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Interés General Nota vista 1613 veces - 22 de Octubre de 2022



Por Dario H. Garayalde para El Heraldo

Alta traición en el Ejército Argentino: La otra verdad

Hace unos días leí en este mismo diario una nota del periodista de Infobae Adrián Pignatelli, cuya versión difiere de los hechos que conozco y sobre los cuales indagué en el material que pude hallar en virtud de que conocí a muchas personas de Concordia que fueron combatientes voluntarios, tanto en un bando como en el otro. Considero que es razón suficiente para hacerla pública en honor a la verdad, a fin de que el lector pueda hacerse al menos una idea diferente, valorando también esta versión que relataré tal como la conozco.

El Ministro de Guerra, general Basilio Pertiné atendió en una audiencia al Agregado Militar de la Embajada del Paraguay, coronel Eduardo Torreani Vieira. Este, luego de los saludos correspondientes y atendiendo la gravedad del caso le dice:

—Señor Ministro, vengo a formularle una denuncia.

—Le escucho, coronel

―Un argentino se ha apersonado en mi embajada, ofreciéndome documentos militares secretos.

Indagando un poco más sobre tan insólita revelación, se entera que un civil, Horacio Pita Oliver, agregado a los servicios de Información del Ejército fue quien se los ofreció.

La denuncia era creíble, ya que Paraguay por la cuestión de la Guerra por el Chaco Boreal con Bolivia, recibía ayuda secreta de la Argentina, según era un secreto a voces de manera que el presidente paraguayo Eusebio Ayala tenía interés en congraciarse con el gobierno argentino.

Algunos días después de esta denuncia del coronel Torreani Vieira, los servicios militares de seguridad detienen a Pita Oliver el que es interrogado durante varios días ¿Cuáles eran los documentos ofrecidos en venta al gobierno del Paraguay? ¿Cómo los había conseguido? ¿Quién se los había facilitado? ¿Cuánto hacía que desarrollaba esas actividades? y finalmente termina confesando que los documentos no los tenía el y que estaban en posesión de un militar: el mayor Guillermo Mac Hannaford, ayudante del Jefe del Estado Mayor, general Nicolás Accame.

A las 11 de la noche, los agentes de inteligencia llegaron a la casa de Mac Hannaford en Olivos y lo condujeron detenido. El Juez instructor de la causa fue el coronel Manuel Calderón y el mayor Rodríguez Jurado, defensor militar. Más tarde se le permitió designar un defensor civil. El doctor Oscar Semino Parodi.

El juicio se desarrolló en secreto durante un año y medio y era un caso único en la historia argentina. Mac Hannaford siempre alegó su inocencia. Cuando trascendió a la prensa, los detalles más repugnantes se publicaron. Como una mujer, Jorgelina Argerich, en cuya casa de la calle Ecuador “fueron encontrados documentos militares desaparecidos del Estado Mayor y según el semanario “Ahora”, Pita Oliver frecuentaba la casa de Jorgelina Argerich. El mismo semanario publicó como le habían entregado a Mac Hnnaford un pistola para ser dignamente utilizada. Pero el mayor se niega a suicidarse. Su absoluta inocencia era el argumento inflexible en el sumario y que sus abogados reiteraban fervorosamente. Durante ese tiempo, el mayor Mac Hannaford aguardaba la resolución en el Regimiento 3 de Infantería. Finalmente fue declarado culpable y sentenciado a reclusión perpetua y degradación por traición a la patria.

El presidente de la República Dr. Roberto M. Ortiz confirmaba con su rúbrica la sentencia. El defensor doctor Sermino Parodi intentó recurrir a la Corte Suprema de Justicia, pero no se le otorgó el plazo ni el permiso necesario para eso.

El día 18 de agosto de 1937 se llevó a cabo la ceremonia de degradación. Acto que se iba a realizar por primera vez en el Ejército Nacional. Desde el Regimiento 3 de Infantería, Mac Hannaford, previa lectura de su sentencia por el defensor militar, mayor Rodriguez Jurado fue trasladado a El Palomar. El patio principal del Colegio Militar de la Nación presentaba un panorama que hacía estremecer. El cuerpo de cadetes formado en cuadro. A un costado, setecientos Jefes y Oficiales de las unidades, dependencias e institutos militares de la Capital Federal, Campo de Mayo, Ciudadela y El Palomar.

