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Opinión Nota vista 748 veces - 24 de Febrero de 2023



Entre Páginas y Pantallas - Por Gustavo Labriola

‘‘Carol’’; La historia de amor entre Romeo y Julieta con dos Julietas

Eran los años de finales de la década del ´40 en Nueva York. Años en los cuales se venía gestando el macartismo, época de profunda rigidez de costumbres y de moral espartana.

Patricia Highsmith había escrito “Extraños en un tren” que en 1950 sería publicado y luego se convirtió en uno de los tantos films que solidificaron el prestigio de Alfred Hitchcock. Pero en esos días, Highsmith había escrito algunos textos para revistas de comics y buscaba trabajo en cuanta posibilidad se le presentara.

Se anotició de una vacante temporaria en la sección de juguetes de uno de los grandes almacenes de Manhattan y tomó ese empleo. En proximidad de la navidad, una madura y evidentemente adinerada mujer rubia se acerca a adquirir una muñeca y es atendida por Highsmith. A partir de la solicitud de la mujer que le lleven a su domicilio el obsequio se genera una relación entre ambas.

Tal circunstancia hizo que Highsmith escribiera un argumento similar a su experiencia personal, y se identifica con Therese Belivet, la dependiente, en una novela que luego de ser rechazada por varias editoriales, finalmente es publicada en el año 1952, a raíz del éxito que había conseguido “Extraños en un tren”.

La relación lésbica entre ambas mujeres molestaba a la sociedad hipócrita de esos años, y cuando se conoció el libro, que se llamó “El precio de la sal” Highsmith lo firmó con el seudónimo de Claire Morgan. Muchos años después, en 1989 fue reeditado con el título de “Carol” ya con el nombre de la autora. Highsmith incorporó un prólogo explicando las razones que habían motivado la utilización de otro nombre para firmar el libro. No obstante al momento de la publicación original, el interés de la historia había generado que, escondido en el anonimato, muchas mujeres que valoraron el enfoque y la valentía de la autora, hicieron que el libro fuera un éxito de ventas superando el millón de ejemplares vendidos.

Años después Highsmith se convirtió en una especialista de novelas policiales las que, a su vez, fueron llevadas a la pantalla grande. Su personaje ambiguo y ligeramente incorrecto Tom Ripley fue interpretado por varios actores; entre ellos Alain Delon (que fue el primero con “A pleno sol” – adaptación de El talento de Mr. Ripley), Dennis Hopper (en una gran película de Win Wenders “El amigo americano”, basado en El juego de Ripley), Matt Damon, John Malkovich, Barry Pepper, Jonathan Kent y Andrew Scott. Además de varias películas más originadas en otros libros y relatos.

Todd Haynes es un director de cine que en el comienzo de su carrera había realizado dos films vinculados con artistas populares. “Velvet Goldmine” del año 1998 estaba basado en el tema musical homónimo de David Bowie y si bien en una primera instancia iba a ser una biografía de éste, terminó siendo una ficción con personajes muy parecidos al cantante inglés y a Iggy Pop. En el 2007 por otra parte, estrenó I´m Not There, un biopic sobre Bob Dylan.

Entre esas películas, Haynes realizó “Lejos del paraíso (Far from Heaven)”, en 2002, un drama ambientado en Connecticut en los años ´50, con un guion de su autoría sobre una ama de casa acomodada que ve destruir el sueño de la familia perfecta al descubrir a su esposo en una relación homosexual. La protagonista se termina vinculando con un joven negro provocando la reacción racista de la comunidad. Por su estética depurada y un adecuado e interesante tratamiento del argumento, se lo ha vinculado a Haynes, por esta película, con los films de Douglas Sirk.

En 2015, Phyllis Nagi elaboró un guion basado en la novela “Carol” de Patricia Highsmith y Todd Haynes lo dirigió. El director consiguió plasmar en la pantalla la esencia romántica de la historia. La protagonista, Cate Blanchett dijo, en su momento, que era “La historia de amor entre Romeo y Julieta pero con dos Julietas” Haynes utiliza los silencios, las miradas, la música, los detalles para conformar un conjunto de elementos que refuerzan el sentido del film.

Una historia de amor, que transita en una época en la que no era posible exteriorizarla. Pero, la pareja protagónica, Cate Blanchett y Rooney Mara consiguen, con sus actuaciones, conquistar la atención del espectador y conmoverlo. Subyace una recatada tristeza, sin melancolía, por la sensación que mantienen ambas mujeres de no poder concretar con libertad y sin disimulo, lo que sienten. Y el compromiso social que, sobre todo, Carol no puede esconder. Incluso el castigo que su exesposo, en una relación que naufragaba desde antes, le infringe al quitarle la tenencia de su hija.

Es una película bellísima, de instantes estéticamente sublimes. Las imágenes son elocuentes de lo que interiormente experimentan los personajes. Hay mucho de Edward Hopper y esos retratos urbanos solitarios y taciturnos. Hay mucho de poesía transmitida en las imágenes.

Cate Blanchett logra una de sus mejores papeles en la Carol desafiante que pone en juego su confort a sabiendas de lo temerario de su decisión. Aunque ligeramente contenida, muestra pasión y un dolor velado. Rooney Mara que había protagonizado a la heroína con incorrección política Lisbeth Salander en “Los hombres que no amaban a las mujeres” basada en un libro de la saga Millennium del autor sueco Stieg Larsson, compone a Therese Belivet, la joven aspirante a fotógrafa que, en sus días de dependiente en la juguetería, se enamora de Carol, y consigue plasmar una labor notable. Su rostro, perfecto, con sus silencios y miradas, es clave para descifrar la relación que se va generando entre ambas mujeres.

Haynes, utilizó locaciones interiores y exteriores de Cincinnati para recrear el Manhattan de los años ´50 y su película cosechó numerosos premios, entre ellos el de Mejor Actriz para Rooney Mara en el Festival de Cannes. Sin embargo, a pesar de estar nominada para seis premios Óscar, no recibió ninguno. Tal vez, debido a que aún la hipocresía de una sociedad pacata quiere mantener debajo de la alfombra sensibles realidades humanas.

Es doloroso reconocer que, si bien se ha evolucionado parcialmente en reconocer sin estigmatizar la libertad de elección sexual, hay síntomas preocupantes de comportamientos discriminatorios y reaccionarios que conspiran contra el necesario respeto de la vida y el albedrío ajeno.


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