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Interés General Nota vista 707 veces - 7 de Enero de 2023



Por Dario H. Garayalde para El Heraldo

La muerte de Jorge Newbery

Fue Jorge Newbery uno de esos ídolos populares que la gente adopta con un afecto que solo alcanzan los elegidos. Había nacido en Buenos Aires en pleno centro de la Capital Federal, en la calle Piedras 55. Realizó sus estudios en el Colegio San Andrés, en Olivos. Estudió luego en EE UU en la Universidad de Cornell donde se recibió de Ingeniero Electricista.

Fue allí alumno de Thomas Alba Edison, regresando luego a Buenos Aires. Jorge Newbery era un gran deportista, no hubo disciplina deportiva que no fuera de su interés, remo, box, equitación, polo, tiro, futbol, rugby, automovilismo. Lo curioso fue que era sobresaliente en todos ellos, no hubo disciplina deportiva en la cual no se destacara. Incluso en boxeo, tenía un estilo depurado y gran potencia en sus golpes. Hasta mereció ser mencionado en un tango “Corrientes y Esmeralda” de don Celedonio Flores, donde dice “Amainaron guapos junto a sus ochavas, cuando un cajetilla los calzó de cross, y le dieron lustre las patotas bravas. Allá por el 902”.

Su hermano Eduardo, de profesión odontólogo, tuvo también una afición deportiva, esta era la de volar en aerostato, proeza que realizó en toda la Argentina. Su hermano Eduardo tenía una gran admiración por él. Pero el 17 de octubre de 1908 Eduardo Newbery despegó en el aerostato “Pampero”, junto al cabo del Ejército Argentino Eduardo Romero, en un vuelo hacia el norte de la Provincia de Buenos Aires. Era uno de los primeros vuelos nocturnos y con un cielo estrellado parten, aunque de inmediato se observa que el aparato adquiere una velocidad no esperada y en una dirección no prevista. Alguien del público grita que echen el ancla antes de que sea muy tarde. Nunca más se supo de ellos ni del globo. Las suposiciones indicarían que se desvió hacia el océano, pero ningún resto fue hallado jamás. Fue la primera víctima en este deporte.

En diciembre del año anterior, (1907) Jorge Newbery, invitado por Aarón de Anchorena subió por primera vez a un globo aerostático bautizado como “Pampero” homenajeando al viento y con él cruzó el Río de la Plata aterrizando en una estancia de Colonia. Newbery quedó fascinado con el vuelo y de allí en más, todo su empeño fue orientado hacia esa actividad: volar…


Fue el inspirador y fundador de la Aeronáutica Militar Argentina.

En 1914, el Ingeniero Jorge Newbery ensayaba con su avión para poder emprender la aventura de, por primera vez, cruzar en vuelo la Cordillera de los Andes. Ya en los días previos había batido el récord de altura al ascender a 6.225 metros para comprobar si su avión Morane Soulnier era capaz de realizar la proeza. Lo acompañaban sus amigos Benjamín Jiménez Lastra y Teodoro Fels recorriendo en vuelo la cordillera para obtener datos meteorológicos y los distintos pasos en el relieve andino.

Ya realizado el trabajo de reconocimiento y ya dispuesto el regreso a Buenos Aires, con el propósito de ir a buscar su avión y realizar el vuelo. Antes de su partida, los funcionarios de la Gobernación le organizaron un almuerzo en el que participaron figuras importantes de Mendoza. Pero todos querían verlo volar. Entre los presentes se hallaba también su amigo Teodoro Fels con su aeroplano, que pone a disposición de Newbery para el caso de que accediera al pedido. Entonces, Jorge Newbery indica a su técnico que vaya con la máquina a “Los Tamarindos”, e invita a Jiménez Lastra para que lo acompañe. Pero Fels le advierte que el día anterior, un ala de su Morane Soulnier tiraba un poco. Newbery le asegura que lo ha de comprobar.

Son las 6.30 de la tarde y se inicia el ascenso. El monoplano se inclina hacia la izquierda. Newbery trata de enderezarlo y cobra un poco más de altura, pero persiste el problema.

