El Musical y Natan regalaron un final inolvidable en el GP Jockey Club (G1)
En la pista había ganado El Musical (5), pero el Comisariato lo bajó y se desató el escándalo.
La inequívoca sensación de indignación e injusticia de la amplia mayoría derivó enseguida en los actos -repudiables desde todo punto de vista- que se vieron después por todos los medios y redes de comunicación. Semejante desenlace obliga a reflexionar a la industria hípica en su conjunto.
En el césped, como dijimos y todo el mundo lo vio, hubo un potrillo que se impuso de punta a punta, ratificando que es un fuera de serie. A El Musical le sobran calidad, garra y nobleza. En una superficie en la que nunca había competido y estaba humedecida por la lluvia, marcó el camino desde el inicio y, a la hora de la verdad, aguantó el embate de Natan, en un final cargado de emoción y adrenalina. Ambos ejemplares y pilotos dejaron todo en la cancha, regalándole al público una definición inolvidable.
¿Hasta cuándo el turf va a boicotearse? Porque con lo sucedido se dañó en lo deportivo e institucional. En cuanto al primer aspecto, se privó de que un caballo -que lo merecía y se lo había ganado- llegara con chances al Nacional (G1), el último pase de la serie, de alcanzar la Triple Corona, hazaña que no se logra desde 1996. Y en lo concerniente a lo institucional, porque los disturbios producidos generan un severo perjuicio a la imagen de esta actividad. Una industria, por cierto, que aún hoy es mal vista por un sector de la sociedad. Y en esta equivocada percepción ciudadana mucha responsabilidad tiene la propia hípica.
La falta de unificación de criterios y no medir con la misma vara acciones idénticas provocan confusión y sospechas. Si El Musical molestó como determinó el Comisariato y “enseñan” algunos operadores de turno, de ahora en más habrá que acostumbrarse a ver distanciamientos en casi todas las carreras. De no ser así se confirmará la opinión de la gran mayoría de quienes conforman el turf: los jueces y la Comisión de Carreras tomaron la decisión incorrecta.
Cuando fallan los que fallan, la indignación y la injusticia se tornan insoportables.
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