para el alma.
Tal vez, en una noche de los desfiles debería recordarse a esos estudiantes que fueron víctimas de la intolerancia y del odio, con el deseo y la voluntad siempre , de que “NUNCA MÁS” , nadie se crea dueño de nuestros derechos y de nuestras vidas.
Pero tengo esperanza, aunque a veces hay nubarrones sobre nuestro cielo, que mientras trabajamos por el bien de todos, nuestra juventud, esta juventud de Concordia y de toda nuestra patria, siga preparando, viviendo y celebrando la estación de las flores, del amor, de la amistad y de la vida. Por eso simplemente me despido con un ¡Viva la juventud! Por esa juventud que luchó por sus derechos y por esta que en tiempo de democracia puede celebrar en libertad y alegría una nueva primavera.
Pablo Sánchez