Indica a su acompañante que se agarre bien. Pero el Morane no le responde. Quiere mantenerlo, pero la máquina sigue perdiendo altura. Hasta que se inclina, ya sin sustentación sobre un ala y se precipita. Alcanza a indicarle a Jiménez Lastra “que se agarre bien” hasta que dan con tierra en el límite de la capital con el departamento Las Heras. El informe indicaba que había caído en ese sitio, tripulado por dos personas, una de las cuales había fallecido en el acto y la otra estaba gravísima. La noticia la llevó un menor de edad que presenció la caída y la trasmitió a la señora Ruiz de la Peña, propietaria del campo. La señora solicitó auxilio médico e inmediatamente salió un automóvil de la Asistencia Pública conduciendo al Director General, señor Luis Carlos Lagomaggiore y varios practicantes. Llegados al lugar del suceso, encontraron muerto al Ingeniero Jorge Newbery de 39 años y con heridas calificadas como graves y de pronóstico reservado a su acompañante, señor Benjamín Jiménez Lastra. De los primeros en llegar al punto donde estaba el aparato fueron el Ingeniero Juan Babacci y el aviador Teodoro Fels, que desesperados ante la tragedia ocurrida, trabajaban afanosamente por extraer el cuerpo mutilado del malogrado Newbery. Lograron extraer a los restos de su amigo, del asiento donde había quedado reclinado sobre la derecha. El estado de Jiménez Lastra era delicado y sufría dolores intensos. Se le encontró un brazo fracturado y la luxación de una muñeca, además presentaba una fiebre de 39º lo que hacía presumir heridas internas. Fue trasladado de inmediato a la Asistencia Pública donde fue atendido por los Dres. Ruiz, Funes, Day y varios que habían concurrido a ofrecer sus servicios. Se le aplicó morfina y se lo trasladó al Hospital Provincial; luego llegó el cadáver de Jorge Newbery presentando una gran contusión en la cara en la región ocular, con fractura y aplastamiento derecho del tórax y fractura de la pierna derecha, aparte de otras múltiples lesiones de menor importancia.

Sus restos fueron trasladados a Buenos Aires por ferrocarril y hoy descansan en el Cementerio de la Chacarita. Había nacido el 27 de mayo de 1875.


El avión Morane Saulnier, de Jorge Newbery quedó en Buenos Aires

Declaración de Jiménez Lastra. Entrevistado en el Hospital Provincial de Mendoza, donde se asiste de las heridas sufridas en el accidente.

“Al hacer el decollage el aparato perdió el equilibrio, inclinándose sobre el ala izquierda, en forma tan brusca que Newbery sacó un brazo afuera, tomándose del ala para sujetarse y no ser lanzado fuera de la navecilla. Felizmente Newbery pudo restablecerla y en ese momento me di cuenta del peligro que corríamos. Continuamos subiendo con el aparato completamente empinado una cuarta sobre el horizonte; a los seiscientos metros se inició el primer viraje sobre el ala izquierda, luego sobre la derecha y bruscamente sobre la izquierda. Me tomé de los alambres del fuselaje porque presentí la caída. El aparato siguió yéndose hacia la izquierda completamente perpendicular hacia el suelo, siempre sobre el ala. Jorge picó más para corregir la marcha de su aparato; dos o tres veces estuvo a punto de hacer un looping, pero debido a su sangre fría pudo mantener el aparato perpendicular al suelo. Cuando por última vez pretendía corregir el ángulo de caída de su aparato, ya era tarde. Estábamos cerca de tierra. Esto es todo lo que puedo informarles. Lo demás que ocurrió, no recuerdo nada”.

Un año antes, el 19 de enero de 1913 había perdido la vida otro precursor de la aviación de la aviación Panamericana; el teniente Manuel Félix Origone.

Arribado a San Luis en viaje a Mar del Plata y durante una tormenta que lo tomó en vuelo, se estrelló con su Bleriot de 50 HP. Había salido de El Palomar y se estrelló en Domselaar perdiendo la vida.

En 1916 el Aero Club Argentino nombró otro aerostato como “Pampero” en honor del malogrado Eduardo Newbery. Ese globo sería el primero en cruzar los Andes a una altitud de 8100 metros tripulado por el entonces teniente Ángel María Zuloaga y Eduardo Bradley.

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