Estaba presente el Jefe del Estado Mayor general de división, coronel Juan L. Tonezzi, el presidente del Consejo de Guerra para Jefes y Oficiales, general Rodolfo Marquez. El mayor Mac Hannaford es conducido ante este cuadro, en medio de un pelotón de ocho soldados al mando de un sargento. Al avanzar el condenado hacia el centro de la formación, los cadetes montan armas sobre el hombro. Se oye el vibrante sonido del corneta llamando a silencio. Todas las miradas se dirigen a Mac Hannaford que se muestra pálido pero sereno. El secretario del Tribunal Militar, capitán Carlos Casoni, lee la sentencia y el Decreto del Poder Ejecutivo. El coronel Tonazzi se adelanta entonces. Se le ha encomendado la degradación y le dice: “Mayor Guillermo Mac Hannaford: Sois indigno de llevar las armas y vestir el uniforme de los soldados de la República. En consecuencia en nombre de la Patria, os declaro degradado”.

El suboficial al mando del pelotón, entrega al detenido el sable. Mac Hannaford se lo ciñe. El mismo sargento se lo arranca luego tirándolo al suelo. Seguidamente quita con gran violencia las presillas y el distintivo de oficial de Estado Mayor, arrojándolos al suelo. Mac Hannaford conoce el reglamento castrense, de manera que cuando el sargento concluye la ingrata tarea, se apresta a desfilar en el centro del pelotón. Fue enviado primero a Martín García, hasta su encarcelamiento en el presidio de Ushuaia.

Cuando trascendió el juicio, la sentencia y la degradación y la prisión del condenado, muchos fueron los que hablaron de aspectos extraños en el caso, especialmente la prensa.

El artículo 103 de la Constitución Nacional establece que: “La traición contra la Nación consistirá únicamente en tomar las armas contra ella, o unirse a sus enemigos prestando ayuda o socorro” – Por su parte el Código de Justicia Militar coincide con esta definición, y aunque especifican 19 casos que “se consideran actos de traición todos y cada uno de ellos se caracterizan por actos a favor de enemigos. Era clara la teoría de la prensa “en ningún momento el Paraguay podría definirse como país enemigo. Si no hubo traición ¿Qué es lo que hubo entonces? Tampoco es aceptable el término Alta Traición, ya que no existe en ninguna de nuestras leyes. Además resulta que los famosos documentos ofrecidos en venta por Horacio Pita Oliver al gobierno paraguayo, nunca aparecieron. Los servicios de inteligencia levantaron el piso y derribaron el cielorraso en la casa de Mac Hannaford situada en Olivos, sin encontrar ninguna prueba. En su portafolio solo se encontró un compás, entre otras cosas intrascendentes. Según Pita Oliver, el ex mayor deseaba cobrar 300 pesos por la venta de aquellos documentos. Se desconocía que el oficial tuviera problemas económicos. Inclusive esperaba el ascenso a teniente coronel con un aumento de 400 pesos. Mac Hannaford fue condenado por un delito no cometido y que además no existe en el Código de Justicia Militar, ni en la Constitución de la Nación Argentina. La reclusión perpetua tampoco existe como condena. El Código de Justicia Militar dice “reclusión por tiempo indeterminado” y aclara “la pena de reclusión no puede imponerse por toda la vida, sino por un número determinado o indeterminado de años. Tampoco el voto fue unánime, como lo exige el Reglamento. Hubo empate.

Finalmente debió cumplir condena, donde enfermó de tuberculosis en Ushuaia. Por esa razón fue indultado finalmente por el presidente Aramburu en 1956, pero 20 años de su vida los pasó en prisión. Murió el 5 de septiembre de 1961. Cinco años en libertad.

Siempre se sospechó que ese juicio fue una farsa y que ocultó otra cosa más importante y se condenó a un inocente, al que jamás se le pudo probar la acusación ni se encontró prueba alguna de los “documentos”. Su Jefe directo, el general Nicolás C. Accame, quien era quien más conocía al acusado fue excluido del juicio, impidiéndosele declarar en favor de su ayudante quien fue sorpresivamente comisionado a Brasil para impedirle declarar.

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